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De la tensión, a la euforia. Del nerviosismo, a la fiesta. Mendizorroza ha celebrado por todo lo alto una victoria. Cuatro meses de sequía que explican la atmósfera mágica que ha inundado el estadio. En todos los sentidos. Cuando los jugadores se han acercado al fondo de Iraultza ha comenzado a llover con fuerza. Un diluvio que parecía interrumpir la fiesta. Pero nada ha conseguido aguar la celebración.
Con la cortina de agua y el atronados sonido de la lluvia cayendo sobre el estadio, los jugadores han dado una vuelta de honor. Los aficionados se han resguardado, pero han seguido al pie del cañón para agradecer el esfuerzo de los hombres de Coudet.
Owono, que sigue recuperándose de su lesión, se ha sumado a esta fiesta. Vestido de ropa de calle, ha desafiado a la intensa lluvia. Sin paraguas ni ni nada que le resguardase del agua. Ha querido empaparse de esta fiesta. Se le ha visto desatado, un fiel reflejo de la euforia que invade al alavesismo tras el triunfo.
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