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La progresión del Deportivo Alavés es evidente. Numérica, anímica y balompédicamente. El fútbol tiene su componente azaroso, pero las cifras terminan reflejando lo que sucede en el terreno de juego. Las rachas no suelen ser casuales. No lo era la mala ráfaga inicial del equipo ... albiazul –cinco derrotas seguidas–, que entonces no dominaba ninguna de las dos áreas, temblaba en la suya y ni amagaba en la contraria, y transitaba por el césped sin un rumbo claro. No lo es tampoco la actual: 11 puntos de 15, un bagaje que desde el retorno a Primera el conjunto vitoriano solo había conseguido con Pellegrino y Abelardo –Pablo Machín estuvo seis jornadas sin perder la pasada temporada, pero con cuatro empates y solo dos victorias–.
El Alavés ya sabe a lo que juega. Javi Calleja empezó por los cimientos defensivos y, a partir de ahí, con la confianza al alza, el equipo ha ido ganando matices ofensivos para ser más amenazante en el campo rival. Sigue sin llegar demasiado –con 41% de posesión solo supera en este apartado al Cádiz (35,5%)–, pero lo hace con las ideas más claras. Con más intención. La gestión del balón a la que alude constantemente el técnico madrileño. En Sevilla ya avisó Joselu en el minuto 4 –el remate que provocó el córner del gol de Laguardia–, Rioja asustó a la contra mediada la primera mitad y Edgar acarició el 1-3 en dos ocasiones en la segunda parte. Llegó mucho más el conjunto hispalense, era lo lógico y más tras el 0-1, pero el albiazul tuvo sus opciones.
Después de crecer desde el funcionamiento sin balón, el Alavés empieza a darle más sentido a sus posesiones. Más estable, más sereno. Con más poso. Ycon los roles bien definidos. En defensa, con Pacheco en el papel de solvente guardaespaldas, manda la jerarquía de Víctor Laguardia y en ataque el guía es Joselu, con Rioja en el papel de punzante agitador. En medio, el poderío físico de Loum y la batuta de Toni Moya han encontrado en la actividad de Pere Pons su mejor complemento.
Son los reflejos particulares de un paso adelante colectivo. El central maño ha recuperado su mejor versión, el delantero gallego vuelve a ser el líder que fue en los dos cursos anteriores, el extremo andaluz ya es un valor seguro en Primera y el centrocampista madrileño es la gran revelación de la temporada. Los nombres propios de la recuperada solidez albiazul, apuntalada por registros secundarios fiables como la oscura firmeza de Duarte, la capacidad de Lejeune, la buena respuesta de Martín tras la lesión de Ximo o las apariciones afiladas de Edgar.
Calleja ha encontrado su once y el equipo está respondiendo a bloque, con un compromiso colectivo que barniza esas virtudes individuales. «Es una maravilla entrenar a este equipo. Es un privilegio, es un grupo único, de compromiso y de actitud», elogió Javi Calleja tras el empate cosechado el sábado en el Sánchez Pizjuán.
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