Nieves Álvarez, en Bilbao

Nieves Álvarez: «Los zapatos me han salvado de la depresión»

– Nieves, ¿modelo o supermodelo?

– Humana.

– ¿Su vida es una alfombra roja?

– Es una buena alfombra por la que piso trabajando duramente.

– 30 años de modelo, una década como presentadora de televisión, empresaria... ¿Se cambiaría por una joven de 17 años?

– No. Ya pasé por los 17. Estoy muy feliz con mis 49. Nada mejor que envejecer y cumplir años. Quiero vivir y seguir adelante.

– Musa para muchas jóvenes, ¿es un icono a seguir?

– Puedo ser un referente. A las niñas que empiezan en la moda intento decirles que se puede llegar a mi edad y seguir trabajando con los grandes.

– ¿Qué tiene para que no la desbanquen a sus 49 años?

– Ilusión y ganas de aprender todos los días.

– ¿Se cuida mucho el cutis?

– Me cuido la salud de la piel. Es mi carta de presentación. La piel es el órgano más importante del cuerpo. Mi madre decía que en las manos y rodillas es donde se ve la edad de una mujer.   

– ¿Qué le dio a Yves Saint Laurent para convertirse en una de sus heroínas?

– ¡Raza española! Ja, ja.

– ¿Hay que ser lista para vivir de una profesión tan efímera?

– ¡Muy inteligente! Aunque NIEVES es mi primer proyecto como empresaria, llevo 31 eligiendo adecuadamente los trabajos y gestionando mi carrera de manera inteligente.

– ¿La moda es solo la pasarela?

– La moda es una industria que mueve muchísimo dinero y genera cantidad de puestos de trabajo. Es artesanía, arte y economía, y no solo un escaparate.

– «Que lo que se compra no sirva solo para una temporada, sino para muchas». ¿Hace lo que dice?

– No soy de comprar cosas muy excéntricas. Compro poco, pero me gusta tener prendas atemporales. Lo clásico es lo más moderno y lo que al final perdura en el armario y te pones.

– A la pandemia le han sucedido dos guerras. ¿Le asusta el mundo que van a vivir sus tres hijos?

– Me asusta tanto que a veces me levanto con terror y se me saltan las lágrimas. Tengo que apagar la televisión de las atrocidades que veo. No entiendo esa agresividad y falta de amor.

– ¿Se pone muchos límites?

– Intento no ponérmelos porque al final el miedo te frena.

– A una mujer de metro ochenta, ¿le sobran los tacones?

– Nooo. ¡Jamás! Nada. ¡De 12 centímetros para arriba! Ja, ja.

– ¿Los zapatos le pirran más que la ropa?

– Sí. Yo era de las que veía Cenicienta y al príncipe, y decía 'ay, por favor, ¿dónde está el zapato?' El zapato ha sido terapéutico en mi carrera.

– ¿Cómo?

– Cuando me cancelaban un trabajo me entraba depresión y necesitaba comprarme un par. Y cuando me confirmaban un gran trabajo los tenía que comprar porque me lo merecía. Los diseñadores conocen mi pasión por este miniobjeto de arte. Es una pasión que sentimos la mayoría de mujeres. Nos sientan bien, aunque a todas nos duelen los tacones. El empoderamiento de una mujer, el cómo caminas y te cambia... Tú te pones un traje con un zapato plano y te subes a un tacón y es otro traje. El zapato tiene un gran poder.

– ¿Ha dejado de aplastarse los labios como hacía de adolescente creyendo que así podría disminuir su tamaño?

– Bueno, todos tenemos complejos cuando eres pequeñita. Y yo...

– ¿Sufría con los labios?

– En el colegio las niñas me decían que por qué me los pintaba. Los tengo gruesos, un rasgo que me ha servido en esta profesión. Intentaba hacérmelos más pequeños, pero no. Me vienen de familia. Mi madre, mi hermano, mis hijos... Todos los tenemos así.

– ¿Se inventa distintos tipos de mujer para transmitir lo que quiere delante de una cámara?

– Por supuesto. Me creo unas películas y unos personajes que vamos... Necesito transformarme.

– ¿La cámara siempre la ha perseguido desde que jugaba de niña a presentar telediarios?

– Mi hermano era el único telespectador que escuchaba mis noticias. Mis telediarios también eran tétricos.

– Protagonista de cientos de portadas, ¿cuál es su verdadera cara?

– La que tienes delante.

– Ya no tiene nada que ver con la 'cara de manzana' de niña.

– Era redonda, pero sigo siendo la misma Nieves con más años.

– ¿Nada diva?

– Nunca he creído en los divismos. Sé que soy una buena profesional, pero también el reflejo de un trabajo en equipo.

– ¿No pierde la esperanza de ser portada de 'Vogue España'?

– Yo nunca pierdo la esperanza, ¿eh? Pero también te digo que ellos se lo pierden. He sido portada del 'Vogue Paris' y de otros 'vogues'. El sueño se lo debería quitar a ellos, a mí no.

– ¿Sabe asimilar los noes?

– Si no, no estaría aquí. He asimilado tantos noes que hubiese tirado la toalla hace muchos años.

– ¿Se siente adicta al trabajo?

– Creo que sí. Siempre tengo la frase de 'yo puedo' y a veces la llevo un poco al límite. Uno de mis hijos suele decirme 'mamá, trabajas demasiado'.   

– ¿Llora con facilidad?

– Mucho. Soy una mujer supersensible, que tampoco lo veo mal.