Alavés-Mallorca | 18.30 horas
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Muriqi, el pirata que huyó de la guerra y amenaza al AlavésA Vedat Muriqi (Prizren, Kosovo, 29 años) le empezaron a llamar 'el pirata' en Italia porque no les convencía su anterior sobrenombre: 'Caníbal'. Aunque la suya, más que de marineros intrépidos o comedores de carne, es una historia de supervivencia. La de un futbolista que ... a los cuatro años huyó de la guerra, que poco después trabajaba en el restaurante de su tío para ganarse la vida y que tuvo que emigrar para poder ejercer a tiempo completo de futbolista. Desde hace dos años lo hace como referencia ofensiva del Mallorca. Mete miedo. «Yo lo veo y me cambio de acera. Es un tío de 1,90, metros... un bicho feo y raro», aseguraba hace unos meses con su particular franqueza su entrenador, Javier Aguirre. Pero también se rendía a su talento: «Con lo feo que es, ¡qué bien juega el sinvergüenza!».
8 millones
pagó el Mallorca por él en el verano de 2022 tras haberlo tenido a préstamo.
«Tiene razón, soy muy feo. Pero bueno, Aguirre tampoco es guapo», respondía el delantero, que al poco de llegar a Baleares ya se defendía en castellano. Es feliz en Palma, aunque en un primer momento no quisiera jugar en España. Le asustaba una razón que escapaba a la lógica futbolística: España no reconoce a Kosovo como país independiente. Muriqi no sabía cómo iba a afectar eso a su carrera. En realidad, sus orígenes y el apego a una tierra marcada por una historia reciente convulsa siempre han marcado su trayectoria como futbolista.
Nació en un mundo que ya no existe. En 1994 Kosovo formaba parte de una Yugoslavia en descomposición. Ese nombre solo abarcaba a la entidad formada por Serbia y Montenegro. Kosovo era una provincia que gozaba de cierta autonomía y habitada de forma muy mayoritaria por albaneses étnicos. Un sitio caliente. Fruto de esa tensión latente explotó en 1998 la guerra de Kosovo. Muriqi era un niño que no sabía lo que sucedía. «Los soldados llegaron a casa y nos dijeron que teníamos que salir porque iban a meter una bomba. Mi madre estaba preparando la ropa rápido. Yo estaba con mi hermana y le preguntamos 'mamá ¿dónde vamos?' Dijo que nos íbamos de vacaciones», evocaba hace unos meses en Relevo. «Hemos vivido la oscuridad».
Cuando acabó la guerra pudo volver. Le tocó desde muy joven ganarse la vida. Tuvo que dejar los estudios para trabajar en el restaurante de su tío. «Sé que no soy ningún ejemplo, pero tenía que trabajar para ganar dinero», asumía. Soñaba con ser futbolista, algo que entonces parecía imposible en el contexto de una tierra que tiempo después, en 2008, se independizaría de forma unilateral de Serbia. Goza de un reconocimiento parcial -104 de los 193 estados de la ONU-, vive puntuales escaladas de tensión con Serbia pero disfruta de su selección, plenamente reconocida por la FIFA y la UEFA. Eso le ha llevado, por ejemplo, a jugar en España, que no reconoce su independencia. Muriqi disputó ese partido en 2021, pero no marcó. Aunque ya es el máximo artillero histórico de la joven selección.
Entonces era jugador de la Lazio. A la capital italiana llegó en 2020 por 21 millones de euros tras explotar en Turquía. Allí había aterrizado con veinte años tras empezar en Kosovo y Albania. Muriqi también tiene el pasaporte del país euroasiático, ya que es kosovar de etnia turca. También musulmán. Con 23 años marcó 17 goles en primera con el Rizespor y se ganó el fichaje por el Fenerbahce. Sus 20 goles en una excelente temporada le valieron el apodo de Caníbal y su desembarco en la Serie A. Pudo debutar en al Champions, pero apenas marcó dos goles en año y medio. Perdió la sonrisa. «Pensé que el fútbol se había acabado para mí. Metí 20 goles con Fenerbahce y ya se acabó. Llegué a pensar que lo que me pasó fue solo suerte».
5 goles
en diecisiete partidos ha marcado este curso en Liga el delantero kosovar.
Su llegada a Mallorca en enero de 2022 le devolvió la fe. Jugador de área, poderoso en el juego aéreo y fuerte, se convirtió pronto en un quebradero de cabeza. Marcó en su debut… con Luis García como técnico. «Es un animal, un bicho. En el juego aéreo es un ganador nato», recordaba ayer el técnico del Deportivo Alavés. Apenas coincidieron unas jornadas antes de que fuera cesado. Llegó Aguirre, terminó la temporada con cinco goles, el Mallorca se salvó y, previo pago de ocho millones, se quedó. El año pasado marcó quince goles. Este curso, gris en lo colectivo y complicado por las lesiones -ha estado fuera casi dos meses-, lleva cinco.
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