Mejorar la coordinación nacional, clave para promover la salud cardiovascular

A pesar de los avances experimentados por la medicina en los últimos años, las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la principal causa de muerte en todo el mundo, y mientras que antes solo afectaba a los países más ricos ahora incluye también a las naciones en vías de desarrollo. Así, el doctor Fuster ha reconocido durante la presentación del último número de la revista 'Scientific American' este viernes en Madrid que "no puede haber reglas generales" para luchar contra las enfermedades cardiovasculares porque "cada región tiene una cultura y unos recursos muy diferentes". Por ejemplo, el cardiólogo ha explicado que mientras que en Kenia existe un médico por cada 50.000 habitantes, en Estados Unidos la proporción es de uno por cada 400 americanos.

La ministra de Sanidad, Ana Mato, ha recordado la importancia que tiene el "diseño y las acciones de coordinación" entre las administraciones para combatir "esta epidemia mundial" y ha explicado que, a pesar de sus elevadas cifras de mortalidad, "la buena noticia es que es una enfermedad que es fácilmente prevenible con buenos hábitos de vida". Así, la titular de Sanidad ha asegurado que "la mejor" política sanitaria que puede llevar a cabo cualquier país es aquella que consiga que "no se produzca la enfermedad", es decir, trabajar en el campo de la prevención. Por su parte, la secretaria de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación, Carmen Vela, ha explicado que "la ciencia y la salud requieren un carácter global" y ha recordado que en España "hay una cantidad enorme de talento" siempre al servicio del ciudadano, ya que es "por y para lo que trabaja el Gobierno".

Así, esta pandemia imparable hizo que en 2010 el Institute of Medicine of the National Academies (IOM) convocara a un grupo de expertos mundiales en medicina cardiovascular, liderados por el director general del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), el doctor Valetín Fuster. Este equipo desarrolló unas recomendaciones que cuatro años después la revista 'Scientific American' recoge en este número especial.