Las joyas de un artesano vasco arrasan en el bautizo de la futura duquesa de Alba

«Hice unos pendientes por encargo hace tiempo, pero no tenía ni idea de que los iba a llevar en este día tan señalado. Ha sido una sorpresa muy agradable», reconoce Javier Hernández, el fundador de la firma. Un hecho relevante, ya que es el primer acto en el que la pequeña Rosario Fitz-James de Palazuelo es la protagonista, la misma que algún día heredará el inmenso ducado de la Casa de Alba. Tras posponer varios meses su bautizo a causa de la pandemia y tan solo siete días después de la boda de los condes de Osorno, la familia con más solera de nuestro país se ha vuelto a reunir en la parroquia de San Román de Sevilla, donde las nuevas generaciones de la aristocracia española han vuelto a dar una lección de discreción y buen gusto.

Las cábalas se han cumplido y, como estaba previsto, Sofía Palazuelo ha elegido un diseño de The IQ Collection, la firma de Inés Domecq. Un vestido en color beige con hombros pronunciados e idéntico corte al que llevó la propia marquesa de Almenara la semana pasada en el enlace del Palacio de Liria. Tan reconocibles eran las líneas de este modelo como las piezas de sus pendientes para los más avezados. «Confía en firmas menos conocidas porque son un acierto seguro. Va siempre impecable y estaba preciosa, y más teniendo en cuenta el lugar y el carácter del evento», asegura Hernández. Si agudizamos la vista y tiramos de hemeroteca, se pueden captar fácilmente las similitudes entre estas joyas y las que llevó en la Feria de Sevilla de hace dos años, también obra del artista de Portugalete. «Le gustaron tanto que me pidió unos similares, menos festivos y más sobrios. Son de la misma colección y están hechos a medida para ella», explica. Se trata de unas piezas con baño de oro y una bolita de coral, «un tono que siempre queda bien en un entorno como Sevilla».

Aparte de madre e hija, ha habido una invitada que por motivos obvios se ha convertido en la protagonista paralela de este mediático bautizo. Hablamos de Blanca Barrera-Cuadra, la madrina de la pequeña. Sofía Palazuelo y su marido, Fernando Fitz-James Stuart, han roto con la tradición al no elegir a miembros de la Familia Real para apadrinar a la futura duquesa de Alba. En su lugar, han confiado en su círculo más íntimo para ostentar tal honor. 'Blanche' -apodo que conserva desde niña- pertenece a él y es conocida por ser la fundadora del exitoso catering 'Aguacatte', por el que también se ha ganado el sobrenombre de 'Lady Aguacatte'. Aparte de ser una de las mejores amigas de la duquesa de Huéscar, también guarda un estrecho vínculo de amistad con Javier Hernández. «Nos conocemos desde hace unos cuantos años. Nos pusimos en contacto a través de una conocida común y decidió llevar mis joyas a la boda de Sofía Palazuelo. A partir de ahí, también comenzó a formar parte de mi vida», constata el vizcaíno.

Son incontables las veces que esta joven empresaria, que también tiene su propio estudio de interiorismo, ha llevado sus joyas para rematar sus personalísimos estilismos. «Al igual que Sofía, Blanca podría llevar lo que le diese la gana. Sin embargo, cuando tiene alguna cita importante y quiere estar todavía mejor, siempre acude a Jabier Bilbao». De maneras exquisitas y gusto estético refinado, sabe plasmar esa esencia en sus eventos, mesas, casas y looks. «Su estilo es muy fresco, es una dulzura de niña, la alegría de la huerta en cualquier sitio», asegura Javier. En esta ocasión, se ha ceñido al estricto protocolo con un vestido brocado en dorado y verde, con cuerpo péplum, mangas 'puffy' y largura 'midi'. Un barroquismo desenfadado, regio pero actual, que refresca con unas inesperadas joyas. «Quería algo con un toque étnico. Sobrio, pero llamativo y, sobre todo, muy cómodo», explica.

Conociendo de primera mano cómo iba a ser su look, el artista vizcaíno creó un choker a medida, tan atípico como ideal para ese tipo de escote imperio. «Ese vestido reclamaba algo sencillo. Una pieza más importante habría recargado el conjunto», explica. Finalmente, dio con un diseño de varillas que restaban rigidez a la joya y se unían por detrás con un característico acabado de Jabier Bilbao. «Al final es lo que Blanca quiere, que sean piezas únicas y reconocibles». La base era de bronce sin baño de oro, para conseguir un efecto de oro viejo más racial y menos pulido. Los pendientes iban en consonancia y eran una reinvención de los clásicos aretes.

A pesar de los sucesivos cambios en las fechas del bautizo, Blanca Barrera no tenía un plan B, «estaba convencida de que las joyas iban a encajar perfectamente». «Estoy encantado, sobre todo porque es una amiga quien ha defendido mis creaciones. No las ha visto en una tienda y se las ha comprado, que es algo mucho más frío, ha acudido a mí directamente para este día y eso me llena de emoción», nos cuenta el vizcaíno. Si te ha gustado cualquiera de estos diseños, Javier Hernández los puede recrear a gusto del cliente, siempre teniendo en cuenta que todas sus piezas son únicas y creadas en exclusiva en su taller de Portugalete. Simplemente, tienes que hacer tu encargo a través de su Instagram y sus manos mágicas harán el resto.