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Por vender, los diseñadores y modistos hacen lo que sea. Jamás los clientes han encontrado tantas facilidades y nunca los creadores se habían entregado de la manera que lo hacen ahora para complacer a sus seguidores más fieles y los que puedan caer. Es verdad que hace tiempo que los desfiles dejaron de ser lo que eran. Generalmente, casi todos siguen desarrollándose con el mismo patrón: las maniquíes desfilan, el público aplaude y mata el tiempo haciéndose selfies y los diseñadores... ay, los diseñadores ojean desde el backstage. No pierden ojo entre bastidores del transcurrir de un evento que ha sucumbido a la dictadura de las nuevas tecnologías. Las cifras hablan y, por lo que se ve, los desfiles, tal como los hemos conocido, han pasado a mejor vida al no reportar ningún rédito económico. Se está confirmando en la última Semana de la Moda de Madrid, que se celebra estos días entre un alud de novedades.
Para empezar, rara vez las marcas coinciden en un lugar único. La distinción arranca por la elección de emplazamientos, generalmente singulares. La originalidad y espectacularidad juega un papel cada vez más determinante en busca de «entornos especiales». No lo son menos las fórmulas con las que los diseñadores trabajan para intentar hacer caja.
De entre todas, la más radical es la propuesta del gallego Roberto Verino. En su afán por adaptarse a las necesidades actuales, ha mostrado por primera vez un «innovador formato» con el que busca derribar «las barreras existentes en los puntos de venta físicos y digitales». Para ello la firma invitó a sus clientes a descubrir su nueva colección en el Salón Real de la Casa de la Panadería, en el centro de la capital madrileña.
Durante la presentación y rodeados «por un entorno inspirador y creativo», un puñado de seguidores y «amigos de la marca», entre los que figuraban Enrique Cerezo, presidente del Atlético de Madrid, la actriz María Castro o la 'socialité' Mar Flores, podían ver los trabajos en compañía del propio creador y de su equipo de estilistas. No quedó ahí la cosa, ya que los que quisieron pudieron realizar una selección de sus piezas favoritas a través de una plataforma digital, que envió la ropa escogida a cualquier tienda de la compañía para «rematar la experiencia de compra».
¿Qué se gana así? Se acortan los tiempos de entrega, los clientes más ansiosos disponen antes de la colección, ya que, con cita previa, son atendidos casi de inmediato para probarse la ropa y «hacer los ajustes necesarios». Mientras, el empresario-diseñador intenta asegurarse unas ventas bien tempranas.
Cambian los tiempos, aunque subyace idéntico objetivo: se ofrece una forma de compra fuera del tradicional punto de venta, pero manteniendo la «atención cercana y el trato personalizado». Verino reafirma de esta manera su compromiso por una producción «sostenible» y un consumo «racional de calidad» creada para «perdurar en el tiempo y ser utilizado por mujeres y hombres de diferentes generaciones». De ahí el nombre de la colección de la próxima temporada primavera-verano', de inminente estreno en los escaparates: 'Legado'.
La colección ha sido concebida como «una mirada hacia adelante», a lo que está por llegar, a lo inmaterial que permanece. «Se construye con la intención de caminar hacia un mundo atento y pausado que valora las cosas bien hechas, la dedicación y el gusto por la calidad», reflexiona el modisto gallego. Una colección pensada como fondo de armario y «como forma de entender la moda y el respeto por el mundo». Prendas, en definitiva, atemporales para jugar con otras deportivas o, sin más, sujetas a las tendencias de cada temporada.
No es Verino el único que innova. Moisés Nieto también cuestiona la validez de los desfiles tradicionales para comunicar y vender. Ha utilizado la Facultad de Bellas Artes de Madrid para construir en directo 15 looks, moldeados prenda a prenda sobre el cuerpo de una maniquí a la que inmortalizaron a carboncillo varios alumnos de la escuela. Nieto es también de los que creen que las pasarelas al uso, con hasta 40 salidas, «no van a ningún lado». Tan convencido está en modernizar las presentaciones que ha llegado a plantearse la convocatoria de más desfiles. Tiene claro, asimismo, que llenar la primera fila de celebridades tampoco es productivo. Verino, en cambio, uno de los puntales más veteranos y fiables de la moda española, tira por otros derroteros. Ve necesario cerrar la venta de su ropa justo al lado de la pasarela, por lo que no descarten que en próximas ocasiones acuda acompañado de su equipo de costureras a arreglar los bajos, subir la cintura o efectuar los ajustes que sean necesarios. Es lo que tienen los negocios cogidos con alfileres.
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