El Alavés contra la maldición pepinera

Que esta vez se cruzó en el camino del equipo alavesista antes incluso de vestirse de corto. En ruta. En plena carretera. En un punto intermedio entre Vitoria y Madrid donde el autobús sufrió el reventón de una rueda que tuvo parada a la expedición albiazul durante una hora, hasta que un autocar 'suplente' acudió al rescate de Garitano y sus jugadores. «Afortunadamente, ha sido a doscientos metros de un área de servicio», explicaba el jefe de prensa. Nada grave, un contratiempo, una anécdota más en esa particular intrahistoria que albergan los duelos entre el Alavés y el Leganés.

Desdichada para los intereses babazorros. En casa y fuera. En el camino y, sobre todo, en el campo. Los siete duelos en la máxima categoría se han saldado con cinco empates, los cuatro de Mendizorroza y uno en Butarque, y dos derrotas, las dos últimas comparecencias en el estadio del sur de Madrid. Son en total diez partidos seguidos sin conocer la victoria frente a los pepineros, ya que la racha se alarga a la temporada 2015-16, aún en Segunda, cuando ninguno de los duelos ligueros ni el cruce copero cayeron del lado albiazul.

La última victoria alavesista contra el Leganés data del 24 de enero de 2015, en campo propio, con dos goles de Toribio y Raúl García (2-0). Y para encontrar el último triunfo a domicilio hay que remontarse a noviembre de 1997, con tantos de Karmona y Azkoitia (1-2). Dos éxitos labrados en plata. En Primera el Leganés es coto privado para el Alavés. La muesca que falta en el fusil albiazul. Con todo tipo de vicisitudes que, efectivamente, invitan a pensar en una maldición. La de los minutos finales, claves en este tipo de duelos.

Insúa empató el primer envite, en Mendizorroza, en los últimos compases. Primer aviso del conjunto pepinero, que en Butarque volvió a nivelar el partido a dos minutos del final –esta vez fue Timor–, ante un conjunto albiazul que ya pensaba en la cercana final de Copa y se había adelantado por mediación de un secundario como Krsticic. Un guión repetido. Un hilo conductor.

Quizás por eso no extrañó a nadie que Zaldua volviera a repetirlo al año siguiente en Mendizorroza (2-2): empate en el 89 en un choque que los albiazules dominaban con dos goles de ventaja, tres minutos después de que Ely fuera expulsado. O que la temporada pasada Jonathan Silva volviera a hacer lo mismo en el descuento con un centro-chut envuelto en suerte (1-1). Duro golpe para una escuadra vitoriana que entonces encadenó nueve partidos sin ganar para enterrar sus opciones de entrar en la zona noble. Cuatro 'victorias' alavesistas que se rompieron por el camino. «Tuvimos algo de suerte», reconoce Asier Garitano, que vivió aquellos enfrentamientos en el banquillo pepinero.

Antes, en el duelo inaugural del curso 2017-18, Manu García falló un penalti que noqueó al Alavés, que sucumbió después ante un tanto ilegal de Gabriel (1-0). «He estado jodidillo», admitió después el capitán, consciente de que aquella pena máxima condicionaba la puesta de largo de Zubeldía, técnico debutante, que solo duraría cuatro jornadas en el cargo. Y aquel equipo ya se había atascado en pretemporada ante el Leganés (1-1), que empató a ocho minutos del final.