Deportivo Alavés

El Alavés brinda por otro año mágico con un entrenamiento especial

Cada uno tenía su objetivo marcado. El grupo formado por Galder, Oliver y Eiden perseguía con la mirada a Samu Omorodion. Es el que les gusta. «El mejor», resumían, fascinados por sus potentes carreras para intentar cazar alguno de los balones centrados al área. También atentos a la última incorporación, Carlos Vicente. Sobre todo Galder. Sus compañeros tardaron más en dar con él. No tenían ojos para ver todo lo que sucedía en el campo. Y eso que ocupaban un lugar privilegiado de la grada. Si muchos optaron por ocupar la parte inferior de la tribuna y otros se sentaron en los primeros asientos de la zona superior, el trío de amigos subió hasta la última fila, la más alta. Aunque estaban cómodos, confesaban que no era su primera opción. «Teníamos en mente estar abajo, pero cuando hemos llegado estaba todo petado. Así que nos hemos sentado aquí», explicaban. Desde su particular atalaya, mientras no perdían tampoco vista de los ejercicios que realizaban los porteros, piden repetir la experiencia. «Queremos más entrenamientos así», coinciden.

En cuestiones numéricas y de decibelios, los más jóvenes ganaron sin duda. Atentos para cantar los mejores goles, celebrar paradas y sorprenderse con algunos detalles del día a día que escapan un poco de la dinámica habitual de los partidos. Esos que convierten un entrenamiento en algo diferente. Pero aunque eran ellos los que exteriorizaban la ilusión y la emoción, los adultos también veían con agrado el espectáculo. Algunos acudieron solos. Otros ejercieron de acompañantes -también de guía, además de compañeros de charlas y debates- de los más jóvenes. «Está bien venir de vez en cuando. Aunque ya no se hace como antes y solo es en días señalados», explicaba Juanpa, acompañado por el joven Aimar.

Cerca, Iker conversaba con sus hijas, Paula y Nahia. Una con su bufanda del Alavés… y la otra con la del Baskonia. «Somos más de basket», confesaba el progenitor, que sin embargo disfrutaba del entrenamiento. Nahia, la más futbolera del trío, atendía a todos los jugadores por igual, sin terminar de decidirse por su favorito. Pero aunque la sesión era larga -con algunos momentos algo más tranquilos en los que algunos aprovecharon parar fotografiarse con Babazorro-, no perdía ojo de lo que sucedía. «En vacaciones está bien que haya un entrenamiento así. Encima es en Primera, donde parece que hay más secretismo en todo», ilustraba el adulto. Lo cierto es que los pocos móviles que se vieron fueron para fotografiarse o grabar vídeos. Solo unos pocos txikis cayeron en la tentación y se olvidaron a ratos de lo que sucedía en el césped para darse a alguna carrera por la grada u otras distracciones.

También había tiempo para escrutar a los menos vistos. Como un Giuliano Simeone cuyo regreso será una realidad en los próximos días. O Carlos Vicente, que este viernes participó en su segundo entrenamiento. «Parece rápido», valoraba Juanpa. La suya fue una puesta de largo por todo lo alto. Con «un poco de nervios» pero también «súper feliz» en sus primeros pasos. «Es algo a lo que no estaba tan acostumbrado. Está muy guay ver a toda la gente, cómo lo vive. Es un estadio muy acogedor, de los buenos. Muy feliz por toda la gente que ha acudido», destacó el extremo aragonés. Como a los demás, cerró el entrenamiento con el momento de los autógrafos y las fotos. El broche más esperado por muchos de un entrenamiento diferente. Un buen regalo navideño.