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No fue un desempeño brillante, pero el Deportivo Alavés hizo lo suficiente para haber terminado el encuentro del sábado contra el Lugo con al menos un gol en su zurrón. Pero, de nuevo, se quedó en blanco. En el peor momento, cuando algunos rivales comienzan ... a distanciarse, los albiazules pincharon en casa. Es el tercer encuentro sin ganar de un equipo todavía muy vivo en la lucha por el ascenso directo, pero al que cada vez le queda menos margen para tropezar. Más allá de un cierto bajón en su rendimiento, los vitorianos han experimentado un frenazo en una estadística muy concreta: los goles marcados.
El equipo arrollador hace semanas es ahora uno que sufre para ver portería. Es su tónica de un año de altibajos, con momentos de extrema lucidez y otros de sufrimiento para marcar siquiera un tanto. Se mantiene en el lote de cabeza en esa parcela, en general notable, si bien atraviesa uno de esos tramos de atasco. Son ya tres encuentros consecutivos a cero. En todos pudo marcar, pero le faltó puntería o se encontró con notables intervenciones de los guardametas rivales. Así fue contra el Lugo. En especial, con Villalibre como protagonista. El de Gernika regresó al once y rozó varias veces el gol. Protagonizó buenas acciones de delantero centro, pero sus disparos se fueron lamiendo el palo o encontraron a un notable Óscar Whalley.
Hasta dieciocho disparos realizó el Alavés contra el cuadro gallego, seis entre los tres palos. Contra el Villarreal B intentó diez, aunque solo dos fueron a portería. Ante el Cartagena, el primero de la racha, lanzó hasta en catorce ocasiones, cuatro entre los palos. Un acumulado de 42 intentos sin premio. El 29%, a puerta.
Cifras insólitas hace unas semanas. Entonces, el Alavés deslumbró con una capacidad de acierto sin par. Entró en la dinámica perfecta: buen juego colectivo, crecimiento individual y esa chispa clave para marcar cuando tocaba. En el quinteto de partidos ganados -Racing, Mirandés, Eibar, Zaragoza e Ibiza- el equipo de Luis García realizó hasta 71 disparos, 27 de ellos a portería. El 38%, una cifra algo superior a la de este trío de encuentros sin vencer. Entonces, la diferencia principal estuvo en el acierto. Porque apenas necesitaba 4,4 tiros para hacer diana. Una cifra bajísima. La goleada contra el Zaragoza o la primera media hora del encuentro ante el Ibiza como muestra de esa extraordinaria puntería.
Luis Rioja
9 goles
Mamadou Sylla
4 goles
Miguel de la Fuente
4 goles
Xeber Alkain
4 goles
Asier Villalibre
3 goles
De nuevo, Asier Villalibre ejemplifica esa dinámica opuesta al actual. Su aterrizaje fue meteórico, impensado. Tardó menos de diez minutos en marcar, ante el Eibar, su primer gol como albiazul. Al rato ya cantaba el doblete y, una semana después, también acertó frente al Zaragoza en su primer contacto con el balón. Contra el Ibiza partió por primera vez como titular, aunque entonces no marcó. Tampoco en ninguno de los siguientes tres encuentros, si bien frente al Lugo regresó a una versión más convincente. Fruto, también, del tipo de partido, en el que el Alavés buscó con asiduidad centros laterales al área.
El frenazo goleador se traslada al resto de atacantes de la plantilla. Igualmente a un Luis Rioja letal en febrero con cuatro goles y dos asistencias, pero en blanco desde su hat trick frente al Ibiza. Sylla, que no tuvo minutos contra el Lugo, tampoco vio portería en los tres choques anteriores, su racha más larga de esta temporada. Situación diferente a la de Miguel de la Fuente. El delantero se perdió más de un mes de competición por un problema en su tobillo y a su regreso ha jugado dos encuentros. Ambos, como acompañante de Villalibre en la delantera y sin acabar tampoco con la sequía albiazul.
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