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El Deportivo Alavés ha moderado su ritmo liguero. Una coyuntura que cabía esperar después del extraordinario promedio firmado en la primera vuelta, de 1,7 puntos por jornada. Un frenazo lógico, seguramente inherente a las circunstancias del campeonato y del propio equipo ... albiazul. Y la brecha numérica es importante: en la segunda vuelta ese cociente de puntuación se ha desplomado por debajo de la mitad (0,8). Cinco puntos en seis jornadas, fruto de una victoria, dos empates y tres derrotas. Solo cinco equipos han sumado menos desde que la Liga atravesó su 'ecuador': Sevilla, Celta, Rayo y Valladolid (4); y Girona (3), con un partido pendiente, el que disputa esta noche frente a la Real Sociedad en Montilivi.
Estas cifras no tienen una correspondencia futbolística. El conjunto vitoriano no se ha desplomado proporcionalmente en sus prestaciones. Sí titubeó en el arranque de la segunda vuelta, con tres derrotas seguidas (Getafe, Rayo y Real Madrid) enmarcadas en la inestabilidad provocada por el mercado de invierno, que, según han reconocido los propios protagonistas, sacudió al plantel albiazul con salidas, entradas e intereses ajenos varios. Pero, una vez cerrada la persiana del zoco de enero, ha reconducido la situación para volver a ser ese bloque rocoso difícil de superar.
El Alavés, con los matices de los cambios y los naturales picos de la competición, es ahora el mismo equipo sólido, trabajador y comprometido de la primera vuelta. Un conjunto competitivo aferrado a una idea clara que empieza por la firmeza defensiva. La gran diferencia es el gol. Donde antes había 1,15 por encuentro (Ibai y Sobrino habían aportado tres por cabeza), ahora hay 0,5. Tres tantos en los seis partidos de la segunda vuelta, con el contador a cero en cuatro de ellos (Getafe, Rayo, Real Madrid y Celta). El don de la oportunidad dio muchos réditos al equipo babazorro, que en el primer tramo del campeonato sumó hasta siete puntos en el descuento: dos en Valladolid (0-1), dos ante el Real Madrid (1-0), uno frente al Getafe (1-1) y dos ante el Villarreal (2-1).
El arte de anular y castigar. Alguno de esos partidos fue similar en desarrollo al del sábado ante el Celta, que habría cambiado de color si entra el ajustado disparo de Manu García o el remate a bocajarro de Maripán, bien repelidos ambos por Rubén Blanco. No pasó. La gran diferencia es el gol. La puntería, que va y viene. Pero también convergen condiciones tácticas: si en la primera vuelta Abelardo utilizó el trivote como un recurso puntual -cinco partidos de 19-, en la segunda ha pasado a ser la primera opción -cuatro partidos de seis-, apremiado por los ocho goles que encajó el conjunto albiazul en aquellas tres derrotas seguidas -Getafe (4-0), Rayo (0-1) y Real Madrid (3-0)-.
Reforzado el centro del campo, el Alavés recuperó estabilidad ante el Levante (2-0) y supo sufrir ante el acoso del Betis (1-1). También protegió su área ante el Celta (0-0), pero a costa de sacrificar presencia ofensiva ante un rival agitado por la ansiedad clasificatoria. Manu García apretó y creó peligro desde la presión, pero faltó creación y, con los laterales anclados en defensa, el ataque se reducía a tres piezas ofensivas incomunicadas entre los cinco zagueros celestes. Refugiado sobre todo en la inspiración de Jony, ante la falta de acierto del inagotable Calleri -un gol en quince partidos-, aislado en punta, y el cansancio de Inui, alejado aún de su versión más eléctrica.
«No hemos estado bien en ataque en la primera parte, no hemos sabido interpretar por dónde hacerles daño», reconoció Abelardo. Sin una circulación demasiado dinámica en el centro del campo, el conjunto albiazul ha perdido la amenaza del fútbol directo en el que profundizaba el 4-4-2. Traducido a nombres propios, a grandes rasgos, el cambio es Brasanac por Borja Bastón. El empeño del serbio por el olfato goleador del madrileño, que, con cuatro tantos, presenta el mejor promedio realizador del equipo, uno cada 183 minutos. Después de siete partidos sin ser titular, el balcánico ha partido de inicio en cuatro de los últimos cinco encuentros. Después de cinco en el once, con dos dianas, el ariete solo ha disputado trece minutos en los últimos cuatro.
Casualidad o causalidad. El 'Pitu', en cualquier caso, mantuvo su apuesta hasta el final, fiel al plan original del trivote, aunque no estuviera dando muchos frutos. Los cambios (Wakaso, Rolan y Bastón), hombre por hombre, no tocaron el dibujo ni aportaron soluciones en un equipo que, pese a su holgada posición clasificatoria, no quiso asumir riesgos ante un adversario en una situación antagónica que se conformaba con el empate. La idea coincidente de ambos equipos era la de no encajar gol y esperar el acierto en las oportunidades contadas. Duelo de ambiciones cohibidas. «Me voy contento con un punto más», concluyó el entrenador albiazul, que no quiere desprenderse aún del corsé de la permanencia.
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