Borrar
Estudiantes celebran en Salou que acaban de superar el examen de selectividad.
La edad del pavo feliz

La edad del pavo feliz

Los adultos tendemos a ver a los adolescentes como niños rebeldes, enfrentados a un mundo de drogas y alcohol, pero son personas satisfechas, optimistas y con una gran confianza en sí mismos

Fermín Apezteguia

Domingo, 25 de enero 2015, 01:36

Los adolescentes no son bichos raros. Los adultos tienden a ver a los más jóvenes de la casa como niños grandes o proyectos de adulto que, víctimas de la tormenta hormonal que les invade, viven tristes, melancólicos y enamorados de todo lo que les rodea. Lo peor de la adolescencia, según esta visión -que es la habitual-, es la relación directa que se establece entre ser quinceañero y convertirse en víctima del alcohol, el tabaco, el cannabis y otras drogas. Parece como si el día imprevisto en que uno deja para siempre los juguetes de su infancia se convirtiera de forma automática, casi por arte de magia, en un ser rebelde, insufrible y permanentemente enojado con el mundo en general. Pero no es así. La mayoría de los adolescentes viven felices y especialmente los españoles, que según una encuesta internacional elaborada por la Organización Mundial de la Salud, figuran entre los más dichosos del mundo, en una nada despreciable cuarta posición.

"A menudo las personas con hijos pequeños tendemos a decir aquello de '¡qué miedo, qué poco le queda para la adolescencia!', pero nos equivocamos. Al hacerlo, corremos el peligro de que estemos generando una profecía autocumplida. De tanto hablar de ella, lo que era sólo una percepción o un simple temor, acaba convirtiéndose en una realidad, aunque no se quiera", explica la psicóloga Ana Estévez, de la Universidad de Deusto, que participó en la reciente jornada 'Miradas desprejuiciadas de la adolescencia', organizada por el servicio de Bienestar Comunitario del Ayuntamiento de Portugalete. "Las personas ­-añade la especialista a su explicación- tendemos a etiquetarlo todo y la adolescencia parece ligada sólo a aspectos negativos, cuando la realidad no es o no tiene por qué ser así".

El estudio de la Conducta sobre Salud de los Jóvenes en Edad Escolar realizado por la Organización Mundial de la Salud, ya en tiempos de la actual crisis, concluyó que los adolescentes españoles daban a su satisfacción personal una nota de 7,29 sobre diez. Notable. La media no sólo es muy buena, sino que según los especialistas revela que en la complicada transición que supone el paso de la infancia a la madurez, los chavales de nuestro país cuentan, en general, con las mejores herramientas para construir su futuro. Es decir, que son felices, optimistas, disfrutan de la vida, tienen confianza en sí mismos, se sienten capaces y tienen esperanza en el futuro. Mañana podrá ser -y seguramente lo será- un día completamente distinto al que soñaron, pero ellos viven en las mejores condiciones para afrontarlo con la seguridad y fortalezas que se requieren.

La forja de una persona

Los años de la adolescencia, según afirma el reconocido psicólogo Luis Rojas Marcos, "están sacudidos por cambios físicos y emocionales, romances intensos, ideales y pulsos de poder con los padres y educadores", pero también son "años esenciales para el desarrolllo saludable de la personalidad". La base de la autoestima se forja en esta etapa tan convulsa de la vida: nada menos que "la confianza, la autonomía, la iniciativa, la intimidad, la productividad y la identidad".

Los adultos tienden a creer, además, que los adolescentes tienen la cabeza llena de pájaros, pero hay cantidad de estudios que, según Rojas Marcos, demuestran que no es así. "La mayoría no persigue grandes metas que considera inalcanzables o fuera de su control, sino que concentra sus esfuerzos en objetivos realistas".

De ahí que, como se dijo en la jornada de Portugalete, sea muy necesario que los mayores vean a los más jóvenes de la familia no como una amenaza, sino como una oportunidad. No como una bomba hormonal amenazada por las drogas y el alcohol, sino como un colectivo "rebosante de energía, curiosidad e idealismo". "Si miramos en nuestro interior, todos conservamos aún aspectos del niño y del adolescente que fuimos", resume la psicóloga Ana Estévez. "Pensemos en cómo fuimos nosotros", aconseja la profesora de la Universidad de Deusto. "Lo mejor que los padres podemos hacer es intentar ser felices y generar modelos de conducta con los que nos encontremos a gusto y nos permitan enseñar a nuestros hijos adolescentes a manejarse con las dificultades que encontrarán en el futuro".

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcorreo La edad del pavo feliz