![La máquina de las emociones humanas](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/pre2017/multimedia/noticias/201410/28/media/cortadas/xim--575x323.jpg)
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Fermín Apezteguia
Miércoles, 29 de octubre 2014, 00:56
¿Se imagina estar dentro de una habitación que permita a su anfitrión saber si está triste de verdad o si su lamento son sólo lágrimas de cocodrilo? O al revés, si se ríe por cortesía o porque los chistes le hacen realmente una gracia tremenda. Un equipo de investigadores, formado por científicos de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y de la de Pisa, en Italia, dice que está en camino de conseguirlo. Los expertos han creado un espacio de realidad mixta con un sofisticado sistema de registro del comportamiento y de los estados emocionales, que permite, según dicen, calibrar las emocines humanas de la forma más natural posible. El artilugio, de unos 25 metros cuadrados, es algo así como una caja gigante donde una mezcla de realidad auténtica y virtual permite "investigar las emociones humanas con rigor, en un entorno natural".
Los primeros resultados del trabajo, que han servido para evaluar al eficacia del artilugio, han merecido su publicación en la revista Frontiers in Neuroscience (Fronteras de la neurociencia), donde los autores explican que buscaban un espacio que permitiera registrar estados y emociones psicofisiológicas. "Tradicionalmente, la mayoría de los trabajos de este tipo se han hecho en laboratorios, en condicoens estrictamente controladas, lo que plantea un problema", explicaron los autores del trabajo, Alberto Betella y Riccardo Zucca. "Las condiciones artificiales en las que se desarrollan los experimentos corren el riesgo de no reflejar emociones genuinas".
"Señales psicofisiológicas"
La nueva máquina, bautizada como XIM, siglas de Experience Induction Machine, conlleva al parecer una tecnología que no interfiere la realidad y permite obtener "señales psicofisiológicas" en un contexto natural. La validación del equipo se realizó con dos experimentos, tal como detalla el Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC) del Ministerio de Economía. Los investigadores evaluaron, por un lado, la actividad cardiaca y dérmica de los participantes mientras se movían por la infraestructura y los compararon con las predicciones que habían hecho.
Un segundo experimento consistió en buscar una respuesta condicionada sometiendo a los voluntarios a un mismo ejercicio repetido varias veces. Por lo visto, el invento funcionó. Los científicos ya pueden estudiar mejor el comportamiento humano. Falta por ver para qué utilizan luego ese conocimiento.
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