Jon Kortajarena revive la tendencia más fea vista durante el confinamiento

La chancla de verano, el calcetín de lana de invierno… Nunca antes la unión de dos prendas antagónicas dio tanto que hablar en el mundo de la moda. Esta curiosa combinación siempre ha dado pie a la polémica, creando una oleada de opiniones contrapuestas que se ha vuelto a reavivar a raíz del confinamiento.

Como siempre, las irreverentes nórdicas fueron las primeras en dar la voz de alarma: en la cuarentena, los calcetines en casa ya no se llevaban con zapatillas, se tenían que usar con chanclas al más puro estilo alemán en Mallorca. Además, no valían unas chanclas cualesquiera, debían de ser de firmas de alta gama y cuanto más feas, mejor. Y es que la corriente 'ugly shoes' (zapatos feos) también sacude al calzado de verano, una tendencia a la que se ha tenido que abonar por fuerza mayor toda 'influencer' que se precie. De Suzanne Koller – co-fundadora de la revista 'Self Service' y directora de moda de 'M', la revista del diario 'Le Monde' – que lanzó su propio desafío chancletero en Instagram, #staychicathomechallenge, a las danesas Pernille Teisbaek y Emili Sindlev. Todas han indagado en sus días de encierro en la extraña comodidad que les proporcionaban el combo de las sandalias de superlujo con un calcetín bien gordo.

Son muchas las que, como Koller, han hecho de las míticas Birkenstock su calzado fetiche. «¡No pierdas tu humor bajo ninguna circunstancia!», escribía la editora mostrando orgullosa su look de pantorrilla para abajo. Otras, las adictas a las últimas tendencias, han preferido desembolsar en las sandalias que ha lanzado Chanel para esta temporada. Lejos de seguir la línea refinada de la casa francesa, son toscas, guateadas y se atan con dos velcros con los que tiempo atrás habríamos clamado al cielo. Alexa Chung, una de las pioneras en llevar por bandera esta tendencia, ya se atrevió en 2018 con unas cangrejeras 'deluxe' de su propia firma y un calcetín de lana. «No sé si estáis preparados para esto», auguraba. Las que lleva Jon Kortajarena también son menos de 'streetwear' y más de playa, aunque de una firma que apunta alto. En sus palas podemos descifrar el logotipo con letras blancas de Dsquared2, un calzado simple a priori, pero que asciende a los 145 euros en plataformas multimarca como Farfetch tan solo por grabar su firma en un tamaño considerable.

Antes que Kortajarena, otros muchos hombres también han quebrantado sin remordimientos una de las normas de estilo más fundamentales. Rostros conocidos como Kanye West, Tyler, the Creator, o Justin Bieber -este último también abonado a las zapatillas de hotel para salir a la calle- son solo algunos de los ejemplos.

Sin embargo, este combo de estilo tan cuestionado no es una invención reciente. De hecho, lleva años, desde 2007 que recordemos, intentando hacerse un hueco sin demasiado éxito en el sector fugaz de las tendencias. Esta combinación se ha visto infinidad de veces en pasarela, siendo Prada una de las firmas que más ha hecho por la causa. En 2011, Miuccia Prada quiso que lleváramos zapatos negros de tacón con calcetines blancos, en 2015, medias de rayas con zuecos y sandalias y, en 2018, calcetines bien altos como si fuéramos runners. Ahora es Miu Miu quien continua este legado random en una colección pre-fall 2020 inspirada en los 70, proponiendo unas sandalias de imposibles plataformas con calcetines estampados. Muy fácil todo.

La intimidad de nuestras casas y la ausencia de miradas ajenas durante la cuarentena ha dado lugar a combinaciones extrañas que han acabado calando hondo, y a nuestro feed de Instagram nos remitimos. Quizás, en el próximo otoño-invierno nos de un poco menos de vergüenza echar mano de la sandalia y el calcetín cuando vuelva el frío. Quizás, esta tendencia acabe, por fin, de cuajar. Porque si algo está claro es que muchas cosas cambiarán después de la crisis, y la forma de vestir será una de ellas.