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Llega el 30 de junio y el Deportivo Alavés se despide de sus jugadores cedidos. «Antonio Blanco, Róber González, Asier Villalibre y Nahuel Tenaglia, jugadores importantes para el ascenso a Primera División que regresan a sus clubes de origen», informa la entidad albiazul. Todo en ... orden, lo lógico en estas fechas. Salvo por un detalle. Falta uno de los jugadores que ha actuado a préstamo, Anderson Arroyo. El colombiano está en una situación de indefinición. En el limbo de los flecos contractuales.
Porque el Liverpool, su club de origen, defiende que el ascenso conlleva por contrato una opción de compra obligatoria. Lo que ha pasado con Maras y el Almería, que se ha llevado 1,5 millones de euros por el central serbio. Pero el Alavés discrepa: a su juicio, se trata de una cesión al uso que acaba al finalizar el curso y el carrilero cafetero debe regresar a Anfield, donde extendió su vínculo antes de recalar en Mendizorroza. La entidad vitoriana, además, no desea que siga después de un curso de poco protagonismo y rendimiento errático.
Arroyo ha disputado 17 partidos en Segunda División, sólo nueve como titular, y nunca llegó a convencer a Luis García Plaza en el puesto de lateral derecho, donde únicamente ha sido el suplente de Tenaglia, sin ser competencia real para el argentino. En el inicio del campeonato se alternaron las titularidades, pero algún error del colombiano y la intensidad del argentino decantaron pronto la balanza. La temporada anterior, también como cedido del Liverpool, tuvo un papel destacado en el Mirandés como central.
El de Saladillo sí es objeto de deseo del club albiazul, pero de momento vuelve a Talleres, donde tiene contrato hasta final de 2023. Su anhelada continuidad debe ser negociada con la entidad argentina, que pide un traspaso que el Alavés ve exagerado por un jugador que queda libre en apenas seis meses. «Ejemplo de sacrificio y compromiso. Incansable trabajador y expeditivo por banda derecha», dice la entidad vitoriana sobre él en la despedida.
También quiere que sigan Antonio Blanco (Real Madrid), que «ha destacado por su implicación y jerarquía en el centro del campo a pesar de su juventud», y Asier Villalibre (Athletic), a quien «no le costó meterse en el bolsillo a una afición entregada desde el primer segundo». Un papel menos relevante ha tenido Róber González (Betis): «tuvo que esperar para disfrutar de su gran noche, un doblete clave frente al Leganés».
Esa carta pública de despedida, además de dejar entre paréntesis a Anderson Arroyo, tampoco hace alusión a los jugadores en propiedad que terminaron ayer su contrato en Vitoria. A saber, Rubén Duarte, Salva Sevilla y Toni Moya. ¿Una puerta abierta a la continuidad de alguno de ellos?
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