«El fútbol no va a ser el mismo, pero lo que hay en juego sí. Y es muy importante». Es el resumen que hacía Víctor Laguardia tras la vuelta a los entrenamientos, cuando la reanudación liguera aún era un anhelo más que una ... certeza. El fútbol en albiazul ya es una realidad. 99 días después del empate a uno ante el Valencia en Mendizorroza, el 6 de marzo, el Deportivo Alavés vuelve a competir. En Cornellá-El Prat (14.00 horas), ante el Espanyol. Un partido diferente, de carácter insólito, rodeado de aristas desconocidas que lo hunden en la más absoluta de las incertidumbres balompédicas.
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Huérfano de afición, para empezar. Vacío de dinámicas, trayectorias, estados anímicos... No está muy claro quién es quién en la casilla de la reanudación. Todos parten de cero en ese capítulo. Aunque queda reflejado en la tabla, de poco vale lo hecho hasta que la pandemia confinó el balón, posiblemente en el mejor momento de la temporada del equipo vitoriano, que este mediodía inicia con una ventaja de siete puntos una carrera alocada y extravagante hacia la permanencia. Tranquilizadora, en principio, pero también la calculadora ha cambiado su funcionamiento en esta inesperada verdad del nuevo fútbol.
Ese fútbol envuelto en la bandera de la economía, con la pasión arrinconada en el sofá de casa o el taburete del bar. Un fútbol distinto, seguro. Desde la grada, despojada del sentimiento del aficionado, hasta el césped, donde hay nuevas normas, como los cinco cambios por partido. Mudo, sin más sonido ambiente que las gargantas de los propios jugadores; pero tan ruidoso como siempre en los aledaños del juego. Barnizado con fuegos de artificio, pero con artillería real. Es mucho lo que sigue habiendo en juego en el terreno deportivo. Y, por ende, en el financiero. Una permanencia en Primera División, nada menos, un premio que nunca se debe olvidar celebrar en Mendizorroza.
Y en esas aguas se sumerge hoy el Alavés. Sin saber si están frías o templadas. Sin estudios previos. Sin ese tiempo de 'ensayo error' que es una pretemporada típica. A las bravas, directo a la competición. Y a un duelo de alto voltaje clasificatorio, en el campo del colista. Imposible saber quién llega bien, a quién le ha sentado mejor el parón... Cortos de preparación física ambos, según reconocen los propios entrenadores, el tino en ese apartado será una de las claves. La resistencia, los ritmos, la prevención en las lesiones... Son aspectos que seguramente tengan ahora mayor peso que el aspecto táctico. Un escenario propicio para que mande el talento.
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Sin Joselu, sancionado, ni Lucas, con molestias, Asier Garitano lo buscará en jugadores como Aleix Vidal, Camarasa, Edgar, Burke... Aferrado siempre a esos automatismos previos que su equipo estaba encontrando en el momento del parón. Abelardo se fía más de la higiene mental que ha podido suponer el paréntesis para una plantilla que parecía bloqueada. Porque calidad tiene de sobra en las figuras de Darder, Embarba, Calleri, Wu Lei, Melendo o, sobre todo, De Tomás, principal amenaza albiazul, aunque arrastra una tendinitis que pone en duda su titularidad.
Reto mayúsculo el que afronta el 'Pitu', que debe reeditar en tiempo récord el milagro que protagonizó en Vitoria hace dos temporadas. El Espanyol es colista a seis puntos de la permanencia y la estadística histórica dice que la salvación pasaría por ganar como mínimo seis partidos de los once que quedan. Un ejercicio de épica sin margen de error. Que empieza hoy ante el Alavés. Sin Diego López, sancionado, ni Naldo, baja por problemas físicos.
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