Pastora Soler, en su actuación en la edición 2012 del Festival de Eurovisión.

Pánico escénico, el miedo a no dar la nota

El caso de Pastora Soler no es único: artistas como Adele, Hugh Grant o Scarlett Johansson también lo padecen. Los expertos definen el trastorno como "un miedo incontrolable al público" y recomiendan terapia para superarlo

Jorge Barbó

Miércoles, 3 de diciembre 2014, 02:06

"Mucha mierda", le desea el tramoyista mientras sale cariacontecido del camerino. Se oyen los aplausos atronadores, que cada palmada le sienta como una bofetada al artista, que para entonces ya tiene las manos tan sudadas que parecen empapadas. Levanta el telón de terciopelo granate ... por una esquinita y comprueba con pavor que la platea está llena. No hay ni una butaca vacía. Empieza a sentir un temblor incontrolable primero en las manos, después en las piernas. El cuello de la camisa le empieza a oprimir, la corbata parece estrangularle, le empieza a faltar el aire, "¿por qué demonios hace tanto calor?". La orquesta le da paso, el foco cegador le apunta en la cara y la estrella comienza a ver todo borroso. Se para la música. El público, expectante. Y él, en el centro del escenario, como un pasmarote delante del micrófono, incapaz de articular palabra, hasta que alguien del staff se acerca alarmado en su ayuda.

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Pánico escénico. Un trastorno que padecen artistas de toda condición y que, de no ser tratado por psicólogos, puede llegar a cercenar las carreras más rutilantes. El último caso conocido es el de Pastora Soler, que ayer lunes comunicó a través de Facebook su decisión de aparcar la música después de que el domingo viviera un complicado episodio de ansiedad en pleno concierto. En un bolo en el Teatro Cervantes de Málaga, la cantante tuvo que abandonar el escenario cuando todavía quedaban por delante más de 40 minutos de la actuación prevista. No era la única ocasión en que la cantante se había enfrentado a una situación similar. El pasado marzo se desplomó en un concierto en Sevilla acompañada de la tuna. ¿En qué consiste la dolencia? "Se da cuando alguien que trabaja cara al público empieza a somatizar, a sentir un miedo que no puede controlar, una especie de terror al público", asegura la psicóloga bilbaína Araceli Medrano.

Otros casos

Parece que algo así sólo puede afectar a los artistas con menos tablas. Pero todo lo contrario. "No tiene por qué. La mente es muy compleja, una persona puede estar muy acostumbrada y, sin embargo, por algo que el público y el propio artista desconoce, comience a mostrar síntomas de forma inconsciente", explica la psicóloga. "Incluso puede que alguien que tuviera controlado ese pánico escénico desencadene algún episodio por alguna circunstancia concreta", abunda. No es ningún secreto que Hugh Grant, escándalos íntimos a un lado, ha estado a punto de arrojar la toalla en más de una ocasión por su pavor a los rodajes. O que Scarlett Johansson, una de las actrices más cotizadas del momento, es incapaz de hacer teatro por su pánico a enfrentarse al público en directo. Incluso Adele, esa cantante capaz de emocionar al poco impresionable Royal Albert Hall a base de vozarrón y alguna lágrima que se escurre por sus generosos pómulos mientras se aferra al micrófono con ese 'Some one like you' dio plantón a la organización de los Grammy presa del pánico.

Pastora Soler tampoco es ninguna principiante. Curtida en los escenarios, la de Coria del Río es una artista más que acostumbrada a enfrentarse al gran público. Según la empresa Kantar Media, más de 8,7 millones de españoles siguieron la actuación de la otrora coplista, reciclada en diva pop andalusí, durante su actuación de Eurovisión en 2012, cuando interpretó la balada 'Quédate conmigo' en Baku. Unos datos que, sin embargo, se quedan en nada comparados con los casi 103 millones de espectadores que el evento obtuvo durante su emisión, según los datos de la UER. Más de 200 millones de ojos puestos en ella, mientras entonaba a pleno pulmón la balada con los ojos cerrados. "Pero es distinto. La cámara suaviza bastante, te puedes concentrar en algo distinto. Sin embargo, cuando sientes que las miradas del público se te clavan es muy distinto", explica la psicóloga.

Estado de angustia, sudores, vista nublada, taquicardias, mareos o desmayos son los síntomas que puede llegar a desarrollar el afectado por este tipo de trastorno. Y no sólo en el escenario. "Hay quien incluso empieza a tener una gran ansiedad días antes del evento: empieza a padecer insomnio, a comer mal y a representar la escena como algo catastrófico", detalla Araceli Medrano. Para atajar el problema, la psicóloga insiste en la necesidad de "trabajarlo psicológicamente". "No basta con relajaciones, ni con respiraciones. Es necesario un tratamiento serio, un buen encuadre, hasta que el paciente sea consciente de a qué tiene miedo, siempre acompañado de un profesional", insiste Medrano. De momento, Pastora ha dado ya el primer paso. Reconocerlo en Facebook no ha sido un tema baladí. "Ha demostrado una gran valentía, se podría haber inventado cualquier enfermedad", reconoce la psicóloga.

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