El pasado 5 de noviembre Aleksandar Sedlar vivió la cara y la cruz del fútbol en apenas once minutos. En el 78 marcó el gol de una victoria importantísima ante el Almería (1-0): en el 89 sufrió una grave lesión que echó el telón ... de su particular temporada. Rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla.
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Un mazazo para un jugador que, según palabras de Luis García, que le conoce bien, atravesaba «el mejor momento de su carrera. Y para un equipo que perdía al que, según el propio entrenador, era «el mejor de la defensa». El que daba equilibrio a la línea, el que transmitía serenidad a sus compañeros más jóvenes. El líder silencioso al que apenas se le recordaban fallos.
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Iñigo Miñón
Siete meses después, de merecidas vacaciones en su Serbia natal, Sedlar apura los plazos de una larga recuperación. Con toneladas de paciencia. Y con mucha prudencia por parte del club, que no quiere dar ningún paso en falso en su reincorporación al equipo. El 8 de julio, día fijado para el inicio de la pretemporada albiazul, se cumplirán ocho meses desde la lesión. Por ahí suelen moverse los plazos habituales de recuperación.
La reparación del ligamento cruzado se suele pautar en seis, pero ese es el mejor de los casos y nunca para volver a competir. Una cosa es el alta médica y otra el reacondicionamiento físico. Y son muchos los especialistas que, debido al proceso biológico de recuperación de la plastia, aconsejan esperar a los nueve meses para que un futbolista profesional vuelva a trabajar con absoluta normalidad junto a sus compañeros.
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Porcentaje de minutos ligueros jugados por Sedlar hasta su lesión.
En este contexto el Deportivo Alavés apuesta por la cautela. Y ahí prefiere pecar por exceso que por defecto. El club asume que el central serbio llega justo a la pretemporada, por lo que piensa en una reintegración paulatina del jugador. Poco a poco. Sin pausa, pero sin prisa. Y más en un verano que maneja los parámetros habituales de cualquier planificación estival, al contrario que el pasado, cuando el tardío broche del ascenso acortó notablemente los tiempos de preparación. Entonces las seis semanas de rigor –la tónica en los equipos de Primera– se quedaron en cuatro, con menos amistosos y más concentrados.
Quien estaba en la misma situación que vive ahora Sedlar era Nikola Maras, con los matices de una lesión y unos tiempos diferentes. Había sufrido una rotura de menisco en enero y también llegaba justo a esa pretemporada tardía. Entró paulatinamente, no jugó en el primer amistoso y reapareció en el segundo, el 4 de agosto ante Osasuna, después de siete meses sin jugar. Y le costó mucho reencontrarse con las buenas sensaciones. Tanto que, tras jugar solo en Copa, tuvo que salir cedido en enero, al Levante, donde volvió a gozar de cierta continuidad, pero sin demasiado protagonismo.
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Ahora vuelve a Mendizorroza, con contrato hasta 2027 pero sin plaza garantizada. Lo hace a una posición delicada, que debe afrontar la salida de Rafa Marín, la recta final de la recuperación de Sedlar, la continuidad en entredicho del propio Maras y el futuro incierto de Abqar, que entra en su último año de contrato con una oferta de renovación en 'stand by' y el interés de otros equipos que invita al club a aceptar una propuesta exterior para tratar de sacar rentabilidad económica por el marroquí.
En este escenario, la recuperación del Sedlar que comandaba la zaga albiazul cuando se lesionó se antoja clave en la reestructuración de una zaga que también perderá a su lateral derecho titular –Gorosabel– y quizás al izquierdo –Javi López–.
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