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e.c.
Jueves, 2 de octubre 2014, 22:55
Los hechos ocurrieron hace un mes, pero los pormenores de la detención de un culturista aún son la comidilla de los policías en Valladolid. La historia, que se remonta a una mañana de ferias, no tiene desperdicio, y más después de que el propio protagonista ... haya colgado en Internet un extracto de la discusión inicial con la empleada de una tienda de telefonía de la plaza de España que acabó con su arresto y con siete antidisturbios lesionados (leves) durante el forcejeo.
Aquella mañana, en torno a las diez, el corpulento cliente un culturista de 120 kilos y una «altura más que considerable» acudió por tercera vez a la citada tienda para efectuar una reclamación a cuenta de una solicitud de baja en uno de sus servicios. La discusión con la operaria de la compañía fue poco a poco subiendo de tono hasta que esta decidió llamar a la policía. «Pues llama, llama, aquí estoy a la puerta, esperando, venid rápido», voceó el cliente mientras la trabajadora alertaba al 091, según recoge la grabación solo de sonido que él mismo realizó con el móvil y que colgó después en el portal de vídeos Youtube.
Antes se habían sucedido los gritos y las palabras altisonantes que llevaron a la empleada a pedir auxilio. Los agentes se personaron instantes después en la tienda y allí, a la puerta, se encontraron con un cliente que, según coinciden en señalar testigos y policías, «era realmente enorme y enfadado es poco para describir cómo estaba». Así que comenzó una mediación inicialmente verbal la grabación ya no recoge esta secuencia para invitar al culturista a abandonar la tienda, pero que acabó en un violento encontronazo entre él y los agentes, nada menos que siete, pertenecientes a la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) del Cuerpo Nacional de Policía, es decir, antidisturbios.
Flexiones en los calabozos
De las palabras pasaron enseguida a las manos y, de repente, «tres agentes salieron disparados desde la calle al interior de la tienda». Los testigos aseguran que «entre los siete fueron incapaces de retenerle», así que el forcejeo se prolongó en el tiempo, congregó a más policías a las puertas del establecimiento y acabó finalmente con el cliente detenido por sendos delitos de atentado y desobediencia. «Al final le redujeron en el suelo sujetándole entre un montón como pudieron porque les tiraba al suelo a manotazos», señalan las fuentes consultadas.
Pero la sorpresa llegó después, ya en los calabozos allí aseguran que se entretuvo haciendo flexiones, cuando el detenido llegó a romper literalmente las esposas. El culturista, de 30 años, médico de profesión y sin antecedentes, fue puesto en libertad con cargos al día siguiente.
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