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June, la novia que sorprendió en su boda al lucir una 'capa-cola' con cientos de flores firmada por Alicia Rueda. david fernández
Novia en Asturias con un vestido de Alicia Rueda

June, la novia que sorprendió al lucir una 'capa-cola' con cientos de flores

La prometida, que se casó el pasado 29 de mayo en la Iglesia San Pedro de Gijón con Antonio Alonso, optó por un estiloso vestido recto confeccionado en crepé y mangas abullonadas firmado por la diseñadora markinesa

Miércoles, 2 de febrero 2022, 16:28

June Garai y Antonio Alonso se conocían desde que eran niños. «Pero nunca hablamos. Me acuerdo que coincidí en la comunión de su prima y en diferentes eventos, al final los pueblos de la zona son pequeños», cuenta esta asturiana que nació en Llanes hace ... 29 años. Tuvieron que esperar hasta su juventud para enamorarse: «Un verano empezó a venir con mi grupo de amigos. Semanas después, nos dimos nuestro primer beso en una verbena del pueblo. Ahí se creó la magia, fue un flechazo». Lo que comenzó como un romance de verano, se convirtió en la historia de amor de sus vidas.

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June y Antonio el día de su boda. david fernández

Tras una década juntos, su relación iniciaba una nueva etapa en febrero de 2019 cuando Antonio le pedía matrimonio a June en Isla Pancha, en el municipio asturiano de Ribadeo. «Nos entró el gusanillo tras la boda de mi hermana, dos años mayor, que se había casado hace poco. Lo habíamos hablado varias veces, pero no me lo esperaba», indica con tono sincero esta profesora de infantil en un colegio de Oviedo. Antonio, que se dedica al sector sanitario, la sorprendió con una escapada de fin de semana. «Pensaba que era por mi cumpleaños, pero resulta que me pidió matrimonio», aclara. Se alojaron en una de las casitas próximas al faro y el domingo, antes de abandonar este paraje de ensueño, sucedió: «Insistió mucho en que quería desayunar fuera a pesar del viento y el frío». Entre el café caliente y las tostadas que habían preparado, Antonio se arrodilló y sacó el anillo.

June con el vestido de Alicia Rueda en su boda. david fernández

Ilusionados comenzaron a preparar el enlace «desde el primer momento». «Quisimos organizar todo nosotros para disfrutar aún más de la experiencia». Pero el covid aplazó sus planes. «Tuvimos que aplazar la boda casi un año, del 4 de julio de 2020 al 29 de mayo del 2021», lamenta. Un cambio de fecha que vivieron con verdadera angustia debido a que se encontraban separados: «Antonio estaba trabajando con enfermos de coronavirus y decidimos no convivir en la misma casa durante un tiempo por lo que pudiera pasar». Pese a los imprevistos, reconocen que tuvieron suerte, ya que todos los proveedores tenían disponibilidad para la segunda fecha. Lo que sí varió, sin perder su esencia, fue el vestido que había confeccionado con mimo Alicia Rueda. «Para nosotros fue un año complicado, hubo varias enfermedades y operaciones en nuestra familia. Hacer un cambio, por mínimo que fuera, era necesario para marcar un antes y un después», explica.

La capa con flores que puso el broche final del 'look bridal' de June. david fernández

June decidió que la diseñadora marquinesa diera forma a su vestido de novia tras el «precioso» modelo que elaboró para la boda de su hermana, Leire. «Conocer sus gustos de antemano facilitó el proceso», asegura la diseñadora. Eligió para su gran día un diseño recto y estiloso elaborado en crepé con escote rectangular delantero y cuadrado en la espalda. Vestido al que Alicia añadió para esta nueva fecha unas mangas abullonadas: «Nos dio tiempo a replantear ese detalle que se convirtió en clave. Antes la novia iba un poco más sencilla, el volumen de la manga potenció muchísimo el diseño». En este sentido, la 'capa-cola' con 150 flores, algunas en 3D, no se quedó atrás. «Estuvimos buscando un tejido que aportara un plus al diseño, lo encontré entre esas joyitas que guardo. Llevaba conmigo bastante tiempo, porque son elementos que solo les puedes enseñar a las prometidas que buscan algo distinto», explica Alicia. June se enamoró de inmediato de aquella tela, una malla con flores bordadas a la que la diseñadora agregó un tejido de organza de seda para lograr mayor fluidez. «También le añadimos un remate en toda la pieza», indica. Una cola al estilo capa que se quitó tras la ceremonia y que le proporcionó el deseado efecto 'segundo vestido'.

