Cien años de Mendizorroza
Más allá de los goles: del Aberri Eguna a Julio IglesiasCien años de Mendizorroza
Más allá de los goles: del Aberri Eguna a Julio IglesiasMendizorroza es la casa del Glorioso. El particular teatro de los sueños donde la afición alavesista moldea los suyos cada quince días. El templo donde han predicado los Quincoces, Gorospe, Morgado, Larrañaga, Manolo Serrano, Mané, Javi Moreno, Manu García –no caben todos en un altar ... que cada aficionado puede troquelar a su manera–. Verde escenario de pasiones y derrotas. Ascensos, descensos, aventuras coperas y hazañas continentales. Sonrisas y lágrimas en una balanza seguramente desnivelada. Y una pasión que celebra con salud de hierro el centenario de su estadio.
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Un recinto de profundas raíces albiazules, aunque a principios de los 60 el Deportivo Alavés compartiera su custodia con el Vitoria, cuando los dos equipos de la ciudad coincidieron en Tercera División. En las temporadas 1988-89 y 1989-90 se revivió la historia con el Aurrera y Abetxuko, pero, pese a la reivindicación de ambos clubes, la cosa se quedó como estaba, con el Glorioso como único usuario de un recinto de juego que es de propiedad municipal desde 1949 después de una permuta de terrenos con su anterior titular, la Delegación de Sindicatos.
Hoy, por convenio, la explotación del campo pertenece únicamente al Alavés, aunque en momentos excepcionales hayan actuado como local equipos como Osasuna (ante Valladolid y Celta en 1989) o Athletic (ante Las Palmas en 1993) cuando vieron clausurados temporalmente El Sadar o San Mamés, respectivamente. Mendizorroza también ha acogido a las selecciones de Euskadi (Hungría en 1980, Venezuela en 2018 y en categoría femenina, Chile en 2022) y España. Esta en plena Guerra Civil (1937) contra Portugal, con el vitoriano Amadeo García de Salazar en el banquillo.
Y duelos más anecdóticos como la parodia 'Gordos y flacos' de 1957, que acabó con un abultado marcador de empate a seis y una cena posterior en el Bodegón Aguiriano. Pero no solo del balón ha vivido el centenario estadio vitoriano. Como su propio nombre indica, el primitivo Deportivo Alavés no pretendía ser solo un club de fútbol, sino una entidad promotora de diversas disciplinas deportivas: atletismo, alpinismo, ciclismo, tenis...
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Y algunas llegaron a tener un hueco en la historia de Mendizorroza, aunque fueran ajenas a la actividad cotidiana del Glorioso. La primera actividad del estadio, de hecho, no fue balompédica. Porque el día de su inauguración, aquel 27 de abril de 1924 en el que el Alavés y el Deusto estrenaron el campo, estuvo rodeado de numerosos festejos y actos previos que incluían una carrera ciclista y un cross que terminó en el propio recinto. Zancadas antes que goles.
En 1941 fue el hockey hierba el que se coló en el hogar del Alavés. Jugadores catalanes que cumplían el servicio militar en Vitoria y San Sebastián formaron un equipo para participar en un torneo y lograron que el club babazorro les prestara su nombre y su equipación. El segundo partido de aquel improvisado conjunto albiazul tuvo lugar en Mendizorroza, con derrota por 1-3 ante el CAPU donostiarra.
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El torneo no llegó a completarse porque las autoridades castrenses no dieron permiso para seguir, pero en diciembre, con motivo de la fiesta de santa Bárbara, patrona de los artilleros, se disputó otro partido, en el que Alavés representó al Regimiento de Artillería local.
También las bicicletas rodaron años antes de que los jugadores brasileños las utilizaran de manera figurada para sus vistosos regates. No solo en el velódromo que se construyó junto al campo de fútbol en sus primeros años de vida, también dentro. En otro portátil que la Vuelta Ciclista a España, organizada entonces por El Correo Español-El Pueblo Vasco (EL CORREO), estrenó en su edición de 1960 para sus finales de etapa con el fin de favorecer la comodidad del aficionado en la meta.
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15.000 Espectadores
Los asistentes al Aberri Eguna del 1 de abril de 1934 en Mendizorroza. Se prepararon 500 entradas de Preferencia, 225 de Tribuna de gol A, 250 de Tribuna de gol B, 4.000 de Paseo de Preferencia y 10.000 de General. El concierto de Julio Iglesias reunió a 12.000 espectadores el 16 de julio de 1995.
La pista desmontable, realizada en madera y hierro para los soportes, con 250 metros de cuerda y una anchura máxima de 3,80 en los peraltes, se probó en Mendizorroza antes de su uso oficial en la ronda española. Un ensayo secreto que el 12 de abril de aquel año tuvo lugar con unos pocos invitados y cuatro componentes del equipo ciclista del Alavés como 'conejillos de indias' en una prueba en línea y otra de velocidad.
Un velódromo que, tras recorrer con éxito diferentes ciudades, regresó a la capital alavesa en julio de 1962, causando sensación en las prefiestas de La Blanca con el 'Criterium de Ases', que citó en el estadio vitoriano a Poblet, Barrutia y Vélez, entre otros, junto a aficionados locales. Fútbol y otros deportes. Y más. Porque el mundo de la cultura y de la política también han sido protagonistas en el estadio vitoriano.
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Un recinto multiusos desde sus primeros pasos, cuando el 1 de abril de 1934 albergó el acto central del Aberri Eguna. La idea inicial era celebrar dos eventos en el campo de fútbol –un mitin por la mañana y un espectáculo folclórico vespertino–, pero en tiempos de la II República el gobernador prohibió el acto político, por lo que toda la actividad se concentró en el festival. Con unos 15.000 asistentes y unos precios semejantes a los de los partidos del Alavés de la época, que oscilaban entre las seis pesetas de Preferencia (Tribuna Central) y las dos de General.
Tres cuartos de entrada en lo que hoy es Mendizorroza, un estadio con capacidad para 19.840 espectadores. Unos 12.000 reunió en julio de 1995 Julio Iglesias en lo que ha sido el concierto más multitudinario de los que ha acogido el estadio de la capital alavesa en sus versiones más modernas. 300.000 vatios de luces y 140.000 vatios envolvieron el que ofreció Alejandro Sanz seis años más tarde delante de 9.000 personas, sobre un escenario de casi 60 metros de frente, 18 de fondo, 22 de altura y una pasarela central.
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Un recital que destrozó prácticamente un tercio de la superficie del terreno de juego y obligó a un Alavés subcampeón de la UEFA a levantar toda la zona dañada antes de disputar sus primeros partidos ligueros. Una situación que se repitió en 2005, con el equipo albiazul en Segunda, tras el que brindó Jamiroquai un 3 de agosto. El último gran concierto que albergó Mendizorroza. Hace 19 años, con precios de entre 36 y 45 euros en taquilla, el Columpio Asesino como teloneros y menos de 8.000 asistentes sobre un aforo previsto de 12.000.
La actuación de Los Inhumanos y Modestia Aparte en 1990, el certamen de danzas vascas de 1988 o la campaña 'Bai euskarari' en diferentes estadios vascos en 1998. En cien años de existencia caben decenas de vivencias, múltiples historias. Con balón y sin él. Así ha sido la vida de Mendizorroza más allá de los goles.
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