Alavés 0-1 Las Palmas

Los inescrutables caminos del fútbol

Se puede empezar a rebuscar razones de tan inverosímil resultado en la falta de puntería, personificada en la figura de Samu Omorodion, que perdonó dos ocasiones clarísimas en la primera parte. Que el portero le gane un mano a mano al delantero forma parte del juego. Y Álvaro Valles reeditó con el melillense la parada que le hizo hace unos meses a Villalibre en la primera final del Alavés por el ascenso. Pero la primera oportunidad forma parte del muestrario de remates que un ariete del máximo nivel no puede permitirse enviar fuera de los tres palos. No fue el día del punta cedido por el Atlético, que en la segunda parte vio cómo le anulaban los dos tantos que sí logró mandar a la red. Su imagen del final del partido, pidiendo perdón a la grada y arropado por la afición y sus compañeros, es un reflejo elocuente de lo que fue el encuentro.

El caso es que el equipo albiazul volvió a esa inquietante espiral de los merecimientos incompletos. Hizo mucho más que Las Palmas, pero se fue de vacío. Otra manera de verlo es que la escuadra de Luis García necesita hacer más que muchos rivales para llegar al mismo sitio. La Primera División era esto. Este sábado había que ganar a un rival con nombre de recién ascendido pero prestaciones de octavo clasificado. No es que hiciera demasiado el conjunto de García Pimienta, pero está sumando con detalles de calidad como el balón que Kirian ajustó al palo en uno de los dos tiros a puerta de los canarios. Un gesto técnico que decide un partido, aunque sea cruel, injusto o cualquier adjetivo que la afición se fuera masticando a casa.

Como hacía presagiar el reparto de minutos en Copa, Ianis Hagi fue el elegido para reemplazar al sancionado Guevara. Declaración de intenciones de Luis García, que apostó por la calidad asociativa del rumano por delante del físico más potente de Benavídez. No tanto discutir la posesión a Las Palmas, complicado, como querer hacer daño rápido tras recuperación. Y así empezó el partido. Control del esférico amarillo, lo esperado, pero ocasiones albiazules. Desde el minuto 1, cuando Abde probó suerte desde el borde del área. Esa clarísima de Samu en el corazón del área tras un centro del argelino desde la izquierda (m. 5). Llegadas de Javi López y Gorosabel por la derecha.

Bien Blanco y Guridi a los mandos del partido en ausencia del faro habitual. El azpeitiarra rinde le pongan donde le pongan. Pero el fútbol, y bien lo sabe el Alavés esta temporada, no va de merecer sino de marcar goles. Y Las Palmas no necesitó ninguna parafernalia para adelantarse (m. 31). Un jarro de agua fría para un equipo vitoriano que perdió algo de su ímpetu inicial, aunque la volvió a tener Samu antes del descanso, el mano a mano con Valles, tras un gran pase de Hagi. Lo dicho, no era su día.

Porque la que sí metió fue anulada por el VAR por uno de esos irritantes fueras de juego milimétricos. Otro jarro de agua cuando todo Mendizorroza ya había celebrado el empate. Así que el partido entró en una fase de letargo que Las Palmas maneja bien entre su calidad con el balón y argucias para perder tiempo sin él. El segundo tanto anulado al delantero albiazul (m. 73), éste de cabeza, volvió a girar el partido. Sirvió para espolear de nuevo el juego de un Alavés que con dos delanteros puso asedio al área canaria. Un furioso arreón final saldado con saques de esquina, un gol que Valles sacó casi desde dentro, otro evitado bajo palos por Araujo tras remate de Kike, un disparo de Sola al palo Pues eso, que estaba de que no.