Alavés 1-1 Athletic
El Alavés sobrevive en un derbi grisAlavés 1-1 Athletic
El Alavés sobrevive en un derbi grisHay tramos y partidos de la temporada donde se trata de sobrevivir y el Alavés ha sacado el flotador para mantener el cuello por encima del agua. En un derbi clásico, con mucha intensidad y poco fútbol, el estreno de Coudet en Mendizorroza ha deparado ... otro punto de apoyo. Un empate que vuelve a conceder tiempo para intentar crecer en lo futbolístico. Un tanto de Jordán tras un rechace de Unai Simón mediada la segunda mitad ha servido para equilibrar un choque desnivelado muy pronto por Unai Gómez.
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En ese escenario inicial complicado, muy cerca del precipicio en un arranque de desorientación, ha caminado sobre el alambre el cuadro vitoriano. Voluntarioso, tozudo y escaso de filo. A media cocción, vamos, en el intento del preparador argentino de cambiar la dinámica de la temporada, aunque posiblemente falten ingredientes para que del horno salga un equipo más tostado. La mayor virtud en el derbi, posiblemente, desdibujar a un adversario que llegaba en plena racha y, salvo en los primeros minutos, pareció un adversario como otro cualquiera. No hay que olvidar que para el Alavés se trata casi siempre de eso. De neutralizar a conjuntos con más recursos y golpear cuando se pueda.
Alavés
Sivera; Tenaglia, Abqar, Mouriño, Diarra; Blanco (Guevara, m.73), Jordán, Carlos Vicente, Guridi, Carlos Martín (Stoichkov, m.61); y Kike García.
1
-
1
Athletic
Simón; De Marcos, Vivián, Paredes; Adama (Yuri, m.46); Galarreta (Vesga, m.78), Jauregizar; Iñaki, Unai (Sancet, m.60), Nico (Djaló, m.78); y Berenguer (Guruzeta, m.60).
Goles: 0-1, m.10: Unai Gómez. 1.1, m.67: Jordán.
Árbitro: Sánchez Martínez (Murcia). Amonestó a Tenaglia, Blanco, Adama y Yuri.
Incidencias: 19.239 espectadores en Mendizorroza.
Coudet había apostado por la lógica y repitió el once que sumó un punto en Pamplona. Con la continuidad de Diarra en la banda izquierda y de un Jordán que ya parece afianzado en las alineaciones y fue el decisivo goleador. Dos decisiones que parecen conceder minutos a hombres teóricamente importantes en la plantilla. Lo del lateral zurdo sigue siendo, eso sí, un expediente X. No por el empate, por aquello de lo paranormal.
De que a algunas acciones de calidad en el toque sigan otras de marca blanca caducada en el aspecto defensivo. Valverde, por su parte, había tirado de inicio de los Williams, aunque dejó fuera a Sancet y Guruzeta, dos de los titulares habituales en la escuadra vizcaína, que entraron después cuando el técnico visitante pareció ir a por el partido. Antes y en ventaja, la escuadra vizcaína se antojó sobre el césped en modo avión. Sin querer recibir llamadas ni ser molestado, salvo emergencias.
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El Alavés había regalado el 0-1 pronto y sonaron las alarmas. Salida en falso al fuera de juego y puñetazo en la cara. Y esa sensación posterior de que las piernas fallan y todo puede decidirse en breve. Nico Williams había avisado antes, Jaureguizar lanzó alto después y De Marcos se sacó un centro-chut para poner en apuros a Sivera. Cierto es que del meta albiazul apenas hubo más noticias, ni del meta alavés del Athletic, salvo en el 1-1.
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Resultó uno de esos choques abruptos, de cargas constantes y duelos en el aire. Coudet ha implantado un juego más combinativo y por momentos, no demasiados, aparecieron movimientos certeros del balón. Pero, sobre todo, intensidad para evitar que el rival pudiera correr. También un Kike García que sería capaz de montar un taller y trabajar solo. Lo suyo es incomodar, dar continuidad al juego y oxigenar a todos. Dar y tomar, más bien, ante los rocosos Vivian y Paredes. Otro obrero del fútbol, Tenaglia, también destacó por su mirada de derbi.
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El Alavés se había soltado levemente en el tramo final de la primera mitad, aunque seguía muy escaso de filo. Intención y empuje a falta de claridad para profundidad y desestabilizar al rival. Sólo Boiro, con tarjeta y que rozó la roja, padeció a la banda derecha albiazul. Valverde lo sustituiría en el descanso. Antes, Carlos Martín había realizado el único disparo a puerta. Suave y a las manos de Simón.
Todo quedaba abierto y el Alavés tiró de lo que disponía. Movimientos de balón para tratar de desgastar a un rival que ya no presionaba tan arriba, pero se sentía cómodo. Aumentaron en las gradas los decibelios con el no penalti de Yuri (el balón le golpeó en la mano tras un mal control) y acabarían las tribunas mudas tras el 1-2 anulado a Vivian. El central empujó claramente a Mouriño en el área antes de rematar. Y no fue precisamente el árbitro Sánchez Martínez el que impulsó a los alavesistas. Más bien al contrario, con leyes de la ventaja y otras acciones puntuales que tendían hacia el rojo y blanco.
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Ya se sabe que el fútbol son goles y cuando el adversario apuntaba a dominar ante el cansancio albiazul apareció el tanto de Jordán. Había entrado ya Stoichkov y después lo haría Guevara. Le sentó bien el tanto a un Alavés que ganó metros a base de coraje y control del medio campo. No dio para demasiado en el área contraria -un corte de Vivian evitó un remate de gol Stoichkov-, pero sí para que Mendizorroza sacase el fuelle e hinchara de esperanza los últimos minutos de los albiazules. A estas alturas, con un único duelo de 2024 por delante y en plena reconstrucción con el nuevo técnico, puntuar solo puede considerarse positivo. Permite creer.
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