El Alavés y la plantilla acordaron una rebaja mínima de salarios cercana al 10% anual

«En una negociación todas las partes ceden y todas piensan que podían haber apretado más», apuntaba días después Josean Querejeta en una entrevista radiofónica. Es lo que sucedió para alcanzar un acuerdo que, durante semanas, estuvo muy lejos de concretarse y solo se activó realmente en las jornadas previas a las sesiones de entrenamiento. A esas alturas, el Alavés ya había modificado su postura inicial para establecer una oferta que oscilaba entre un 12% de bajada de sueldo en el caso de que la Liga continuara y un 20% si finalmente la competición no se reanuda. Los jugadores, no obstante, se mantuvieron firmes en no aceptar una propuesta notablemente peor de las que ya se habían firmado en otros clubes de la categoría.

Una de las cuestiones de desacuerdo desde el comienzo fue acerca de las primas individuales que los futbolistas tienen pactadas por la consecución de la permanencia, el objetivo del club cada temporada. Al final, se limaron las diferencias. Dentro de un pacto donde se han establecido múltiples posibilidades de recortes de salario, hasta un máximo cercano al 20% en el caso de que finalmente la competición no se reanude.

Entre las dos cifras orientativas –10 y 20%– se han fijado otras opciones intermedias. Con motivo de una posible reanudación y posterior cancelación de la Liga antes de tiempo –lo que generaría menos ingresos de televisivión– o si la temporada se resuelve o no con la permanencia en Primera División. El documento final del acuerdo se rubricó con las firmas de los cuatro capitanes (Manu García, Laguardia, Pacheco y Rodrigo Ely), la del entrenador Asier Garitano y la del presidente albiazul, Alfonso Fernández de Trocóniz.

De este modo finalizó la aplicación del ERTE a la plantilla que durante casi dos meses llevó a los futbolistas a cobrar sólo el 30% de sus sueldos, lo que ha supuesto un importante ahorro para el club en unos momentos donde el volumen de ingresos ha sido prácticamente nulo y las perspectivas de futuro poco halagüeñas. Con partidos a puerta cerrada, es decir, sin venta de entradas, la previsión de devolver dinero a los socios, la incertidumbre sobre la próxima campaña de abonados y la estimación de que los ingresos caerán entre un 25 y un 30% durante la próxima temporada.

Una circunstancia que deja el actual acuerdo de rebaja de suelos solo como un anticipo de lo que puede suceder. Porque los clubes ya barajan la posibilidad de un nuevo ajuste de salarios para el siguiente ejercicio y, además, tratarán de hacerlo de forma conjunta y con el aval de la Liga de Fútbol Profesional. La desescalada futbolística apunta al regreso al césped a mitad de junio, pero las consecuencias económicas de la pandemia marcan un horizonte de obligada austeridad que puede extenderse durante muchos meses.