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Lo primero a destacar es que nos encontramos ante un escenario muy deseado por todas y todos desde hace tiempo: la pandemia parece que toca a su fin en nuestro entorno. Llevamos un año y medio con esta carga corporal y emocional encima, que ha ... tenido sus consecuencias concretas. No obstante, ahora nos toca mirar el futuro y, en este artículo, pretendemos arrojar luz sobre algo de lo que se está hablando mucho: ¿estamos a las puertas de otros felices años 20?
Por si no lo conocéis, con eso se hace referencia a la década correspondiente al siglo pasado. En aquel momento, habían salido de un evento traumático (la I Guerra Mundial), se dio un importante rebote al alza en la economía y quien más quien menos, tenía ganas de disfrutar de su ocio. Hasta aquí, nos encontramos en una situación similar. En aquellos años, todo esto se tradujo, sobre todo en EEUU, en la «American way of life», donde se dio paso a un consumo muy ligado al teatro, los cabarets, la moda, los musicales y las revistas. La gente hasta se metió a invertir en bolsa en mayor proporción, dado que el trabajo y el dinero parecía que no se iban a acabar nunca. Todo acabó abruptamente con el crack de la bolsa de Nueva York en 1929, relevándose la fragilidad sobre lo que todo se construyó.
Ese tipo de ambientes, donde las preocupaciones sobre la supervivencia se aminoran, son especialmente fecundos para la sexualidad, ya que la gente se relaja, emplea menos energías en juzgar a los demás y más en explorar e innovar. Es más, figuras como Coco Chanel propiciaron, aunque tímidamente, la apertura de fronteras para las mujeres, que empezaron a beber, fumar o llevar pantalones en público pese a las reticencias de muchos hombres. Todo esto acaba en las camas, beneficiándose todo el mundo, al salir del sota, caballo, rey. Si bien no fue mayo del 68, los años 20 fueron también más felices en lo tocante a la sexualidad.
Así pues, queda pensar en si esto nos va a ocurrir también, o no. Pues bien, desde nuestro punto de vista, consideramos que, seguramente, no va a haber una gran revolución. Los motivos principales es que los contextos son muy diferentes, empezando por el trauma que hemos vivido. No es lo mismo una pandemia mundial de un año y medio que una guerra mundial de cuatro. Además, en el primer caso, hemos vivido en la esperanza permanente de una pronta solución que nos haga volver al punto de partida, en el segundo, la incertidumbre era mucho mayor. Eso hace que nuestras costumbres se van a mover bastante poco. Por el otro lado, la pujanza económica, seguramente, tampoco va a ser tan expansiva, ya que previamente a la pandemia ya estábamos experimentando cierto estancamiento.
Es así que, nuestra forma de vivir nuestra sexualidad, poco va a cambiar. Repasemos algunos efectos que sí ha tenido la pandemia, de los que ya habíamos hablado, pero que pronto volverán a la normalidad:
La pérdida del deseo: ya comentamos cómo esta ha sido una de las consecuencias más comunes. Aquellas con pareja han perdido espacios de intimidad individuales, haciendo que esas ganas lleguen con mayor dificultad, mientras que las que no la tenían, han tenido escasas oportunidades para buscar a alguien. Ahora, si bien el deseo sí aumentará en tanto al estar más fuera de casa vamos a echarnos más de menos o podremos encontrar alguien nuevo con quien probar, la propia vorágine diaria acabará por estancarlo si no lo cultivamos. Como ya dijimos, hay que tratar de cuidar el atractivo, la intimidad y sorprender a las otras personas; el fin de una pandemia no va a darnos, por sí sola, unas ganas renovadas e irrefrenables.
La soltería: ya hemos mencionado que esta, de no ser deseada, se ha visto reforzada por la pandemia al perder muchos espacios donde nos gustaba relacionarnos. Esto ha propiciado que las aplicaciones de ligar se utilicen más, pero, como ya señalábamos en su momento (insertar artículo 4), las formas de uso han variado poco. Ahora, con la salida de la pandemia, de nuevo se usarán menos ya que mucha gente lo ve como algo más pegado a la desesperación (cuando para nada es así). A la par, recuperaremos esos espacios de encuentro como las discotecas, los cursos de formación o los poteos. Sin embargo, de nuevo, nadie va a caer en vuestros brazos por arte de magia, por mucha «sequía» pandémica que tengan. Todo sigue dependiendo de nuestras habilidades, así que animaos a intentarlo.
Las rupturas: en este caso, la pandemia sí ha tenido algo de mayor incidencia, pero como usualmente afirmamos, esta, como cualquier crisis, ha hecho caer lo que estaba mal y ha llevado arriba a lo que estaba bien. El efecto verano también ha tenido algo que ver, pero eso pasa todos los años. Por tanto, el fin de la pandemia no va a hacer que haya una ola de rupturas ya que llevamos tiempo viendo la luz al final del túnel. De darse problemas, se darán las causas habituales de las anteriores épocas: falta de comunicación, darnos cuenta de habernos metido en ello por inercia o no dar segundas oportunidades. Reflexionar sobre ello es positivo en cualquier momento.
En definitiva, si bien ahora estamos pinchando un poco el globo, para nada queremos dar una imagen pesimista. Es más, vemos el fin de esta pandemia como una gran oportunidad para reinventarnos y tratar de buscar, en lo relacionado con la sexualidad, nuevas experiencias con las que vivir nuestra vida en plenitud. Innovar siempre es interesante y, ahora, que parece que vamos a vivir una época nueva, pero que no lo es, está en nuestra mano hacer que realmente sea memorable.
Si quieres contactar con el autor, el sexólogo Aritz Resines Ruiz, puedes encontrarle en www.xelebreak.com.
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