Deportivo Alavés-Granada CF | Viernes, 21 horas

El fútbol salvó al delantero de moda... que ahora amenaza al Alavés

Crecer en la Albania de los noventa no era fácil. Tras cuatro décadas de dictadura de Enver Hoxha, un pueblo heterogéneo pero con una identidad orgullosa escapaba del aislacionismo y buscaba su sitio en la Europa moderna mientras se rascaba los bolsillos. Con una renta per cápita anual de apenas 750 dólares, muchos escapaban. La familia Uzuni lo hizo en 2005 hacia la vecina Grecia. Pero el camino, en una tierra tan montañosa como los Balcanes, fue una odisea. «Caminamos durante tres días con todo lo que teníamos a cuestas; yo solo tenía diez años. No teníamos nada», recordaba el futbolista hace unos meses en el 'Ideal'. Ahí arrancó la forja de una identidad dura pero humilde. La de un adolescente que comenzó a trabajar «a los 14 años» en una tierra donde le miraban con suspicacia. «En Grecia entendí que tendría que trabajar el doble que los demás para conseguirlo».

Myrto jugaba al fútbol, pero se topó una y otra vez con las trabas burocráticas. Cuando se quedó fuera de la cantera del gran gigante nacional, el Olympiacos, por no tener los documentos necesarios, su familia optó por regresar a Albania. De nuevo, a través de las montañas. Con 17 años estaba de vuelta. Un año después había debutado en Segunda y en 2015 se estrenó en Primera de la mano del Apolonia Fier. La temporada acabó en descenso, pero el paso atrás le convirtió en una máquina de hacer goles. Justo igual que ahora. En 2017 dio el salto definitivo a la máxima categoría y apenas un año después fichó por el Lokomotiva, un histórico de Croacia. Un escaparate para saltar en 2020 al Ferencvaros. En el 'Fradi', el gran gigante húngaro, es un ídolo. 15 goles en su primer año y 21 en el segundo. Y eso que se marchó mediada la temporada al Granada, que pagó cuatro millones por él.

Uno de esos tantos tuvo un poso especial. Se lo marcó en Champions… a la Juventus de su ídolo, Cristiano Ronaldo. Era el 0-1 en casa de un doble campeón de Europa. Y lo celebró con el famoso salto de espaldas del astro portugués. Ambos intercambiaron su camiseta tras el encuentro, que acabó cayendo a favor de los italianos, y Ronaldo bendijo a Uzuni. Comparten ese gen ultracompetitivo. «Yo nunca estoy satisfecho conmigo mismo. Siempre quiero más y más, siempre estoy hambriento», resume.

Por eso ve claro que su equipo puede ascender. Lo confirmó el martes en rueda de prensa, en un correcto castellano pese a llevar apenas un año en Granada. Ya es un ídolo. Le paran por la calle y no duda en regalar sus camisetas en cuanto puede. «Me comporto como me habría gustado que se comportasen conmigo cuando era pequeño», resume con franqueza. A Mendizorroza llega en un periodo de cierta sequía. Un gol en cinco partidos no es mucho para un futbolista que este curso suma ya cinco dobletes y un hat-trick. Con seis penaltis marcados. Y uno fallado, que le adivinó Sivera en la primera vuelta. Entonces, ya dejó su sello con dos goles y una asistencia. Lo que mejor sabe hacer, aunque pase desapercibido durante largos tramos de los partidos. Pero cuando coge la pelota en el área vuelve a ser el niño que hizo lo imposible para convertirse a lo que es hoy. «Si no fuera por el fútbol, no sé dónde estaría».