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No solo encontró en Bilbao su vestido, ya que la diadema que lució en su gran día la adquirió en la tienda M de Paulet, situada en la Plaza Venezuela número 1. «Tenían un modelo que me había gustado, le cambié las perlas por brillantes para darle un toque distinto», precisa. Los dos pares de pendientes que lució June ese día, unos pequeños para la ceremonia y otros grandes con forma de estrella para la fiesta, son de esta firma bilbaína. June pisó firme hacia el altar con unos zapatos con cuña blancos de Stuart Weitzman. Además, incluyó un detalle invisible (dentro del vestido, justo al lado de la etiqueta) para atraer la buena suerte: «Mi hermana me regaló una liga azul, pero el vestido era tan ceñido, que no me la pude poner, así que Alicia añadió uno de sus lazos».

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Los novios amanecieron juntos el día de su boda. «Sé que es algo atípico, pero los tiempos no nos cuadraban. Si uno se preparaba en Llanes y el otro en Ribadesella nos teníamos que despertar muy pronto, así que decidimos alquilar varias habitaciones para nosotros y nuestros familiares más cercanos en un hotel de Gijón», cuenta June. A las ocho de la mañana de aquel soleado 29 de mayo, la novia comenzó a prepararse en la finca Villa María, situada en Somió, la maravillosa casa indiana que albergó la celebración. «Me ofrecieron una habitación para que me preparase», cuenta.

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Dejó su peinado y maquillaje en manos de personas de confianza. Su prima, Eva Ardines, de la peluquería Amar de Zamudio, dio forma a su melena castaña: «Para la ceremonia, le hice una trenza de espiga. A la tarde, cuando se soltó el pelo, se lo ondulé ligeramente», precisa. Isa Tejador, la responsable de sus tratamientos de belleza, acicaló su rostro consiguiendo el deseado efecto «segunda piel». «Quería algo súper natural. También le pedí que le diera protagonismo a mis ojos oscuros. Me hizo una sombra en tonos dorados y, por la parte externa del ojo, dibujó una raya marrón oscura para aportar mayor profundidad», concreta la novia. En aquellos momentos previos a la boda, June, que se autodefine como «nerviosa por naturaleza», tuvo que tranquilizar a su familia: «Mi madre y mi hermana estaban como motos y creo que mi padre hizo kilómetros en aquella habitación. Nunca le vi caminar tanto», recuerda entre risas.

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Un amigo de Antonio llevó a la novia y a su padre, Aitor Garai, en su Mustang rojo descapotable a la Iglesia San Pedro de Gijón. «Nos enamoramos de ella dando un paseo, dijimos: 'tiene que ser aquí'. La verdad es que tiene unas vistas muy chulas», recuerda. A las 12.30 horas, June caminó hacia el altar con un ramo de girasoles silvestres, olivo y craspedia; y «con una risilla tonta» provocada por los nervios y la emoción. La ceremonia, que fue breve e íntima -con 96 invitados-, estuvo ambientada por un cuarteto de violín que hizo sonar temas tan populares como 'Let it Be' de The Beatles o 'All of me' de John Legend. Eso sí, la misa transcurrió de una forma diferente a la que habían imaginado: «El cura nos avisó con muy poco tiempo de que no podía venir a casarnos. Nos dijo que estuviéramos tranquilos, que iba a explicarle todo a su sustituto. Pues bien, no se debieron de entender, porque terminó leyendo las palabras de mi hermana, ella las de nuestros amigos... ¡Al final nos lo tomamos con mucho humor!», recuerda entre carcajadas.

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Tras el 'sí quiero' de los novios, la celebración tuvo lugar en la Finca Villa María. Pero los recién casados no esperaron a llegar allí para brindar: «Mientras que todos los invitados llegaban a la finca, el amigo de Antonio, que conducía el Mustang descapotable, paró en un bar y sacó dos copas de champán malísimo. Nos las estuvimos bebiendo a la sombra». La música en directo de Young Forest puso la banda sonora al cóctel, que tuvo lugar en los jardines delanteros de la casa indiana. El banquete, sin embargo, tuvo lugar en el hangar. El menú hizo homenaje a la familia vasca de Jone, por lo que no faltó la merluza en salsa verde.

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Después del baile de los novios, que tuvo lugar en el mismo hangar, la fiesta comenzó en los jardines de la casa indiana hasta la una de la mañana. «Eso no lo pudimos cambiar», lamenta. Para June y Antonio, lo más mágico de su boda fue poder reunir de nuevo a todos sus seres queridos: «Ver cómo se saludaban y se ponían al día después de tanto tiempo fue increíble. Para la mayoría, era la primera celebración después de mucho tiempo». Los recién casados pusieron el broche final a una de las experiencias más especiales con una luna de miel por partida doble: «Unos días antes de la boda nos fuimos a Menorca para relajarnos, después, en julio de ese mismo año, disfrutamos de un safari por África. Estuvimos en Kenya, Tanzania, y también en las playas de Zanzíbar».

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