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La portería es un hábitat complicado, el refugio de la figura más solitaria del fútbol. La de guardameta es una posición diferente, salpicada por demasiados intangibles azarosos. Y la etiqueta de portero suplente es poco menos que una condena. Ese estatus aboca a unas tinieblas ... futbolísticas que solo se iluminan en la Copa o en los episodios de lesión o sanción del titular. En esas anda Antonio Sivera (Xàbia, Alicante, 1996), que lleva cuatro años a la sombra del indiscutible Fernando Pacheco. Como antes lo hicieron Pau Torres u Ortolá. Con el pacense no hay debate. Solo el veterano Roberto Jiménez osó discutirle el puesto en el extraño fútbol postpandemia.
No es una circunstancia habitual la ausencia del extremeño, que en seis años únicamente había faltado en once partidos ligueros por lesión (ocho fueron en la temporada 2019-20) y en uno por sanción. Esta temporada ya se ha perdido dos. Ante el Levante iba a ser el tercero. Eso parecía, después de nueve días al margen del grupo tras sufrir un esguince de tobillo frente al Elche. Pero Javi Calleja abrió la puerta a un inesperado regreso del portero pacense. «Ahora mismo aseguraría que llega», dijo el técnico antes del último entrenamiento. Todo depende de las sensaciones que tuviera el guardameta.
Si está bien, sigue sin haber debate, por muy bien que Sivera lo hiciera en el Camp Nou, donde cuajó la que posiblemente ha sido su mejor actuación en sus cinco temporadas como albiazul. Sí que hay dilema. Una rendija para la duda en un partido tan importante como el de esta tarde: apostar por un portero que llega con un solo entrenamiento tras nueve días 'parado', aunque sea el titular indiscutible de las últimas siete temporadas; o dar confianza a un guardameta que solventó con nota la visita al Camp Nou y necesita minutos para confirmarse como un recambio sólido del extremeño tras cuatro años vacilantes en Vitoria.
«Fue uno de los mejores del partido», reconoce Calleja. «Le ha venido muy bien jugar y hacerlo muy bien, ha salido reforzado», precisa. Pero la sombra de Fernando Pacheco es demasiado alargada. «En el día a día 'Sive' es el mismo, no ha cambiado. Sigue entrenando muy bien, creando competencia a Pacheco y Jesús (Owono). Espero que le haya servido para seguir trabajando en la misma línea y saber que cuando se presentan oportunidades hay que estar preparados para hacerlo lo mejor posible para cuando le toque». Es ingrato es el papel del portero suplente. Es complicado el desquite. Y el alicantino encarna a la perfección esa figura que tan difícil tiene reivindicarse en Primera, un reto que lleva cuatro años en su lista de tareas pendientes. La suya en Vitoria es una historia de expectativas irresolutas, dudas e infortunios.
Sivera es un portero que empezó de delantero, pero pronto empezó a calzarse los guantes para mirarse en el espejo de Víctor Valdés, su referente. El sacrificio de las redes lo lleva en la sangre, la de un padre pescador que cargó con la pesada rutina de cruzar cada día los más de 100 kilómetros que separan Xàbia de Valencia. Empezó a destacar en los juveniles del Hércules. Estaba todavía en edad cadete, pero fue ascendido por la fe ciega que le profesaba el entonces director deportivo blanquiazul, el mismo Sergio Fernández que años después le reclutaría para el Alavés.
cinco temporadas
En el período intermedio se consagró como uno de los porteros con mayor proyección del fútbol español. En el Valencia, que se impuso al Sevilla en la carrera por su fichaje. Allí debutó con solo 17 años en Segunda B. Allí fue distinguido como mejor portero joven de España en el Fútbol Draft de 2016, por encima de Unai Simón y Soriano. Allí, en 2015, fue campeón de Europa sub'19 con la selección española. Era el titular por delante del de Murguía, que ahora es dueño del puesto en la absoluta. También cuando fue campeón de Europa sub'21 en 2019, ya en las filas del Alavés.
Una progresión casi idílica que ha visto cortadas sus alas en Vitoria. Sivera firmó por el club albiazul en 2017 con esa vitola de gran promesa. Un contrato de cuatro años en una operación de unos 2 millones de euros que, a cambio de una cantidad creciente, permitía al Valencia recuperarle al final de cada temporada. Era, en principio, el relevo de un Pacheco que ya había despertado el interés de varios clubes. «Somos conscientes de que algún día Pacheco dejará de estar con nosotros», dijo Sergio Fernández en la presentación del alicantino.
Pero las cosas no han salido como Sivera esperaba. En esos cuatro año, que incluyen una cesión poco fructífera al Almería (4 partidos en Segunda), Sivera solo jugó ocho duelos ligueros. Con actuaciones vacilantes. Y con mala suerte. En la primera, con el equipo salvado y como premio a su trabajo en la sombra, Abelardo le brindó la titularidad en la jornada 35. Era su debut en la máxima categoría. Pero se lesionó y tuvo que salir Pacheco. Y le volvió a pasar el curso pasado, en la última jornada, en su primera aparición liguera.
Jugarretas del destino que jalonan una trayectoria decreciente. 631 minutos en su primer curso, el más prolífico gracias a un largo camino copero. Porque en Mendizorroza Sivera ha sido, fundamentalmente, el portero de la Copa. 341 el pasado, cuando su falta de confianza quedó reflejada en ese torneo, con varios fallos en el desastre de Almería (5-0). Ahora busca desquitarse en su último año de contrato –prorrogó su vínculo antes de la cesión–. No estuvo afortunado ante Osasuna –evitable el primer gol rojillo–, pero se mostró seguro en esos súbitos minutos finales ante el Elche y destacó en Barcelona. Frente a los granotas podría superar su tope de minutos en una temporada en Primera (270), pero dependerá de las sensaciones de Pacheco.
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