![El salto de Toni Moya](https://s3.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202110/22/media/cortadas/alaves-moya-kAxD-U150907437840x8H-1248x770@El%20Correo.jpg)
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Un pacense balear. O al revés. «Nací en Extremadura, tengo toda mi familia allí, pero toda mi vida he vivido en Mallorca. Me siento un poco de los dos, mitad y mitad», explica Toni Moya (Mérida, 1998). Criado en Son Servera, jugó en el equipo ... de su pueblo –Serverense– y el Manacor antes de enrolarse en las categorías inferiores del Mallorca. Tres años en Son Bibiloni le bastaron para llamar la atención de los grandes del fútbol español. Aún en edad cadete, con 15, fichó por el Atlético. Y empezó a trepar por la escalera rojiblanca. Y de la selección, de sub'16 a sub'19.
Con paradas importantes. Como los dos goles que marcó al Real Madrid de Santiago Solari en la final de Copa juvenil en 2016, saldada con triunfo colchonero (3-4). En Son Bibiloni, precisamente. De ahí, directamente, al filial. 91 partidos y 11 tantos en Segunda B. Y a la órbita de Simeone, que en octubre de 2017 le dio la alternativa en Copa en el Martínez Valero. Después, tres partidos en Primera, donde su único partido completo, ante el Celta en el Wanda (2-0), lo jugó como central, formando tándem con su compañero de cantera Montero.
Toni Moya
Pero Toni Moya es centrocampista. Visión de juego, conducción, paciencia, tranquilidad con la pelota. Un mediocentro equilibrado que nada y guarda la ropa. Virtudes que le alojaron en la comparativa con Gabi, entonces capitán rojiblanco. Koke, Saúl, Thomas, Rodri, Marcos Llorente... Demasiado como para asomar la cabeza en la posición. Por eso tuvo que buscar su sitio en Primera en el Deportivo Alavés, donde le esperaban compañeros de la cantera atlética como Tachi y Carlos Isaac.
Y, al contrario que ellos –uno suplente habitual y otro cedido en el Oviedo–, se está haciendo hueco. Como uno de los pocos brotes verdes que ofrece el equipo albiazul en este pobre arranque de temporada. Le costó entrar –83 minutos en los primeros cinco partidos–, pero ha aparecido para quedarse –251 en los tres últimos–. «Es una categoría diferente, se nota en aspectos del juego y ritmo, pero me voy adaptando poco a poco a lo que piden el míster y el equipo», apunta. Ya es el tercer centrocampista más utilizado (334), tras Pina (471) y Loum (418); el tercero con mayor acierto de pase (82,7%), superado solo por compañeros con menor presencia como Iván Martín y Pere Pons (83,3%), por encima del manchego (81,6%) y el senegalés (75%). «Contento de tener minutos, siempre estoy contento por jugar, pero me gusta ganar y no puedes estarlo cuando los resultados no salen».
Javi Calleja le ha dado la batuta –titular en los tres últimos partidos– y Moya le está respondiendo aportando equilibrio al centro del campo. «Depende del tipo del partido, a veces me pide recibir más atrás, otros por detrás de su línea de mediocentros... Hay que ver dónde se le puede hacer daño al rival». Templado con una pelota que nunca elude, dinámico en ataque y ordenado en las tareas de contención. Con sus pecados de juventud –en el gol del Betis se queda tan pasmado como el resto del equipo–, es una de las pocas noticias positivas de este errático Alavés.
Un 'todocampista' al que aún le hace falta brotar más cerca del área rival. Porque, además, su trayectoria en categorías inferiores deja claro que tiene gol. En su debut en Segunda B marcó cinco. Uno de penalti. Él era encargado de todos los balones parados en el filial rojiblanco. En Vitoria son suyos los saques de esquina y las faltas indirectas. «Prácticamente toda mi carrera he lanzado el balón parado, estoy acostumbrado y lo tengo trabajado».
Y ante el Betis rozó el 'gol-olímpico' en un córner. «Pensaba que la había sacado el portero, luego vi que dio en el larguero», evoca. La red no era el objetivo en el momento del golpeo, pero le gusta cerrar los envíos para generar problemas al portero rival. «Tienes puesta la mira en dónde tiene que ir el balón, me salió un poco más largo, fue centrándose y es una opción en los córners», concluye.
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