Las claves del Levante-Alavés
El Alavés, sin argumentos para presentar batallaDesbordado ·
El equipo albiazul, estéril en ataque y frágil en defensa, se deshace ante un Levante que interpreta mejor las demandas de un duelo claveLas claves del Levante-Alavés
El Alavés, sin argumentos para presentar batallaDesbordado ·
El equipo albiazul, estéril en ataque y frágil en defensa, se deshace ante un Levante que interpreta mejor las demandas de un duelo clave1
Luis García Plaza apostó por la continuidad de lo que le había funcionado ante el Leganés. El despliegue físico de Guridi en el centro del campo, junto a Antonio Blanco, y Róber González entre líneas para dinamizar las transiciones. Pero el plan albiazul no tuvo ... ni siquiera tiempo de asentarse en el terreno de juego. Estalló por los aires nada más empezar, en el minuto 6, cuando los equipos aún estaban tanteándose. Un doble error en el despeje de Antonio Blanco, primero con el pie y después con la cabeza –al centro del área, donde nunca hay que dejar los balones–, propició el voleón de Pepelu, inapelable para Sivera. Seguramente ese remate se vaya a la grada más veces de las que encaja entre los tres palos, pero al centrocampista granota, sin oposición, le salió cara. Y ya nada volvió a ser igual en un partido que ya amaneció torcido para los albiazules.
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Frenazo en la carrera por el ascenso. Peor, paso atrás. Luis García reclamaba a los suyos sobriedad y saber estar para jugar un partido de este calibre; pues bien, ni rastro. El día que había que dar un golpe encima de la mesa, el Alavés salió golpeado del Ciutat del Valencia. Superado en todo momento. Desbordado por la mayor intensidad de un Levante que supo interpretar mejor las circunstancias de un partido diferente. El equipo vitoriano no dio la talla. Inofensivo en ataque, sin ideas, sin claridad, sin ningún argumento futbolístico al que agarrarse. Y sorprendentemente frágil en defensa, blando, trémulo. Sin juego ni personalidad, no estuvo a altura de lo que demandaba este duelo. Cuando el Alavés todavía no había llegado al partido, el tren del marcador ya había zarpado sin él. Y no encontró ningún medio para alcanzarlo.
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El fútbol se decide en las áreas. Los pequeños detalles que suelen recalcar los protagonistas. El acierto, básicamente. El que tuvo Pepelu para empalmar a la red el balón que le regaló Antonio Blanco. El que no tuvo Villalibre para hacer lo propio en una ocasión franca al saque de una falta botada por Rubén Duarte. La única clara que disfrutó en todo el partido el conjunto albiazul, al que se le apagan las luces conforme avanza metros en el campo rival.
Tuvo un amago de reacción mediada la primera parte, más por ímpetu que por fútbol, pero se quedó en eso. Le falta claridad en los últimos metros, donde todo se reduce a la inspiración de individualidades que en el Ciutat de Valencia no aparecieron. Lleva tiempo sin hacerlo Luis Rioja, que ha perdido el desborde que lució en marzo. Con el extremo sevillano en penumbra, el Alavés pierde su baza más desequilibrante. Y tampoco Jason, intermitente por naturaleza, se asomó ante su exequipo.
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Luis García debía recomponer la defensa por la sanción de Tenaglia. Entró Anderson Arroyo, lo esperado. Muy expuesto con marcador en contra el lateral derecho colombiano, que sufrió las embestidas por su banda del veloz Róber Ibáñez. La duda estaba en el centro de la zaga: Laguardia y Duarte habían rendido bien, pero Abqar ya estaba en plenas condiciones y Sedlar regresaba a la convocatoria. El técnico se decantó por el marroquí, su central de cabecera durante toda la temporada, y mantuvo fuera de su sitio al almeriense, con Javi López en el carril izquierdo. Superados, como todo el equipo, en una tarde para olvidar desde el principio hasta el final.
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El partido demandaba cambios desde la primera parte, por eso sorprendió que Luis García no moviera en el banquillo en el descanso. No lo hizo hasta el minuto 58. Triple sustitución: entraron Salva Sevilla y Asier Villalibre –cambio de dibujo incluido–, nombres esperados; y Álex Balboa, más llamativo. Porque el canterano había jugado cinco minutos en las once jornadas anteriores –21 en las 24 precedentes–. En el banco se quedaron centrocampistas con más galones como Benavídez o Toni Moya, aunque el técnico albiazul ya avisó en la previa de que tenía algún jugador tocado que era «dudita».
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En el 71 entró Abde, que llevaba seis partidos inédito y sólo había participado en uno de los últimos trece. El argelino actuó por la banda izquierda, desplazando a la derecha a Luis Rioja, intocable pese a su bache de juego.
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