Almería 0-3 Alavés

Un equipo al que le sale todo

Ni contra el Cádiz ni frente al Almería el Alavés fue un equipo arrollador. Las ocasiones llegaron, pero no con la fluidez de otros partidos que parecían un asedio. La diferencia, sobre todo este viernes, fue notable en un aspecto: el Alavés ya no necesita generar mucho para marcar. Con tres tiros a puerta marcó tres goles. Castiga con precisión quirúrgica. Como lo hizo en Sevilla, cuando el rival más apretaba y en un inicio de temporada que podía invitar a las dudas. Pero un Alavés creciente apenas las tiene y es entonces cuando anota.

Así es también Samu, un buen ejemplo de esa evolución. El delantero sigue siendo una figura intermitente en el remate y también en su aportación al juego, pero incluso en ese proceso de crecimiento resulta imparable. Su potencia le dio el primer gol, generó el penalti de segundo y, con algo más de pausa, encontró el tercero. Son ya seis como albiazul. No tan lejos de esos diez o quince que cuando los prometió en verano se antojaban complicados de alcanzar. Su fe es la de un equipo compenetrado, que creyó en momentos duros y que sigue aplicando a rajatabla la misma receta que entonces. Un bloque solidario, trabajador, que no se complica en ataque y seguro en tareas defensivas. La fórmula para acercarse a una permanencia que tiene cada vez más cerca de su mano. De momento, el descenso que marca el Cádiz queda ya a once puntos. El equipo andaluz recibe mañana al Athletic. El Granada -de momento a quince puntos- juega el lunes en Getafe. Y el Almería se queda veinte puntos por debajo. A falta de que se complete la jornada, Europa (a nueve puntos) está ya más cerca que el descenso.

Ese nuevo Alavés incluso sufre de otra manera. Porque cuando el rival llega como lo hizo un Almería que mereció un marcador más igualado en base a su nada desdeñable cifra de ocasiones prometedoras, el equipo vitoriano sabe esgrimir también la carta del portero parador. El que salva los puntos que se han ganado en el otro extremo del campo. Sivera lo fue. Cuajó su mejor partido en la élite con el Deportivo Alavés. Una lección de diversas atajadas a base de reflejos, anticipación y lectura de los ataques, para sellar otra potencial fisura. Tampoco el Almería logró entrar por ese hueco.

Así logró madurar el Alavés el partido. No había forma de hacerle daño y él sí que lograba castigar en sus incorporaciones. Detectó bien los espacios en la zaga indálica, punto flaco rival, y se los otorgó a Samu para que el delantero hiciera lo que quisiera con ellos. De esa forma sacó otro penalti, el tercero en cuatro jornadas. El ya tirador titular Rioja se encargó de transformarlo. El nuevo Alavés también domina las penas máximas.