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El Alavés pedía a gritos una catarsis, o al menos una señal que enterrara en el pasado sus dos dolorosos naufragios. El conjunto albiazul redujo al máximo su apuesta para minimizar los riesgos y conseguir una expiación de lo más austera. Tiró con lo básico. ... Tanto, que al final se quedó esquelético. Los hombres de Abelardo se adelantaron gracias a un penalti, también mínimo, transformado por Calleri. Ese fue el único disparo a puerta de los locales en todo el partido. Estaba frío el Alavés, frío Mendizorroza, porque los cánticos desaparecieron en la grada de animación con el parón indefinido de Iraultza. Pero el desastre no llegó a ser palpable hasta la ventisca que desató el gol de Jonathan Silva en el descuento. Un mazazo de puro hielo, que deja lánguido el sueño europeo que tanto le ha costado alimentar.
El conjunto albiazul debía exorcizar Mendizorroza tras su abultada goleada ante el Atlético, recuperar la base sobre la que se levanta cualquier milagro, ya sea la salvación del pasado curso o la clasificación continental del presente. Pero el Alavés midió tanto los peligros que le acechaban y se protegió tanto, que acabó devorado por el miedo. Los vitorianos acabaron encerrados con cinco defensas, y tres pivotes, algo inaudito en la era Abelardo. Parecían preparados para repeler cualquier amenaza aérea, para cortocircuitar los envíos por dentro, pero no para un centro defectuoso o un disparo prodigioso –el propio autor lo reconoce– en pleno cierre de partido. No pudo levantarse el equipo, con muchos efectivos tendidos en el suelo y rodeados de un silencio atroz. Eran momentos sordos. De puro dolor.
Alavés
Fernando Pacheco; Martín, Laguardia, Ely, Rubén Duarte; Inui (Twumasi, m.78), Tomás Pina, Manu, Jony (Ximo Navarro, m.88); Calleri y Bastón (Wakaso, m.75)
1
-
1
Leganés
Pichu Cuéllar; Bustinza (Arnaiz, m.69), Rodri Tarín, Siovas; Nyom, Eraso (El Zhar, m.75), Rubén Pérez, Gumbau, Silva; Sabin Merino (Michael Santos, m.75) y Braithwaite
goles. 1-0, m.18: Calleri, de penalti. 1-1, m.92: Jonathan Silva
árbitro. Mateu Lahoz. Mostró amarillas a los locales Tomás Pina (min.32), Martín (min.48), Manu (min.48), Rubén Duarte (min.69), Ely (min.76), Twumasi (min.87) y a los visitantes Bustinza (min.3), Eraso (min.19), Gumbau (min.43), Jonathan Silva (min.57)
incidencias. Partido correspondiente a la trigésimo primera jornada de LaLiga Santander disputado en el estadio de Mendizorrotza ante 16.783 espectadores en una mañana fresca y nublada, con unos 8 grados de temperatura.
El fútbol es caprichoso y esconde parte de su belleza en su crueldad, que hiere y reconforta a partes iguales. El tanto de Calleri de penalti llegó exactamente en el mismo minuto (17) en el que Manu García falló la pena máxima en Butarque en la primera jornada de la pasada temporada. Alguno no pudo evitar encontrar en ese detalle tan nimio y sutil el reflejo poético del abismo que separa al Alavés desquiciado y al glorioso. Pero incluso eso lo borró el brutal desenlace de este domingo. Es cierto que el golpe fue demasiado doloroso. Pero nadie puede decir que el balón no avisara con antelación. Hasta tres grandes intervenciones firmó Pacheco, desde un mano a mano felino ante Sabin Merino en el minuto 13 a dos severas amenazas de Gumbau. Los pepineros merodearon el área, sin ocasiones clamorosas pero con una advertencia constante. Los albiazules respondieron con toneladas de hormigón, y lo cierto es que mantuvieron la solvencia hasta la bomba que Silva clavó en la escuadra.
Las posesiones del Alavés se reducían a pases en su propio campo, las peleas titánicas de Calleri y una sola combinación destacable en el minuto 70, que terminó con un tiro rechazado de Inui. Las muescas le pertenecían al Leganés, que avisó con los cabezazos de Gumbau, Sabin y, sobre todo, Braithwaite, cuyo testarazo se fue por centímetros poco después del descanso. Los albiazules tomaron nota de las advertencias, pero no acertaron con la fórmula. Les faltaba frescura, filo, criterio y hasta oxígeno, así que Abelardo optó por la trinchera hasta matar el partido. Solo Pina, Manu García y un Laguardia expeditivo evitaron que el dominio pepinero se convirtiera en asedio.
Pero lo más doloroso no fue solo haberse quedado sin la victoria, porque el Alavés continuará en la pelea por Europa como mínimo durante varias semanas más, y hasta es probable que culmine su gesta si consigue levantarse. Lo peor fue la confirmación de su frenazo, de haber gastado la única bala que habría solventado un calendario minado con cierta satisfacción. Los vitorianos están irreconocibles, y no se trata ya de una cuestión de ineficacia, como en el anterior bache de la campaña. Qué va. Es que tan solo han acumulado dos tiros a puerta en 180 minutos. Uno ante el Sevilla y otro ante el Leganés. Y este fue de penalti. La falta de productividad ofensiva, con Jony extenuado e Inui despistado, por no hablar de un Borja Bastón casi intrascendente, comienza a ser más que preocupante.
Los rostros de los jugadores albiazules, que no pudieron ocultar su derrumbamiento moral, transmitían un golpe de frustración, como estamparse con una realidad que hasta ayer permaneció latente. Los dos últimos naufragios ante el Atlético y el Sevilla contaban con los atenuantes del calendario apretado, el potencial de dos rivales heridos y hasta de cierta lógica. Pero ante la falta de argumentos que mostraron los albiazules ante el Leganés, solo el resultado podía saciarlos. El marcador esperó hasta el final para darles la espalda.
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