La autoridad de un anfitrión fiable

Y lo hizo. El Alavés mandó en el esférico y en el partido. Con una buena actuación de Blanco, protagonista desde el principio. Quizás perdió algo de incidencia con el paso de los minutos, pero no para de pedir la pelota, ofrecer apoyos a sus compañeros y dar soluciones al juego colectivo. Y bien conectado con Salva Sevilla. Dos batutas para dar versatilidad a la posesión alavesista, dos desatascadores de marañas rivales. Sin desdeñar la faceta defensiva. El cordobés no tiene la presencia física de Benavídez, pero tampoco elude el cuerpo a cuerpo –la amarilla como muestra– y su buena disposición táctica le permita robar balones.

El técnico albiazul demandó más inspiración a sus jugadores de ataque. Se sigue echando en falta la finura en los últimos metros que destilaba Jon Guridi en el inicio de la temporada y a Mamadou Sylla le penalizan algunos controles defectuosos, pero estuvo atinado para marcar su tercer gol liguero tras aprovechar una de sus virtudes, el desmarque al espacio. Abde, que actuó como extremo derecho por delante de Jason y Alkain (enfermo durante la semana, siempre se atreve a encarar y eso siempre agita defensas.

Y apareció Luis Rioja. Aunque su acción decisiva fue el fruto de un error garrafal de Germán, el extremo lució esa chispa que le hace desequilibrante. Y no desaprovechó el regalo del central verdiblanco. El sevillano, muy enchufado, logró su cuarta diana de la temporada, con el que iguala a Miguel de la Fuente como máximo goleador alavesista. En el día en el que Alavés quiso afilar su remate. El partido parecía transcribirse sobre el mismo guión que el del Burgos, el de un equipo dominador con más llegada que remate, pero terminó firmando la mayor goleada de la temporada. Solo había marcado tres tantos a la Ponferradina, pero entonces el encuentro terminó 3-1.

El Alavés es otro en Mendizorroza. Como hizo contra el Burgos, el equipo albiazul sometió al Racing con autoridad. Esta vez, además, con goles. Dominador desde el principio. Gran puesta en escena, con balón y sin él. Posesiones progresivas para pisar área rival y presión alta coordinada para que el equipo cántabro no pisara el campo rival hasta pasado el minuto 20.

El resultado es una victoria convincente y la cuarta portería a cero en los últimos cinco partidos ligueros en casa (Zaragoza, Villarreal B, Burgos y Racing). Solo el Levante, muy superior aquel día, ha perforado en este tramo la portería de Sivera, que solventó bien el trabajo que le llegó a su parcela.

El VARvolvió a sorprender en Mendizorroza. Si en el duelo copero brilló por su ausencia en situaciones controvertidas que siempre favorecieron al color rojo, esta vez pilló descolocados a jugadores y aficionados cuando expulsó a Róber González en una decisión increíble. El extremeño llevaba solo dos minutos en el campo cuando buscó el remate en un centro de Duarte. Armó la pierna, pero no pudo conectar con el balón porque se le adelantó Germán, con tan mala que, ante la imposibilidad de frenar, el defensa racinguista se llevó una inevitable patada que el colegiado, a instancias del videoarbitraje, convirtió en una sorprendente cartulina roja.

Tan asombrosa que cuando la jugada estaba en supervisión los espectadores no sabían si se estaba revisando un penalti o una posible expulsión. La séptima en Liga tras las de Rioja, Alkain (2), Benavídez, Sylla y Abqar. Octava si se suma la de Duarte en Mérida en Copa. Un problema recurrente que en esta ocasión tuvo tintes surrealistas.