Este verano me compro unos náuticos. ¡No pueden ser más pijos!

La vída de los náuticos es curiosa. Nacieron con un claro fin práctico, aunque muchos los lucieran mientras se bajaban del yate. Terminaron imponiéndose como símbolo de estatus social. De poder. Uno no era nadie a finales del siglo pasado si no se los calzaba. Las marcas, que olfatean el negocio como los lobos la sangre, se han puesto las pilas. Jonathan Anderson, director creativo de Loewe, ha lanzado su particular versión. Igual que Gucci, Bally, Off-White, Dries Van Noten, Loro Piana, Tod's o la neoyorquina Aimé Leon Doré. No es casualidad que la 'manada' más exclusiva de la moda proyecte este rescate revival hacia la élite.

Cuando pensamos en este calzado, los que lucimos ya (muchas) canas pensamos en los inconfundibles Sebago, que siguen comercializándose. Sin barco que nos espere en ningún puerto, es la forma más cercana que teníamos al alcance de la mano para intentar parecernos a Steve McQueen o Paul Newman. Qué ilusos.

Los Docksides de Sebago entraron a todo trapo en las universidades más importantes de Estados Unidos y se convirtieron en el accesorio más 'preppy' del alumnado. Siempre han tenido un innegable carácter conservador, ¿pero acaso las Dr. Martens solo las han usado los punkis más radicales y skinheads?

Así que deseando estoy que llegue el verano para serle algo infiel a las chanclas y sandalias y probar lo último. Eso sí, prescindiré de las Miu Miu (a 720 euros el par) y de los modelos con aire desgastado. Los náuticos, como en los 80, son para llevarlos bien relucientes.

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Como reseña Vogue, el zapato que se convirtió en un elemento básico y emblemático del estilo pijo estadounidense de la Costa Este en los meses de verano regresa en su versión más rotunda: con suela de track y una horma que recuerda más a «los náuticos de los chicos de nuestra adolescencia (esos que acostumbraban a mezclarlos con una cazadora marinera) que a los más finos que llevaban los padres de la época».

Sea como fuere, está claro que este 2024 llega cargado de nostalgia y también de cierta aura 'preppy' para triunfar entre las mujeres. Los modelos femeninos regresan sin intención de descontextualizarse, a juicio de Vogue. Los náuticos se mezclarán cuando apriete el calor con minifaldas de tablas, polos y cazadoras marineras, haciendo honor a su origen portuario, relacionado con deportes como la vela. Siempre en plan muy pijo.