Qué manera de coronar un centenario. Mejor imposible. Partidazo, victoria y permanencia, por mucho que las matemáticas digan que todavía falta alguna jornada para ponerle el sello oficial. El Deportivo Alavés hizo el mejor homenaje posible a Mendizorroza. Y a su historia. Intensidad, compromiso ... y ese fútbol emocional y solidario que identifica al Glorioso. Comunión perfecta entre un equipo y una afición de Primera. Otro rasgo distintivo de este club y este estadio centenarios. Sentimiento albiazul en estado puro.
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Y mucho trabajo. Muchísimo. Otra condición que no se negocia en el Paseo de Cervantes. El de un equipo que nunca se ha caído, pese a lo que dijeran los resultados. El de un entrenador, Luis García Plaza, que cuando ha sido necesario ha tocado las teclas justas para salvar con cinco jornadas de antelación al equipo con el límite salarial más bajo de Primera División. El de una hinchada que nunca deja solos a los suyos. Ni siquiera tras un descenso. Si te caes, te levanto y te muestro el camino de vuelta. El de los tres goleadores que rubricaron una tarde perfecta en Mendizorroza.
Empezó Giuliano. El jugador que parecía perdido para la causa por una grave lesión ha irrumpido con fuerza en este final de temporada, cuando posiblemente ya nadie le esperaba. Si ante el Atlético hizo su primera buena actuación con el Alavés, ante el Celta firmó su primer gran partido. Intenso, pesado –en el buen sentido futbolístico de esta palabra– y protagonista. Apareció en la foto de los dos primeros tantos: culminando el primero, su estreno goleador en Primera –«un sueño cumplido»–, y provocando el error de Mingueza en el segundo. Y ha dado la vuelta a una situación que parecía irreversible: cuando la temporada apuntaba a un final de cesión sin pena ni gloria, el argentino ha demostrado lo que tiene dentro para opositar a un nuevo préstamo en Mendizorroza.
Continuó Guridi, terminando con el gafe que parecía perseguirle desde que viste la camiseta albiazul. Pero el gol no es más que la recompensa a la inconmensurable labor que hace el centrocampista azpeitiarra en cada partido. El mejor socio de todos sus compañeros: pelea, corre, apoya, baja, sube, llega... Un todoterreno con mucho fútbol que se antoja clave en el plan de Luis García. Es la llave, el enlace que da continuidad a todos las jugadas. Qué ganas tenía la afición alavesista de gritar su apellido a pleno pulmón cuando el speaker de Mendizorroza lanzó su nombre al aire para celebrar el tanto. Casi, si es posible, más que él.
Y puso la guinda Benavídez. Cuando la grada cantaba aquello de 'hiru hiru' que, por cuestiones numéricas, no es tan frecuente en Mendizorroza. El comandante en la sombra. El guerrero que siempre responde. El centrocampista uruguayo no ha tenido demasiados minutos esta temporada, pero siempre está ahí cuando el entrenador le necesita. Ni una mala cara ni un mal gesto. Trabajo y más trabajo al servicio del grupo. Lo hace bien cada vez que sale. Y ya ha marcado tres goles en Liga –los dos últimos en jornadas consecutivas– para sacar lustre a esa labor oscura tan imprescindible en todos los equipos. Cómo tiene que estar el charrúa para sentar en el banco a una brújula tan precisa como Ander Guevara.
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Son tres ejemplos, pero en un partido tan sobresaliente la lista es tan amplia como jugadores saltaron al campo. Qué decir de Kike García, el obrero del gol. No marcó –y mira que lo buscó–, pero hizo muchísimas cosas bien, incansable, y se vistió de asistente en el gol de Giuliano. O de Antonio Blanco, un centrocampista que tácticamente es tan bueno que puede acabar de central cuando se lesiona Duarte. El cordobés se ha pasado el curso a la sombra del excelso nivel de Guevara, pero el suyo ha sido también espectacular.
El partidazo de Carlos Vicente, la habitual respuesta solvente de Tenaglia y Duarte en el eje de la zaga, la acreditada madurez de Javi López... Y lo de Gorosabel, que ya no sorprende a nadie. Esta vez ni siquiera tuvo que aparecer Sivera, que solo se puso en alerta cuando en el minuto 84 Iago Aspas hizo un disparo alto. Porque fue tal el derroche del Alavés que el renovado Celta de Giráldez no tuvo ni media opción. Victoria redonda en fondo y en forma. Jornada redonda en emociones y fútbol. Inolvidable. Por todo. Qué tarde la de aquellos cien años. Y que cumplas muchos más.
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