Aitor Karanka de la Hoz (Vitoria, 1973) lleva quince meses sin entrenar, desde que rescindió su contrato con el Nottingham Forest en enero de 2019. Tampoco se vuelve loco. Espera un proyecto que le motive. El parón futbolístico le alcanzó como observador técnico de ... la UEFA. «Haces informes de los partidos y das el premio al mejor jugador», explica. El último que hizo fue el PSG-Dortmund, el 11 de marzo, hace un mes, cuando el balón quedó confinado por la crisis del Covid-19. Le pilló en Madrid, con su familia. «Los niños se quedaron a estudiar en Inglaterra, pero cuando empezamos a ver que todo se ponía serio les adelantamos el viaje una semana y están en casa». Allí mata el rato «como todo el mundo, con vídeollamadas con amigos y familia». Y fútbol, claro. «Estoy intentando con mi analista organizar un congreso 'on line' para entrenadores en verano».
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– ¿Tenía claro que quería ser entrenador?
– Tenía claro que quería seguir en el fútbol, pero me daba respeto ver cómo iba a ser la siguiente fase. Ser entrenador no era una de mis prioridades, pero ahora es donde estoy. Se han ido dando circunstancias en la vida, como que Fernando Hierro te medio obliga a sacarte el título, casualidad entra en la Federación y voy a trabajar con él, a los dos años te llama el Real Madrid para trabajar con José Mourinho... Te alegra seguir metido en el fútbol y que en los sitios donde has estado la gente te guarda cariño.
«complicado» entrenar en casa
– ¿Se pone en la piel del futbolista entrenando en casa?
– Complicado. Sé que todos son profesionales al 200%, que los clubes les controlan el trabajo, el peso... Pero falta el balón, el grupo, las distancias, el campo, las carreras largas... Y una cosa que la gente se confunde mucho: siempre se ven las casas inmensas de los grandes futbolistas, pero la mayoría no tiene esas casas. Conociendo Vitoria, seguro que los jugadores del Alavés no tienen ni gimnasio ni jardín para correr ni piscinas privadas. Obviamente, se necesita un tiempo antes de empezar otra vez.
– Y también pesa la incertidumbre.
– Pero ya no solo para el fútbol, sino para la vida, para el día a día. El fútbol mueve muchas emociones, pero ahora hay que pensar en que todo vuelva la normalidad lo antes posible. Y el fútbol, con paciencia, lo hará también.
– Ahora se habla de ERTEs. Los sueldos de los futbolistas también generan controversia.
– Si hay un gremio solidario es el del fútbol. Siempre que hay cualquier problema lo primero que se organiza es un partido para recaudar fondos. Siempre se habla de los grandes sueldos, pero ahora se está viendo. El Madrid ha decidido bajarse el salario, el Barcelona también... Ahora te das cuenta de todo lo que ha apoyado la gente y el futbolista sabe que detrás de ellos hay un montón de empleados y que con un esfuerzo de su parte pueden salvar el trabajo de bastante gente.
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– Decía Asier Garitano que el fútbol no tiene sentido sin público.
– Sí, pero antes que el público está la salud. Las posturas drásticas, o con público o nada, son complicadas. Como aficionado, si no puedo ir al estadio pero puedo disfrutar de mi equipo en casa y que con esos ingresos de televisión pueda seguir fichando... Nos va a tocar arrimar el hombro a todos, a los que estamos dentro con los salarios, y la gente no podrá ir al estadio hasta que no haya una certeza de que no hay problema.
– Pero una final de Copa Athletic-Real sin público...
– Duele, sí. No es un partido más. Es una final de Copa, que es de los partidos más bonitos que he tenido la suerte de jugar. Siempre es diferente y más este año,. Ojalá se pueda jugar con público: primero, y lo principal, porque sería señal de normalidad; y segundo, porque una final se merece ser jugada con público.
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Jugar a puerta cerrada
– ¿Se ha perdido el romanticismo del fútbol?
– Es que cada año evoluciona mucho más. Antes la mayoría de ingresos era de socios y entradas; ahora eso no supone mucho y depende de la televisión y de los patrocinios. Pero ese porcentaje pequeño en lo económico es enorme en lo social. El mundo, no solo el fútbol, evoluciona un montón y te tienes que ir adaptando.
– Decía Iván Campo que la gran diferencia entre España e Inglaterra es el respeto que hay allí.
