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En esta época de confinamientos intermitentes que nos ha tocado vivir, quién más quién menos, habrá oído hablar de que algunas parejas parece que están aprovechando para tener descendencia. Parece que en esta pandemia una nueva generación está llegando, algo bueno tenía que tener toda ... esta situación. Ahora bien, muchas veces ocurre que esa nueva personita pasa a ser una prioridad absoluta y la pareja y, con ello, la vida sexual, queda en un segundo plano. Esta semana queremos reflexionar sobre este asunto de la mano de la Psicóloga y Sexóloga Leire González Gómez.
Para empezar, debemos indicar que las personas con hijos, están sexualmente menos satisfechas que las personas sin hijos, así como con la relación en sí. Parece paradójico que esto ocurra, ya que en esas personas se presupone un vínculo fuerte al decidir tener familia. No obstante, la llegada de los hijos se une a que el propio paso del tiempo puede hacer mella en nuestra relación, haciendo que el deseo y la pasión disminuya. A lo largo de la vida, la pareja pasará por numerosas crisis y esta puede convertirse en una de ellas. Sin duda, la llegada de los hijos supone una de los mayores cambios y, para adaptarse, todos los miembros van a necesitar cultivar sus habilidades comunicativas y organizativas. Veamos qué partes podríamos cuidar:
- El tiempo: dado que, a nuestras antiguas obligaciones, ahora hay que sumarle otras nuevas, este se convierte en un bien escaso. Es fundamental que encontremos tiempo para estar a solas con la pareja y, para ello, podemos pedir ayuda a la familia, a amigos o contratar un cuidador. Tomar un café, pasear dados de la mano, o simplemente mirarnos a los ojos y hablar, van a facilitar que reconectemos con nuestra pareja tanto física, como psicológicamente. Existe el mito de que el sexo debe ser espontáneo, que, si realmente nos queremos y nos deseamos, simplemente surgirá. Debemos quedar con nuestra pareja, tener una cita y crear las condiciones adecuadas para que las relaciones sexuales surjan. Si no lo hacemos, corremos el riesgo de que, atendiendo a lo urgente, nos quedemos sin tiempo para lo importante.
- La comunicación: tan sustancial como la reorganización de nuestra convivencia, va a ser la forma en la que nos comuniquemos con nuestra pareja. En momentos en los que el estrés y el cansancio causan estragos, nuestra situación puede empeorar si nos perdemos en reproches y malos entendidos. Ante ello, podemos ponernos a la defensiva y distanciarnos, al no sentirnos apoyados y escuchados, dejando de ser sexualmente receptivos. Comunicarnos de forma asertiva, expresando cómo nos sentimos y pedir aquello que necesitamos de la otra persona va a ser clave, también en el terreno sexual, estando dispuestos a negociar con nuestra pareja.
- La crianza: ante todo, debemos tener en cuenta que aquí hay diferencias de género. La madre experimenta una serie de cambios hormonales, corporales y psicológicos durante el embarazo y tras el parto que la pueden volver más emocional. Además, la vinculación entre ella y el hijo suele ser fuerte, dado que a ellas se les ha otorgado ese papel. La persona que ejerce el rol de padre, puede llegar a sentirse fuera de lugar, excluido, al recibir mucha más atención el bebe que él mismo. Es importante atender a todas las personas para hacer un equipo. También en parejas homosexuales con hijos, porque estos roles se suelen reproducir de manera similar.
- La presión: la imagen idílica que desde los medios recibimos sobre la maternidad, resulta contraproducente al encontrarnos con una realidad muy diferente. El cansancio, la falta de tiempo y la frustración pueden hacer mella, aún más en las madres primerizas. Todo porque se generan unas expectativas irreales, teniendo que ser buenas en todo. Además, el peso adquirido durante el embarazo, los cambios en sus mamas u otros posibles cambios en su cuerpo, pueden provocar que su autoestima corporal disminuya. Hay que dedicar tiempo al autocuidado y también darse el permiso para pedir ayuda.
- El sexo: la propia episiotomía, que aún se practica para facilitar el parto, pero que no es recomendable de cara a la vida erótica, puede hacer que los genitales de la madre estén doloridos un tiempo. Hay que darse tiempo para recuperarse y si, en ese periodo, nuestra erótica debe olvidarse del coito, hagámoslo. Ya conocemos que eso no es ni lo único, ni lo más satisfactorio en muchas ocasiones, por lo que hay que ponerse creativos. Además, procurar reírnos de nosotros mismos, de lo que nos pasa en el día a día, es una buena idea, como lo es el juego en pareja. Todo ello nos hará relajarnos.
En definitiva, menos presión y más emoción. Las relaciones que podamos tener también son importantes, aunque haya llegado alguien nuevo a la familia. Recordemos que la vida sexual entiende de generar expectación, explorar nuestras fantasías, leer literatura erótica y seducir al otro. También de mandar WhatsApps picantes, un beso furtivo o una caricia maliciosa. En esencia, desarrollar las ideas en esta línea que os proponíamos el 14 de septiembre, cuando dimos algunas claves para no caer en la rutina y tomar la iniciativa en pareja.
Si quieres contactar con el autor, Aritz Resines Ruiz, o con su colaboradora de esta semana, Leire González Gómez, puedes encontrarles en www.xelebreak.com o en goienasexologia@gmail.com, respectivamente.
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