Los albiazules cierran la pretemporada entre incógnitas

Luis García optó por mantener la estructura de tres centrales. Con algún cambio, como Duarte de carrilero –fueron Abqar, Sedlar y Marín los centrales– o la apuesta de la dupla Blanco-Guridi en el centro. Si no se producen llegadas en los próximos días, muchos de los titulares repetirán en Cádiz. El dibujo sigue entre tinieblas, porque la prueba con el 3-4-2-1 estuvo lejos de resultar brillante.

De inicio el Alavés estuvo timorato. Encomendado al juego directo y sin lograr fluidez en su circulación ni en la salida de balón. El Burgos    era superior y castigaba a la espalda de la zaga albiazul desde los carriles, sobre todo el izquierdo. Desde ahí llegó el 1-0 en el 35. El disparo de López-Pinto fue sobresaliente, pero la zaga albiazul volvió a mostrarse demasiado pasiva. Tampoco funcionaba el ataque. Solo un cabezazo desviado de Giuliano Simeone tres minutos después permitió al Alavés progresar. Pero de ahí al descanso, aunque ganó metros, tampoco logró aclarar sus ideas.

El técnico optó por hacer borrón y cuenta nueva. Adiós a un central, Sedlar, y entrada en el medio de Guevara para formar junto a Blanco y Guridi la sala de máquinas más creativa posible. El equipo lo agradeció. Mayor presencia en campo contrario, una marcha más con la pelota y sensación de peligro. Aunque sin la puntería que sí tuvo el Burgos. Al cuarto de hora, López-Pinto marcó el segundo tras un centro de la derecha en el que, de nuevo, ni la defensa ni Sivera atajaron con contundencia. El Alavés, aunque con irregularidad, mantuvo al menos la insistencia. Así encontró en el 81 el gol del propio Simeone tras una buena acción de Abde. El Alavés veía posible el empate. Hasta que el fútbol dejó de ser importante.