– Es la palabra, el respeto. Yo tengo mil anécdotas, pero me quedo con que después de perder la final para subir a la Premier con el Middlesbrough me encerré una semana en casa por el cabreo, purgando el dolor, y cuando salí por la calle venía gente mayor casi llorando dándome las gracias por haber llegado a una final y haberles hecho recordar épocas mejores. Estar en Wembley otra vez para ellos era un tema de orgullo.
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– Empieza a entrenar en solitario en Inglaterra. ¿En España le pesó el ruido mediático de los tiempos de Mourinho?
– Lo tuve claro desde el primer momento. José (Mourinho) me dijo para ir con él al Chelsea y tenía otros tres años de contrato en el Madrid, pero creía que en los dos sitios ya había terminado mi etapa y no iba a ser igual de útil. Y tenía claro que cuando empezara a entrenar solo tenía que ser fuera. Quería salir y probar experiencias nuevas, me quedé con muchas ganas de jugar en Inglaterra como futbolista.
– ¿Cuesta desprenderse de las etiquetas?
– Sí, pero como hagas mucho caso no haces carrera. Mi virtud, si se puede llamar así, es hacer las cosas por convencimiento. Hace tiempo que no doy importancia a lo que diga alguien que no me conoce.
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Alavés
– ¿Se puede dar por hecho que Aitor Karanka se sentará en un banquillo de la Liga española?
– De jugador sí que sueñas. Cuando el Alavés estaba en Tercera y jugaba en los descanso, con diez u once años, soñabas con jugar allí. Luego no juegas en el Alavés, pero juegas en el Athletic, en la selección, en el Real Madrid, ganas Champions... Sobrepasas los sueños. Ahora puedo decir que seguro que sí y luego no sale la oportunidad, no te llaman o no te convence lo que te proponen.
– ¿Es más difícil soñar como entrenador?
– Muchísimo más. Ya eres más maduro, los sueños son diferentes, mucho más realistas. Y tu trabajo depende mucho más gente. Pero, así como hace seis años tenía claro que quería estar en Inglaterra, si ahora se diera una oportunidad en la Liga española que de verdad me motivase lo estudiaría.
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– El Alavés o el Athletic serían buena motivación.
– Está claro. Si en seis años solo he tenido dos equipos es porque, donde vaya, necesito estar metido al cien por cien, que estemos todos codo con codo, desde el presidente hasta el utillero. Quizás por eso cuesta tanto decidirte por el sitio. Se junta que no soy un loco de estar permanentemente en los banquillos con las ganas de que, donde vaya, todo el mundo esté en el mismo barco.
– Como observador técnico, ¿cómo ha visto al Alavés y el Athletic esta temporada?
– En el Alavés Joselu y Lucas arriba te dan la diferencia. Con esa pareja y gente con experiencia como Pacheco, Laguardia o Manu García y los refuerzos de enero, quiero creer que está en zona tranquila. En el Athletic ha condicionado mucho la Copa. Se iban pasando eliminatorias y cuando estás en la final compensa todos los esfuerzos y sacrificios que hayas tenido que hacer, en el caso de Gaizka (Garitano) tomar decisiones de reservar jugadores en Liga.
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«Son recuerdos que guardas durante toda la carrera, pero cuando es por una buena causa no cuesta desprenderse de ellos». Karanka habla de las camisetas del Madrid y del Athletic que ha donado para la subasta benéfica 'Eutsi-Goiari', que desde el martes recauda fondos destinados a la compra de material para el personal sanitario alavés en estos tiempos tan complicados de pandemia. Las dos últimas que vistió el vitoriano en cada equipo: la primera corresponde al centenario del club blanco y se podrá pujar por ella el sábado; la segunda es la primera elástica rojiblanca con publicidad, de Euskadi, y sale al escaparate el lunes.
Karanka tenía claro «desde el primer momento» que tenía que implicarse en la iniciativa solidaria impulsado por los doctores Jorge Guadilla y Orlando Pompei desde el equipo de Mikel Sánchez. «Conozco al grupo por experiencia propia, de cuando me operaron la rodilla cuando estaba en Bilbao y, casualidad, también operaron a mi hijo de la cadera hace tres o cuatro años», evoca.
«Es el momento» de devolver todo el cariño recibido durante la carrera deportiva. «Estás acostumbrado a que la gente te apoye a ti y ahora hay otros héroes o ídolos, llámalos como quieras, la gente que está en primera línea». Solidaridad real, palpable, de primera mano. «Tengo familiares y amigos en residencias en Vitoria y me mandan mensajes de agradecimiento porque está llegando ya el material que tanto necesitan», se felicita el exfutbolista.
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