«Es una final de las doce que nos quedan». Hasta ahora, Luis García era reacio a tirar del tópico a vida o muerte para definir el calendario albiazul. Pero ahora, con el cierre de curso ya en el horizonte y tras el pronunciado frenazo ... albiazul contra el Cartagena y el Villarreal B, apela a la exigencia inmediata de sumar triunfos. Ahora cada pinchazo corre riesgo de ser definitivo. Da igual que el duelo sea contra el único equipo de las tres primeras categorías nacionales que todavía no ha ganado en 2023. Uno que apenas ha marcado dos goles en ese tiempo. Incluso, aunque esa escuadra vaya por su cuarto técnico de la temporada y esté a doce de la permanencia. «Cada tres puntos valen igual. Quiero ver un equipo que muerda, que salga, que apriete, que sea profundo, que domine… muchas cosas. Ya dan igual los rivales y las situaciones. Tenemos que salir con un hambre bestial», resumió el técnico albiazul ayer en la previa.
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Aunque precisamente ese enésimo cambio en el banquillo lucense añade otro matiz a la incertidumbre del equipo vitoriano. El Alavés, tras el inquietante tropiezo frente al Villarreal fruto de su total desaparición tras encajar el gol local, afronta la oportunidad de reválida. El momento de reencontrarse con el equipo que hace unas semanas resultaba imparable y que llegó a encadenar cinco victorias. Pero la opción de reengancharse con el triunfo le llega frente a un equipo difícil de descifrar. El Lugo apenas ha podido entrenar en tres ocasiones con su nuevo técnico, el vitoriano Iñigo Vélez de Mendizabal, y el impacto del último revulsivo es desconocido. «Siempre se produce alguna reacción», asume Luis García. Parte de tópico, pero también en base a ciertos argumentos futbolísticos. «Creo que Vélez sí que puede encajar por su manera de ver el fútbol. Van a reactivarse», advirtió.
García y su equipo han analizado al rival albiazul, pero su Lugo no ofrece referentes. «Tenemos la incógnita de cómo van a jugar», reconoció. Desde el sistema -Vélez de Mendizabal compitió con cinco defensas en el Amorebieta, pero el cuadro gallego apenas lo ha hecho así este curso- a la elección de los jugadores. Sin muchas opciones en una plantilla corta, que vendió sobre la bocina del mercado invernal a su máximo referente, el delantero Chris Ramos. Él supuso el mayor quebradero de cabeza albiazul en la primera vuelta, pero su marcha, cuando además era el destacado máximo artillero del equipo, ha dejado al plantel gallego aún más huérfano. Con opciones de ser titulares en Mendizorroza, dos albiazules: el central Pantic y el atacante Manu Barreiro, pieza importante en el último ascenso del Alavés a Primera.
En la escuadra albiazul, la vuelta al centro de la defensa de Abqar, que ayer cumplió 24 años, parece segura. «Va a haber algún cambio», apuntó García enigmático. Apenas han pasado cinco días desde el último encuentro albiazul y eso puede incentivar la entrada de nuevos nombres que revitalizan al equipo. También existe la duda hasta última hora de un jugador que ayer no pudo entrenar por encontrarse enfermo. «Le hemos guardado y creo que no habrá problema. Espero que esté», auguró. Pero, más allá de los bailes de nombres en varias parcelas del centro del campo o la delantera, el técnico tiene claro el camino. «Debemos tener ese orgullo de volver a sumar tres puntos. Tenemos que aprender a levantarnos», recalcó el técnico albiazul.
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