Alavés 2-0 Atlético
El Alavés renace a lo grandeAlavés 2-0 Atlético
El Alavés renace a lo grandeDe un Alavés apático a otro electrizante. En sólo una semana y con otros materiales en forma de seis cambios de jugadores en el once inicial. Para renacer a lo grande, tumbar al Atlético de Madrid en un Mendizorroza alborozado y dejar a tiro la ... deseada permanencia en Primera. Demandaba Luis García Plaza recuperar la esencia y ofreció su mejor versión el cuadro vitoriano. La original. Sin subtítulos. Máximizar el orden y el esfuerzo y minimizar los errores. Incluso en esas condiciones, añadido el acierto ofensivo y tramos de juego realmente notables, el poderoso conjunto visitante rozó las tablas durante la segunda mitad.
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Así son las desigualdades en esta categoría. Negó el empate la solidaridad alavesista, esa necesaria pizca de fortuna cuando se defiende mucho tiempo en el área propia, y los guantes de Sivera. Espectacular su despeje ante el disparo cruzado de Correa que amenazó con equilibrar el duelo a pocos minutos de su final y convertir el resto del duelo en la pesadilla de los desfibriladores. Soberbia después la volea de Luis Rioja, que en solo cinco minutos sobre el césped hizo en el descuento uno de los goles de la temporada. Así es el fútbol, el extremo zurdo no había marcado en jugada desde el primer partido en casa (Sevilla) y embocó el balón en la escuadra tras salir del banquillo.
Alavés
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Atlético de Madrid
Aires de auténtica revolución había destilado la alineación de Luis García Plaza. Tras la preocupante imagen ofrecida en Granada, más que mover el árbol el preparador se colgó de las ramas para observar qué caía. La verdad es que de todo. Una pareja como Kike García y Simeone que dieron la tarde a los defensas atléticos. Un dúo de mediocentros como Benavídez y Blanco que brilló toda la tarde. Curioso fue ese once albiazul que obligada inmediatamente a mirar hacia el banquillo. Allí reposaban nada menos que Guevara, Luis Rioja y Samu -tres jugadores relevantes-, además de Carlos Vicente y Sola, los dos habituales en la banda derecha. Para sellar un 4-4-2 con Gorosabel como extremo diestro. Ya se sabe esa máxima del fútbol. Si hay calidad es mejor que la lleves cerca del área rival.
Interrupciones y VAR
Así que el lateral se convirtió en extremo. Y Simeone, que se lució ante su padre, ocupó el otro carril. Toda una declaración de intenciones, renovar física y mentalmente al equipo, para recuperar la mejor versión ante un Atlético que se presentaba finalmente sin el tocado Morata. A pesar de todo, con campeones del mundo (De Paul y Molina), Correa, Griezmann... Poco que añadir. Venían, eso sí, del bofetón europeo y en Vitoria se les quedó marcada la otra mejilla.
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Trepidante partido desde el inicio, con esa fiebre de interrupciones y encontronazos que enardeció el ambiente en apenas tres minutos y no bajó de revoluciones hasta el final. Gil Manzano, el colegiado extremeño, arrancó con uno de esos recitales donde solo existen tarjetas para un equipo. Después, antes del descanso, el VAR le haría desdecirse de un penalti por mano de Azpilicueta. Le había rebotado antes en la cabeza, sí, pero incluso así se puede pitar pena máxima si se interpreta que la mano se encontraba en posición antinatural. Aunque ya se sabe que lo antinatural es que ante este tipo de rivales se señale algo dudoso a favor de los albiazules.
No había tardado demasiado el Alavés en adelantarse en el marcador. Apenas catorce minutos. El plan era claro. Buscar a Kike García por arriba -excelente su trabajo- y prolongar las jugadas y ganar las caídas. En ambas facetas brilló el delantero centro. Uno de los balones que rescató acabó con el forzado y meritorio centro de Simeone. No acertó Guridi, pero sí Benavídez con un disparo raso tras el rechace. Todo un acontecimiento tras tres partidos sin marcar y después de anotar en siete encuentros solo dos. Los mismos que ayer en 95 minutos.
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Jon Aroca
Nada hay imposible cuando rueda el balón. Cuando el equipo tira de coraje para resistir, como cuando llegó el asedio, también a balón parado tras el descanso. Reinildo y sobre todo Correa tuvieron el empate. Sí. Pero también el Alavés rozó el 2-0 en unos minutos donde consiguió salir con soltura a la contra. Sin que el balón quemara. Volviendo a ser ese conjunto de principio de temporada activo y vertical. Incluso sin un resultado como el que se dio hubiera sido reconfortante observar que el cuadro vitoriano recuperaba sus constantes vitales.
De la forma en la que sucedió, con sudor y final feliz, el duelo queda para el recuerdo. No se gana todos los días a uno de los tres grandes de la liga y menos cuando se viene de una racha negativa y, en cierta medida, exigido por la clasificación. El Cádiz había perdido el sábado, pero se sabía que al menos era necesaria una victoria rápida para evitar esas derivas que en ocasiones sufren equipos que parecen salvados. Ahora, con diez puntos de ventaja a falta de 18 por disputarse, los dedos rozan la meta. Qué mejor jornada que la próxima, ante el Celta en el centenario de Mendizorroza, para que la fiesta sea completa en el alavesismo.
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