El sorprendente palacio-hotel de Cantabria en el que puedes comer y comprar los muebles

Este casona, que empezó a construirse en el siglo XVII y se terminó en el XVIII, ha sido rehabilitada por sus actuales dueños, el matrimonio formado por la interiorista Malales Martínez Canut y el ingeniero José Antonio Revuelta. Se trata de un edificio de tres plantas y más de 900 m2, rodeado por nueve hectáreas de jardín exótico. Toda la reforma, realizada respetando los elementos característicos del Rococó que imperaban en su interior, respira la exuberancia propia de este estilo. Una esencia clásica que se puede apreciar en el recubrimiento de las paredes, el mobiliario recargado de detalles, las alfombras de lana cubriendo los robustos suelos de madera, los terciopelos de seda ingleses y la pasión por las chinerías de influencia oriental, turcas, persas o indias.

«Cuando me explicaron que el palacio fue mandado construir por el Conde Santa Ana de las Torres, mano derecha del Virrey del Perú para su retiro a su vuelta a España, sentí la señal que estaba esperando para decidirme a comprarlo», explica Malales, que enseguida se acordó de su árbol genealógico. «Yo soy descendiente de la hija del Virrey de Nueva España, Ana Agustina Berenguer de Marquina Anzoátegui y Fitzgerald, nieta de los Condes de Devon», precisa. 

Esta casona cántabra, además de albergar 11 habitaciones espectaculares -desde 240 euros la noche-, cuenta con un spa para sus huéspedes y un afamado restaurante que puede disfrutar quien quiera bajo reserva, no solo los hospedados. Una de las peculiaridades del palacio radica en que se pueden adquirir los muebles, piezas dignas de los mejores anticuarios, así como estancias enteras. En cada aposento hay un código QR con el que los clientes pueden acceder a la tienda 'online'.  De la decoración, se han encargado la propia Malales, del estudio Malmaca, y su sobrina, Marta Más, también interiorista.

Todas las habitaciones han encontrado su inspiración en personajes de la familia. «Mi hijo, el escritor Juan Mateu de Ros, rápidamente escogió su dormitorio y lo bautizó como la cámara de Juan Osorio, el protagonista de una de sus novelas. Uno de mis cuñados llamó a la que más le gusta Conde de Gomera… Todos los nombres evocan a personajes de la familia con su espíritu creativo y novelesco que hacen que el palacio sea tan original», evoca Malales.  

Su propietaria contó con su equipo de confianza para rehabilitar la construcción. Para el exterior, recibió la ayuda del arquitecto Emilio Pardo y en el interior, María Mas fue la protagonista para uno de los mayores retos: convertir las caballerizas en dos grandes suites. Se documentaron sobre los palacios santanderinos de la época en los que triunfó el Rococó, y vieron claro que este sería el estilo a seguir. A todo ello se le sumaron antigüedades francesas, paredes con papeles pintados y entelados, suntuosas telas vegetales y así crearon esos microuniversos que hacen que cada estancia respire misterio y glamour.  

Además de la exclusiva decoración, otro de los atractivos del Palacio Helguera lo encontramos en su piscina climatizada interior y exterior perfecta para disfrutar tanto en invierno como en verano. Ofrece unas vistas panorámicas excepcionales sobre los conocidos Valles Pasiegos. Revestida con Rosa Gres Natural White y pavimento en madera de teka, se extiende desde el cuidado jardín hasta el interior del spa, justo hasta la gran chimenea de Hergom que impera el espacio. Sobre ella cuelga una lámpara de araña de cristal del siglo XVIII, que combina con las butacas de Thai Natura y las tinajas de La Fábrica de Huelo. El gimnasio, de alto diseño, está equipado con la tecnología alemana Nohrd. La oferta de cuidados personales también cuenta con un spa, de uso privado, que incluye sauna y baño turco para relajarse sin niños, ya que es un establecimiento 'adults only'.