Alavés 0-1 Real Sociedad

El Alavés se queda muy corto

Sus problemas se volvieron a ver en el último derbi. De nuevo salió cruz en una temporada especialmente aciaga en ese apartado: solo un punto en seis partidos y de nuevo la sensación de haber sido notablemente inferiores a los vecinos. El poso quizá más amargo de la derrota contra la Real Sociedad por lo que supone en el apartado anímico antes de afrontar otra semana de obligado parón por la final de Copa. Un descanso para recuperar un cuerpo que da señales de fatiga y una cabeza que debe regresar a su estado óptimo.

Sentado en el diván, el Alavés da vueltas sobre todo a sus problemas ofensivos. Si bien es cierto que nunca ha sido un bloque especialmente dotado en esa faceta, se encuentra en un momento difícil cara a portería. Genera poco y, cuando lo hace, tampoco está fino en el remate. El balance ofensivo ante la Real se resumió en el arreón del final de la primera parte: un disparo de Rioja que se fue al palo y un tiro desviado de Gorosabel pocos minutos después. Hasta ahí. La segunda parte fue de sequía total. Tanto, que el Alavés cerró el partido sin haber disparado ni una sola vez entre los tres palos. Insuficiente en la mayoría de los escenarios, pero imposible de sostener ante un equipo con la calidad del donostiarra. La Real fue mejor y mereció el triunfo, pero se encontró con las facilidades de una versión albiazul mundana.

Ese laberinto ofensivo atrapa al entramado colectivo, pero nace del mal momento de sus piezas. Desde un Samu Omorodion que ya no puede esgrimir la baza de la novedad y que, bien controlado por zagueros talentosos, apenas consigue conectar con el juego. Pero tampoco atraviesan momentos de fluidez Rioja, Carlos Vicente o, incluso, jugadores encargados de surtirles de balones como Guridi o Guevara. Ambos han sido dos de las piezas más constantes y determinante del equipo, pero parecen atravesar un momento de sobrecarga. Sus ideas ya no fluyen con la facilidad que lo hacían y eso se nota en el ataque.

Tampoco la apuesta de Luis García por un frente ofensivo inédito resultó. Juntó a Kike y Panichelli en ataque, con las bandas para Simeone y Abde. Los cuatro, recambios salidos desde el banquillo. Esfuerzo no faltó, pero poco más. El Alavés también sufre los rigores de una rotación que no termina de aportar toda su profundidad. Le faltan piezas para afrontar con mayor frescura el tramo final de la temporada. Precisa, con urgencia, conectar a esas figuras intermitentes que no han logrado romper las jerarquías del once.

Quedan como asidero el notable nivel de Sivera o las correctas prestaciones de una línea defensiva que no desentona, pero cuyo desempeño no es suficiente. Algunos brotes verdes de un equipo que, pese a lo negativo de su estado actual, sigue instalado en un contexto dulce. El Cádiz recortó el viernes la ventaja albiazul a siete puntos. Un trecho notable, sobre todo dado el bajo nivel de puntuación registrado por los equipos de la zona baja, sobre el que debe asentarse el último golpe de pedal albiazul. Tiene ahora un choque ante un rival en situación crítica como el Granada y dos choques en casa, Atlético y Celta, para olvidarse del bache y terminar de sellar su continuidad en la élite