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Es oficial. El Alavés ha encomendado su supervivencia y la de su proyecto deportivo a Abelardo Fernández. El club albiazul y el técnico asturiano han firmado este viernes un contrato hasta final de temporada para tratar de lograr una salvación que cada día parece más milagrosa. Tras fracasar en la ambiciosa apuesta inicial por Luis Zubeldía, que duró cuatro partidos, y de obtener un resultado similar con su giro radical hacia el conservador Gianni De Biasi, la entidad vitoriana se aferrará al exentrenador del Sporting como última esperanza para evitar un desastre que se llevaría por delante su sueño de consolidarse al fin en la élite del fútbol.
El Alavés sabe que la viabilidad de su proyecto pende de un hilo, y que, a la espera de nuevos estímulos en el mercado de invierno, se encuentra ahora en manos de Abelardo. El club espera que el técnico asturiano despierte de manera repentina a un vestuario golpeado y un tanto deprimido tras los dos mazazos que sufrió ante el Eibar y el Getafe, que lo devolvieron al fondo de la tabla y desnudaron una inquietante carencia de argumentos deportivos con los que alimentar una mínima esperanza. El conjunto albiazul apela con este movimiento a la experiencia de su nuevo entrenador en situaciones límite, si bien es cierto que no pudo revertir la caída libre del pasado curso, cuando fue destituido a mediados de enero.
Aunque el Alavés contempló a Paco Jémez como máxima prioridad desde que despidió a De Biasi de manera fulminante, tuvo que variar su rumbo a última hora por una simple cuestión de urgencia. Y es que el antiguo técnico del Rayo Vallecano y del Granada, recién llegado a España de su aventura en el Cruz Azul mexicano, no terminó de ver claro un regreso tan temprano a los banquillos, y fue precisamente su indecisión la que condujo al club del paseo de Cervantes a activar de inmediato la opción de Abelardo, que se encontraba sin equipo desde que fue relevado al frente del Sporting por Rubi.
Las referencias del nuevo técnico albiazul al máximo nivel se concentran en exclusiva en el club gijonés, donde ha experimentado los dos extremos del fútbol en menos de tres años. Abelardo certificó el regreso del Sporting a Primera en una cardiaca última jornada en la campaña 2014-15, a lo que sucedió una permanencia al límite. Solo unos meses después, sin embargo, fue destituido por no haber frenado el desplome rojiblanco a la categoría de plata, donde ahora compite.
Entre los principales argumentos que han impulsado al Alavés a confiar su mando deportivo a Abelardo está su práctica a la hora de lidiar con situaciones críticas, por mucho que no siempre haya logrado superarlas. Posee además cierto conocimiento del club de su breve etapa como futbolista en la temporada 2002-03, aunque acabó muy lejos de dejar un brillante recuerdo. Llegó como fichaje estrella y apenas tuvo regularidad por una antigua lesión de rodilla.
Abelardo intentará dotar al Alavés de la consistencia y el equilibrio que le ha faltado a las órdenes de Zubeldía y De Biasi, donde se ha retratado como descompensado y frágil, sobre todo en el aspecto mental. La principal misión del asturiano, en este sentido, será conseguir que sus jugadores se sacudan el miedo y la inseguridad que les ha tenido atenazados en los encuentros determinantes ante el Espanyol, Getafe y Eibar. El club vitoriano, por lo tanto, espera que el técnico cumpla un papel similar al que logró en sus dos primeras campañas en el Sporting, donde colmó las expectativas a pesar de sus severas restricciones en el mercado por la deuda que arrastraba la institución.
El Alavés, que aún se encuentra en pleno estado de indefinición por sus graves limitaciones en las dos áreas, necesita establecer cuanto antes su perfil como equipo para comenzar a pensar en alcanzar la hazaña de la salvación. Es decir, sobrevivir como sea hasta la llegada del mercado de invierno, cuando el club deberá entrar de lleno a reforzar todas sus líneas. Y es que los futbolistas albiazules han pasado de escuchar que pueden atacar de manera alegre y admirable a atrincherarse con descaro en solo tres meses de vaivenes continuos.
La esperanza recae ahora sobre Abelardo con todavía más crudeza que en De Biasi. El Alavés se encuentra sin margen de error y necesita de manera imperiosa una reconstrucción tan profunda que debe empezar por dotar al equipo de una cierta personalidad. O, al menos, de una mínima identidad en el juego que permita a la hinchada empezar a creer con algún argumento concreto más allá de la fe.
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