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elcorreo.com
Sábado, 26 de julio 2014, 01:33
¿Puede una tormenta derribar un avión? Esa es la pregunta a la que se enfrentaron ayer expertos en la aviación después de que Francia apuntara al mal tiempo como la principal hipótesis del accidente de avión en Malí en el que perdieron la vida 118 personas, entre ellas seis españoles. Las fuentes consultadas, sin embargo, coinciden en que algo más tuvo que pasar durante el vuelo de Air Algérie, fletado por la compañía española Swiftair y que cubría la ruta Burkina Faso-Argel, para que el aparato desapareciera y acabara finalmente "desintegrado" en una zona desértica del país africano.
En la escuela de vuelo Aerodynamics disponen de un simulador en el que los pilotos pueden experimentar condiciones adversas como las que, al parecer, soportó el vuelo AH507. Durante la noche hubo "fuertes tormentas" en la región, confirmó un controlador aéreo en Malí. "El avión estaba cerca de la frontera argelina cuando se pidió a la tripulación que desviara el rumbo porque había mala visibilidad y para evitar una colisión con otro avión" que volaba entre Argel y Bamako, dijo una fuente de Air Algérie.
Estos fenómenos meteorológicos, tan habituales en esta zona de África y que provocan turbulencias y rachas de viento muy fuertes, se forman a 15.000 metros de altura, por encima de los propios aviones y pueden llegar a tener más de 160 kilómetros de extensión. "Obviamente evitamos meternos en la boca del lobo. Preferimos andar 10 o 15 minutos más de vuelo con tal de evitar las tormentas", asegura Antonio Díaz, instructor de Aerodynamics.
Estas condiciones tan adversas son analizadas antes del despegue. En una reunión previa de los pilotos y la tripulación se busca la mejor solución. "Las decisiones siempre las toma el comandante. Si hay una fuerte tormenta en el momento de despegar directamente no se despega", cuenta Ariel Shocron, jefe de seguridad de vuelo. Aún así es prácticamente imposible que una tormenta derribe un avión. "Cada día los pilotos sortean tormentas Si no, no volaríamos", asegura Jordi Ventura, instructor de la escuela de vuelo Aeroteca. Todos coinciden en que algo más tuvo que pasar durante el vuelo.
Visto lo visto, a las primeras hipótesis deberían sumarse otras causas, ya que es poco probable que solo el mal tiempo fuera la causa del tercer desastre aéreo en apenas una semana.
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