Alavés 3-0 Celta

El Alavés homenajea a Mendizorroza

Si hay que destacar algo de este Alavés, que prácticamete ha firmado el paso hacia su decimonovena campaña en la máxima categoría del fútbol español, es su capacidad para salir de cualquier atasco y volver a acelerar. De tener claro por dónde hay regresar a la carretera cuando llega un patinazo que te deja en la cuneta. En el inicio de año salvó un problema con diez puntos de doce en un mes para enmarcar. Ahora, a las dudas generadas tras el 'partido' disputado en Granada, ha respondido con certezas en forma de victorias. Dos consecutivas en el Mendizorroza ya de un siglo de existencia han certificado la fiabilidad de un grupo ajeno a las distracciones. A veces bajo de batería, pero siempre con el cargador a mano. Que se lo digan, por ejemplo, a Kike García y Giuliano Simeone, que en los dos últimos partidos han inyectado músculo y mirada desafiante. Que se lo cuenten a Benavídez o Tenaglia, espectaculares ayer y también frente al Atlético de Madrid. Tipos que enganchan, que generan esa energía positiva que es capaz de encender una bombilla.

Luis García Plaza se había aferrado de inicio al bloque que liquidó la pasada semana a los colchoneros. Dos bajas obligadas -los centrales Rafa Marín y Abqar- se resolvieron con el remiendo más lógico. Duarte y Carlos Vicente ocuparon sus lugares para recolocar a Tenaglia como marcador y a Gorosabel en el lateral diestro. En el once continuaron Giuliano Simeone y Kike García, igual que Benavídez. Otra vez pesos pesados como Guevara y Luis Rioja quedaban en el banquillo, al igual que Samu Omorodion. Los tres saltarían al césped en el tramo final. Con casi todo controlado ya.

Quizás el Alavés-Celta sea uno de esos partidos donde las diferencias de estilo resulten más evidentes. Siempre elegantes en el toque los celestes, siempre agresivo el cuadro vitoriano. En un choque que la escuadra albiazul debió dinamitar en la primera mitad y donde, sin embargo, las explosiones solo llegaron tras el descanso. Antes, una expulsión no roja finalmente de Carles Pérez. Nada grave había hecho el extremo ante Duarte y el VAR de Pizarro Gómez indultó al jugador y a Pulido Santana, el árbitro canario que no tuvo precisamente su día. Llegaban las ocasiones, pero no los aciertos. Kike García de cabeza, Carlos Vicente en un córner ensayado, Kike García de nuevo ante Güaita... Demasiado perdón, aunque esta vez no hubo castigo a la indulgencia.

El cuadro albiazul se había llevado por delante a la defensa de tres centrales del Celta y después la zaga visitante simplemente colapsó. Errores graves para que Simeone y Guridi colocasen ya un casi irreparable dos a cero en el marcador. En apenas cinco minutos. Honor a dos destajistas del fútbol, a los jugadores que ayer estrenaron su casillero goleador del ejercicio. Justicia a la capacidad del primero para remontar una lesión grave y adiós al maleficio del segundo ante la portería contraria. El de Azpeitia, otra vez muy activo, rozó el doblete con un balón al palo. Ya se sabe cómo es este deporte. Estuvo a punto o el media punta de anotar más goles en un encuentro que en los setenta anteriores.

El Celta dominó después el balón, pero solo Aspas, a seis minutos para el final y en el descuento, amenazó realmente la portería del ayer inédito Sivera. Benavídez acabó por anotar en un cabezazo el 3-0. Durante el carrusel de cambios, con la entrada primero de Guevara, después de Sola y Samu, más tarde de Rioja y Panichelli. Sensación de intensidad máxima en los albiazules y de coladero en la defensa gallega. De equipo rival con más fachada que habitaciones interiores. Pieza siempre apetecible para los depredadores. Para un Alavés que ha cimentado su ya casi asegurada permanencia en Primera división en devorar sin piedad a los defensivamente más frágiles. Ocho victorias en casa, incluidas las obtenidas ante cinco de los seis últimos de la tabla -Rayo Vallecano, Cádiz, Granada y Almería además de la del Celta-. El verdadero camino de la salvación; la senda ya casi sellada en el centenario de Mendizorroza.