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Casualidad o no, porque la moda trabaja con muchísimos meses de antelación, pero fue llegar la pandemia y, de repente, desaparecer los zapatos de tacón. El confinamiento enterró, en realidad, todas las tendencias al vaciar las calles. Si muchos científicos y epidemiólogos presagiaban una ... pandemia, el Covid-19 se ha llevado por delante el tacón e impuesto los zapatos planos. Las grandes firmas y, a continuación, todas las demás, han declarado la guerra a las alturas.
¿Por qué precisamente en este momento? Hay explicaciones para todos los tipos. Pedro García, el zapatero alicantino al frente de un conglomerado empresarial surgido hace casi un siglo (1925), asegura que, «sujetas a otros cientos de imposiciones», las mujeres no están dispuestas a «comprometer» la comodidad de ninguna manera. «Si se percibe un cierto agotamiento de la moda casi deportiva, esto se debe entender como un desarrollo natural dentro de los ciclos de la moda», razona. Sin embargo, García no cree que la influencia del 'streetwear' vaya a desaparecer completamente de escena.
Dior sigue apostando por botas, alpargatas y sandalias que comparten la alergia a los taconazos y abogan por el confort. Hermès, Longchamp, Alberta Ferretti o la diseñadora china Uma Wang... Ni un solo tacón de vértigo ha pisado sus pasarelas.
«Ahora la mujer es libre de elegir», esgrime Raúl Marina, comisario de exposiciones de moda e historiador del arte. Paradójicamente, cada vez es más habitual ver tacones entre los hombres. ¿Cambio de rumbo? Existe una exaltación de lo híbrido. Esta moda, en cualquier caso, no es nueva. Suena a revival. ¿Quién no se acuerda del estilo andrógino de glorias del viejo Hollywood como Greta Garbo o Katherine Hepburn? Sus trajes de chaqueta combinados con el zapato plano simbolizaron la liberación femenina. Su desaparición ahora mismo tendría, por tanto, todo el sentido en un momento en el que la mujer reivindica su poder mucho más allá de su imagen. Ya no son necesarios un par de tacones para insuflar confianza. Se derrumban las alturas, triunfan los bajos.
La altura de los tacones guarda también una estrecha relación con la de las prendas femeninas. El economista George Taylor apunta que el largo de la falda traza la marcha de la economía. Si las mujeres llevan la falda por encima de la rodilla, la economía vive una situación al alza, mientras que en periodos de crisis se acorta por debajo de la rodilla.
¿Por qué? No está muy claro, pero sí que el excesivo tacón ha dejado de ser un referente con un único significado de género. También hay quien apunta que este cambio guarda relación con la forma en que la mujer aparece en los medios y en que está mucho menos preocupada por lo que la sociedad espera de ella. Ahora la mujer necesita estar cómoda para gustarse a sí misma y no al género opuesto.
Lo que resulta obvio es que, más que nunca, las marcas están escuchando la demanda de sus potenciales clientes y adaptando sus creaciones a los deseos de la calle. Ciertos diseños oprimen el pie, producen dolor y hasta crean heridas, motivos suficientes para que se hayan ganado el sambenito de «corsé del siglo XXI». Es algo que en cierto modo se veía venir. En esta liberación de las ataduras, 'celebrities' como Emma Thompson o Kristen Stewart no han dudado en desprenderse en público de sus Louboutin y hasta Julia Roberts caminó descalza por la alfombra roja de Cannes en 2016. Además, diseños planos o de altitud media también empiezan a ser sinónimo de buen gusto y epítome del nuevo 'cool'. Cambian los gustos y se cuestionan las viejas tradiciones.
¿Y si fuera el signo de una toma de control de las mujeres sobre los códigos tradicionales de feminidad? No demos por sentado que la vuelta del zapato plano con algo de tacón se interprete como algo revolucionario. «A una tendencia siempre le sigue lo opuesto», sostiene la periodista francesa Benedicte Burguet.
Hay otra razón que explica la vuelta de los zapatos bajos, y no es otra que su excelente encaje: funcionan en cualquier estilo. El calzado plano se reivindica en todas sus versiones, de la más deportiva a la más formal. Y para cualquier momento. Por eso la moda había preparado un arsenal de modelos clásicos con detalles de borlas y hebillas.
Pero no no engañemos. Que se imponga lo práctico y lo funcional, no significa que tenga que eternizarse. Por eso ya hay quien aventura que, si bien las tendencias son cíclicas, el reinado del zapato cómodo durará lo que tarde en volver la fiebre por el tacón.
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