jon aroca
Sábado, 18 de agosto 2018, 18:21
La cuenta atrás para el comienzo de Liga avanza sin pausa. Este sábado vuelve la competición después de unos meses de verano en los que las llegadas y salidas de todos los clubes han sido el plato principal. El Mundial de Rusia y, en ... menor medida, los amistosos, han servido para saciar el hambre de fútbol de miles de aficionados.
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Como determinó el sorteo del calendario, por primera vez asimétrico, el Alavés comenzará la temporada contra uno de los transatlánticos de la Liga. Este sábado, a una hora tan poco habitual como las 22.15 horas, los de Abelardo intentarán asaltar el Camp Nou. Dar la campanada en el primer capítulo de la nueva aventura sería, sin ninguna duda, un arranque estelar para lanzar la nueva temporada.
Los inaugurales son tres puntos que se han resistido en las dos campañas anteriores en Primera. El Alavés no ha tenido el pequeño placer de liderar, de forma provisional y anecdótica, la clasificación. El empate de la temporada 2016-2017 en el Vicente Calderón, con el postrero tanto de Manu García, solo dejó un punto pero supo a los albiazules como una victoria. Peor sensación causó la derrota de la temporada pasada en Leganés.
La lógica hace pensar que a la tercera tampoco será la vencida. El Barcelona es un serio candidato a todo y su historia en la Liga se resume a sumar de tres en tres. Especialmente, en su feudo. La última derrota en el Camp Nou les llegó el 10 de septiembre de 2016, hace casi dos años exactos. Pero lo cierto es que esa fecha, olvidada por los culés, está grabada en la mente de los albiazules. Ese día fue el Alavés el que asestó al Barcelona el inesperado zarpazo. Un equipo albiazul recién ascendido que avisó de que llegaba para quedarse.
El arranque de temporada, con las dos primeras jornadas, no había sido sobresaliente. Dos empates que dejaban a los de Mauricio Pellegrino en una discreta duodécima posición. Uno, el ya mencionado contra el Atlético, sorprendente y, por qué no, inverosímil visto el devenir del choque. El otro, contra el Sporting en Mendizorroza, correcto, aunque no brillante.
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Pero en el Camp Nou todo cambió. El Barcelona, lleno de suplentes, salió a mandar e imponer su ritmo. El balón circulaba incansablemente, pero los albiazules, salvo por pequeños momentos, no sufrían. Aguantaban y se desplegaban con decisión. En una de esas incursiones, Deyverson puso el 1-0. Un certero zarpazo al borde del descanso.
El Barcelona salió en la segunda mitad con la mente puesta en remontar, y en la primera ocasión Mathieu marcó el 1-1. La batalla albiazul parecía terminada y el final, inevitable. Pero el Alavés aguantó. Y en el 64 Ibai aprovechó un fallo local para marcar el 1-2. El Barça, que dio paso a sus estrellas, apretó, pero la victoria ya era albiazul.
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Ese triunfo no solo se quedó en tres puntos. Fue el desencadenante del verdadero Alavés de esa temporada. Ese día, Mauricio Pellegrino lo vio claro por primera vez: delante de él tenía un equipo con potencial para pelear con grandes garantías por eludir el descenso.
El equipo mejoró. Los de Pellegrino eran un equipo rocoso en defensa y con una gran capacidad de explotar su eficacia en ataque en el momento preciso. La vuelta de las semifinales contra el Celta puso en primer plano esa capacidad colectiva y elevó a las nubes al equipo vitoriano. Con la euforia de esa clasificación histórica la dura derrota contra el Barcelona en Vitoria (0-6) se quedó en mera anécdota, y más cuando los actores de aquella cita eran en su mayoría secundarios.
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Salvados con muchas semanas de antelación, la vista de jugadores, cuerpo técnico y aficionados estaba puesta en el 27 de mayo, el día de la gran final de Copa. Esa jornada estará marcada como una de las grandes de la existencia del Alavés. Los albiazules no ganaron, pero ese encuentro fue el punto y final a una historia que se había gestado muchos meses antes, una noche de septiembre en el Camp Nou.
La temporada pasada los albiazules volvieron a dejar destellos de esa capacidad de sorpresa. En la segunda jornada de la primera vuelta, pese al pésimo inicio, aguantaron y solo la genialidad de Messi decantó el encuentro. Aún más cerca estuvieron en la segunda vuelta. Guidetti adelantó al Alavés, que llegó por delante al descanso. Suárez empató en el 72 y Messi, de falta directa, marcó el 2-1 definitivo. Los albiazules se quejaron amargamente del arbitraje, que les privó de volver a dar la campanada.
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Este año se adelanta aún más el encuentro contra el Barcelona. El entrenador albiazul es otro y también se han producido considerables cambios en la plantilla. Abelardo reconoció la semana pasada que las posibilidades de llevarse un buen resultado en el encuentro son bajas. Los albiazules siempre han sido un rival incómodo y este año quieren volver a ser ellos los que rompan el inmaculado registro blaugrana en el Camp Nou.
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