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Aitor Alonso
Martes, 2 de diciembre 2014, 01:42
¿Cuál es el récord que se bate más a menudo? Pues, seguramente, el de la persona de mayor edad viva en el planeta, pero también otros menos heroicos como el número de manzanas que una persona es capaz de cortar en un minuto. En ... cualquier caso, convertirse en poseedor de un record Guinness es un objetivo que guía a muchos humanos. ¿Es fácil conseguirlo? Batir un record dependerá de su destreza en la actividad en cuestión. Que Guinness lo confirme y aparezca en el libro, de una buena dosis de paciencia y de certificar con cuidado cada detalle.
La organización que edita el Libro Guinness de los Records recibe alrededor de 50.000 propuestas anuales, cerca de 1.000 por semana, de personas, entidades o empresas que creen haber batido un record o que pretenden hacerlo. Según aseguran, todas las peticiones abiertas correctamente (hay un formulario para hacerlo en su página web) son respondidas, bien dando el visto bueno el intento o bien desechándolo, porque no todas las proezas humanas pueden convertise en records. Para que la respuesta sea afirmativa, deben reunir cuatro características: debe ser un record medible (el más alto, largo, viejo, pesado...), basado en una única variable (peso, velocidad, altura...), verificable y por supuesto, que pueda ser batido por otros. Guinness deja fuera aquellos records que por su especificidad se consideran imbatibles y aquellos que sean susceptibles de poner en riesgo a las personas o a los animales. Un ejemplo claro de record bien planteado es la marca batida este sábado por Julián Sanz en el BEC. Superó el record de resistencia en bici sobre rodillo, algo totalmente medible (alcanzó los 2.800 kilómetros), de variable única (distancia recorrida), verificable y que mañana mismo podría superar o batir cualquiera, incluido usted mismo si se prepara a conciencia y está dispuesto a pasarse seis días pedaleando.
La organización de los Guinness alerta de que las propuestas para inscribir records requieren un poco de paciencia. La aceptación del intento se demora al menos seis semanas cuando se trata de batir una plusmarca existente, y hasta doce cuando es un nuevo record. Pasado ese tiempo, contestarán al interesado en si se trata de una marca aceptable para el Libro Guinness o si no lo es. Quienes no puedan esperar tanto tienen a su disposición, eso sí, un método rápido. La mala noticia es que es de pago, con un canon de entre 600 y 700 libras esterlinas, al cambio cerca de mil euros.
Gratis, pero sin tampoco recompensa económica
De ser aceptado el intento, la entidad informará al aspirante acerca de la documentación que deberá adjuntar para que el intento sea valorado y confirmado en caso de batir la marca anterior o establecer una nueva. Esto también es gratuito, pero la fórmula rápida (que un juez autorizado presencia in situ el intento) también es de pago. En el primer caso, habrá que ser muy riguroso con certificar todos los pasos de cara al record y quizá sea necesario contratar un notario que levante acta. En el segundo, la certificación puede ser inmediata, pues el juez está autorizado para hacerlo en caso de todo se haya hecho de forma adecuada.
¿Guinness paga algo a los nuevos plusmarquistas? Pues no. Con aparecer en el Libro de los Records y recibir un diploma acreditativo el aspirante debería darse por satisfecho.
En el caso de la tortilla gigante de Vitoria, cuyo record parece que no va a ser tal, el proceso de acreditación también se ha cocinado a fuego lento. Más de 30.000 personas y más de medio centenar de periodistas de destacados medios fueron testigos de lo ocurrido el 2 de agosto en la plaza de la Virgen Blanca, pero fue preciso que los promotores del récord remitieran toda la documentación a Guinness para que sus evaliuadores pudieran comprobar hasta el mínimo detalle.
El fiasco de Vitoria
En este caso, los encargados de remitir a Guinness World Records la documentación fueron los miembros de la Capital Española de la Gastronomía. La información que se puso en manos de Guinness World Records fue prolija. En el expediente, se incluyó el acta levantada "in situ" por el notario Félix Torres, quien ya verificó que la tortilla cocinada por Senén González y su equipo medía 5,20 metros de diámetro, 7 centímetros de espesor y pesaba una tonelada y media. También hubo que realizar una traducción jurada de esa acta al inglés. En el dossier de pruebas, se incluyó la declaración de un par de testigos -dos periodistas de la Asociación Madrileña de Prensa de Turismo-, un resumen de lo reflejado en los medios de comunicación nacionales e internacionales que cubrieron el evento y un vídeo de diez minutos producido por la organización, así como un reportaje fotográfico e incluso imágenes de un informativo emitido en una televisión de Kuwait.
La respuesta, según se ha conocido, parece que será negativa. La entidad que certifica las proezas cree que la tortilla, ni fue la más grande del mundo, ni se elaboró de acuerdo a sus indicaciones.
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