Alavés 1-1 Celta
El Alavés sigue sin despegarAlavés 1-1 Celta
El Alavés sigue sin despegarEl Alavés sigue sin despegar. Sin esa segunda victoria consecutiva que podría haberle llevado a otra dimensión. Y, de hecho, casi se convierte en aterrizaje forzoso una segunda mitad donde el Celta ha igualado y hasta amenazado con llevarse algo más. Ni el mejor contexto, ... ya van demasiadas veces, ha servido al cuadro vitoriano para cuadrar las cuentas. Esa ventaja inicial lograda desde el punto de penalti y que ha vuelto a irse al limbo.
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No le ha dado al conjunto de Coudet para sentenciar cuando le sobraba oxígeno. El terraplanismo futbolístico, la nada cuando se trata de mover el balón con rapidez y precisión, se ha impuesto en las filas albiazules. Para recordar que le falta más que le sobra a esta plantilla y así solo se puede vivir en el límite clasificatorio. Con esa sensación de que el precipicio se encuentra cerca y más vale agenciarse un paracaídas en forma de triunfos antes de que la Liga llegue allá por abril o mayo al punto de ebullición.
Alavés
Owono; Tenaglia, Abqar, Diarra, Manu Sánchez; Guevara, Protesoni (Villalibre, min.71), Carlos Vicente, Conechny (Carlos Martín, min.71), Guridi; y Kike García (Toni Martínez, min.91).
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Celta
Guaita; Starfelt, Yoel Lago (Javi Rodríguez, min.46), Marcos Alonso; Carreira, Fran Beltrán, Moriba, Cervi (Swedberg, min.46); Pablo Durán (Fer López, min.85), Ristic (Álvarez, min.75) y Borja Iglesias (Douvikas, min.63).
Goles: 1-0, min.6: Kike García, de penalti. 1-1, min.66: Pablo Durán.
Árbitro: Hernández Maeso (Comité Extremeño). Amonestó con cartulina amarilla a los locales Abqar (min. 78) y Kike García (min.82) y a los visitantes Marcos Alonso (min.33), Ristic (min.64) y Álvarez (min.81).
Incidencias: 13.612 espectadores.
Esta vez el VAR colocó la mira telescópica sobre el brazo de Fran Beltrán para decretar el penalti que abrió el marcador cuando apenas se habían acomodado los jugadores sobre el césped. Penalti, sí. Penalti de VAR, también. De esos que ponen en cuestión la redacción del reglamento. Resultó un arranque ideal para un duelo de alto voltaje. Claro que cuando acabó la primera mitad el gol del enrachado Kike García desde los once metros era el único remate que habían realizado entre los dos equipos. Reinaban los bostezos en esa noche de lunes que pocas veces genera adrenalina en las gradas. Ni una guerra de almohadas hubiera servido para despertar del letargo.
En ventaja, el Alavés se dedicó a lo suyo. Que fue poco. Ese derroche físico que convierte el 4-2-3-1 en un 4-4-2 cuando se trata de presionar. Ante un Celta con tres centrales y la ayuda de Fran Beltrán en el intento de sacar el balón desde atrás, el cuadro albiazul mordía prácticamente uno a uno. En esas condiciones Guridi vale por dos, aunque después el desgaste pueda generar niebla futbolística. Como en dos acciones de robo y ventaja cerca del área que el guipuzcoano desperdició con malos pases en esa primera mitad.
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Como en ese regalo de Carlos Vicente tras el descanso que el mediapunta derrochó en un mal control cuando tenía el 2-0. Eso y los pases sucesivos para buscar las bandas y los centros resultó casi todo lo que aportó el conjunto vitoriano. Prácticamente ningún chispazo individual, más allá de lo que ocurre por la banda del extremo aragonés. A cambio, eso sí, el Alavés había conseguido hasta el intermedio aplicar los grilletes a una escuadra celeste que ni siquiera se asomaba por los dominios de Owono.
Demasiada calma y nula capacidad para castigar los minutos de dudas del Celta. Y es que la banda izquierda sigue siendo un páramo por donde casi nadie espera nada. Coudet había dado continuidad al once y Protesoni, que formó pareja en el eje con Guevara, fue el encargado de sustituir al sancionado Blanco. Su ausencia resultó dañina. Es de esos jugadores completos a los que se echa en falta sobre el césped. Las combinaciones acertadas y profundas, normalmente ya escasas, se rebajaron. Apenas quedaron los robos de balón con transiciones rápidas y el balón largo sobre Kike García o Villalibre o un Toni Martínez que entró casi en el descuento.
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Los problemas comenzaron en la segunda mitad. Giráldez dio a su equipo aliento con los cambios y Coudet solo reaccionó tras el empate. Tan cierto es que Guridi pudo sentenciar como que el Celta dominaba el ritmo. Owono salvó la primera de Williot, pero encajó después la volea de Pablo Durán. Demasiado solo. Demasiado blanda la mano del portero. Así que entraron Carlos Martín y Villalibre para buscar el viraje del choque. Al menos, a través de la frescura de ambos, se recuperó el equilibrio de un duelo que poco antes parecía teñirse de negro. O de celeste.
No hubo demasiado ya en las áreas y sí esa sensación de ocasión perdida. De equipo esforzado y poco más. De que por momentos se juega solo con Carlos Vicente y Kike García cuando se trata de generar juego ofensivo. De que eso es poco para ofrecer en la máxima categoría, de que así va a ser complicado sacarse de encima el agobio clasificatorio. Sobre todo si los puntos se van por el desagüe en Mendizorroza casi todas las semanas. Sobre todo si cuando se trataba de dar un estirón y alcanzar un estado anímico óptimo ante un rival debilitado por las bajas aparece esa versión aguachada del equipo. Queda una semana de mercado para tratar de afilar a un Alavés que necesita algo más. Que con algo menos ya se ha visto lo que hay
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