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Ikram El Aarrass
Jueves, 22 de febrero 2024, 00:47
Hind Akhdim, tiene 22 años y abrió hace apenas tres meses, junto a su hermana, 'HyH Paradise'. Una tienda de ropa que reivindica una filosofía de prendas «cómodas, modestas y a la tendencia». Akhdin subraya que su objetivo es que acuda «todo el mundo, como a cualquier otra tienda, sin pararse a pensar si es ropa para musulmanas o no». Tanto ella como su hermana vieron una oportunidad al percatarse de que en Vitoria hay «muy pocas tiendas de este estilo». La acogida fue mejor de lo que se esperaban, aunque siempre hay algún reacio a entrar a tiendas regentadas por chicas 'hijabis'. Akhdin asegura que a la tienda acuden «diversos tipos de clientes».
En el interior de la tienda se pueden apreciar desde conjuntos de jersey y pantalón, de diferentes colores, pasando por abrigos hasta prendas tradicionales como 'abayas' o más festivos como kaftans. Las hermanas han puesto mucho mimo en cada detalle de la tienda, con un escaparate amplio en el que se aprecia todo el interior. «Hay tiendas regentadas por chicas marroquíes o musulmanas que están más alejadas del centro, donde hay más presencia de esta comunidad, pero nosotras desde un principio queríamos acercarnos a todas las vitorianas, en una ubicación más accesible para todos», asegura la joven.
Abrir un negocio desde cero no es sencillo y el hecho de ser mujer musulmana, que lleva hijab, lo complica un poco más. «Una vez entraron a la tienda una mujer y su marido y mientras ella miraba un abrigo, este le decía que lo dejara que esta ropa es de musulmanas», narra Akhdim, a la que incluso le han llegado a decir que si se quitara el hijab vendería más. «No me lo han dicho con mala intención, pero deja entrever que todavía queda mucho camino por recorrer, hasta que se normalice del todo».
Silvia, Blanca, Nieves... son algunas de las clientas de Paradise que acuden porque «les gusta ir conjuntadas y con ropa cómoda y aquí encuentran lo que buscan», afirma la joven vitoriana. Estas dos últimas semanas, calcula, el 90% de las ventas han venido de compradoras «de aquí, de toda la vida, lo que significa que cada vez hay menos rechazo». «Las mujeres que entran, lo hacen con la mente abierta, saben que la ropa que hay aquí se la pueden poner tanto ellas como cualquiera». Aunque también asegura que el éxito que está teniendo es gracias a que «mucha gente me conoce, porque yo de oficio soy pastelera, entonces como ya tienen un trato conmigo y saben que hemos abierto una tienda de ropa, acuden».
La idea de abrir un local para vender prendas surgió espontáneamente. «Mi hermana y yo nos paramos a pensar que, en nuestro caso, nos suele costar bastante encontrar ropa para nuestro gusto en las tiendas y que sería algo que le pasa a más gente, así que con ese pensamiento decidimos ponerlo en marcha».
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