Centenario de Mendizorroza
Por otros cien años de orgullo albiazulSecciones
Servicios
Destacamos
Edición
Centenario de Mendizorroza
Por otros cien años de orgullo albiazulMendizorroza vivió este sábado un centésimo cumpleaños que no olvidará. La estampa del estadio en su mejor jornada perdurará en la retina y la memoria de los aficionados albiazules. Los que lucieron con especial el orgullo su amor por unos colores y un campo especial. ... Con un vínculo a prueba de balas. De desilusiones. Pero la hinchada nunca falla. Tampoco lo hizo en el día más especial de su estadio. El anciano babazorro tiene una salud de hierro y quiere seguir soplando velas. No hay mayor motivación que hacerlo acompañado de los suyos. Seguir caminando de la mano de la grada junto al Deportivo Alavés.
Una atmósfera así no da goles, pero el Alavés saltó campo sintiéndose ganador. Motivado al máximo para afrontar otra cita clave en la lucha por la permanencia. Consciente de que no era un día cualquiera. De que tenía que dejarse aun más la piel en la pelea por cada balón dividido, en cada jugada. Dejar caer sobre el césped las gotas de sudor que han regado durante décadas Mendizorroza. Que el esfuerzo volviera a ser la clave del éxito. Es lo que exige la hinchada albiazul por encima de resultados. Su pasión incansable solo pide a cambio la entrega total de sus futbolistas mientras el balón esté en juego.
Pero qué forma de recibir al equipo. Todo funcionó a la perfección. Diez minutos antes de que arrancase el encuentro ya quedaban muy pocas butacas libres. Las banderas que cada aficionado tenía en su asiento ondeaban a la espera del plato fuerte. No un tifo, como de costumbre, sino cuatro. Cuatro instalaciones combinadas de diferentes colores, tamaños y formas, pero que tenían en común semanas de trabajo y el deseo sincero del mejor cumpleaños posible a Mendizorroza. Una estampa impactante.
El colofón llegó cuando el equipo saltó al terreno de juego. En el centro del campo esperaba un amplio grupo de dantzaris para abrochar el recibimiento con un aurresku gigante. Antes la música la había puesto la grada con la versión a capela del himno. Una coreografía perfecta para cantar una canción que esta vez era una felicitación de cumpleaños a Mendizorroza.
Todo eso, antes de que ni siquiera el balón hubiera echado a rodar. Que era un día grande también se notó al arrancar el encuentro. Mendizorroza estaba enchufado. Cada disputa y cada aproximación al área rival, por discreta que fuera, era una oportunidad de venirse arriba. Bastaba con cualquier aliciente como alguna decisión discutible del árbitro o los gestos cómplices de Giuliano Simeone a la grada para que los decibelios se dispararan. En los pequeños tiempos de reposo que daba el intenso partido volvían a ondear las banderas. Había ganas de festejar un gol. La tarde prometía porque el Alavés volvía a ser el de las grandes ocasiones.
Con tanto evento festivo, el estadio parecía haberse olvidado de San Prudencio. Pero no fue el caso. Al descanso, tras la actuación de un grupo de dantzaris, hubo tiempo para que la retreta sonase por megafonía. Así que los mástiles de las banderas que habían servido para animar al equipo se convirtieron de repente en el perfecto acompañamiento para tocar la tamborrada en la grada. Alguno, incluso, llevaba ya el traje de cocinero.
Ya era complicado superar ese nivel ambiental, pero llegaron los goles que faltaba y el campo estalló. El agradecimiento a Mendizorroza por cien años de pasión y broche a una jornada redonda que había arrancado muchas horas antes. Desde la mañana se notaba que era especial. Ni las gotas que cayeron a primera hora atenuaron el ir y venir de aficionados, la mayoría jóvenes, a la fan zone. Por la tarde, un mar de bengalas para recibir al autobús, inauguración de un nuevo mural y emotivo recuerdo a los fundadores del club a través de sus familiares. Entonados para darlo todo por la tarde en una jornada memorable. No hay mejor forma de celebrar un centenario.
Mendizorroza cantó a pleno pulmón. Cómo no iba a hacerlo en su día grande si lo hace semana tras semana. Truena, llueva o haga un sol de justicia. Cantó de felicidad para celebrar un triunfo que deja al equipo albiazul al filo de la permanencia. Será cuestión de tiempo que la certifique de forma matemática. Pero también cantó para recordad y reivindicar su campo. Sobre todo, que Mendizorroza siga donde está. En su sitio, contra la posibilidad de construir otro recinto fuera de su centenaria ubicación. Así lo reclamó la grada. «De Mendizorroza no nos moverán», cantó buena parte del estadio. Quedó claro el sentido popular.
También hubo recuerdo para otro histórico que ya no está, pero del que muchos se acuerdan. Un mito de décadas de pasión albiazul: la grada General. Ahora los tiempos son otros, pero esa grada ha quedado en la memoria de todos, como recuerdo en primera persona o pasión heredada. «Que bote, que bote, que bote General», cantó Mendizorroza.
«Ia, ia, Luis García»
Otros cánticos se acordaron de los héroes actuales. El incansable Kike García, el goleador Guridi, o el «uruguayo, uruguayo» dedicado al guerrero Benavídez. También fue protagonista un Luis García sobre el que el veredicto popular es claro. «Ia, ia, Luis García», clamaba la grada durante la vuelta de honor. Si de Mendizorroza dependiera, la continuidad del técnico sería ya un hecho.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.